Modric inventa un sistema solar
El croata puso en ¨®rbita un bal¨®n que oblig¨® a poner los relojes en hora antes de que llegase a Cristiano Ronaldo
Ipurua se levant¨® sobre los escombros de buena parte de las 900 viviendas destruidas por los ataques a¨¦reos de la aviaci¨®n fascista en la Guerra Civil. Eso, y construir ca?ones, imprime car¨¢cter. En el fino argot madrile?o a estos partidos se les llama partido-trampa: en realidad es trampa a secas. El Real Madrid peg¨® las patitas en pegamento en el minuto cero y el Eibar se dispuso a entrar en el ¨¢rea dando patadas a las puertas. Lo hizo con una presi¨®n asesina que har¨ªa morir de gusto al jeque Nasser Al-Khelaifi: t¨ªos desencadenados rodeando a cada jugador del Madrid como si en lugar de once azulgranas hubieran salido cien. Cualquier otro arranque hubiera sido una decepci¨®n; s¨®lo falt¨® que, tal y como hab¨ªa sido preparado, marcase en el minuto uno Takashi Inui en medio del prime time japon¨¦s, si eso a¨²n existe.
El Real Madrid, que es m¨¢s perro que viejo, empez¨® a pensar que el ¨²nico remedio contra la lluvia es que escampe, y si algo ense?a la vida es que siempre escampa. Cuando lo hizo, en el primer rayo de sol que se le apareci¨® al equipo, el jugador m¨¢s p¨¢lido de la Liga rob¨® un bal¨®n. El resto es historia de los pases con el exterior de Luka Modric, varios vol¨²menes que ordenan los archimaestres en la biblioteca de Antigua. No fue un pase, fue una ¨®rbita. Empez¨® a curvarse de tal manera que hubo que poner los relojes en hora. Alrededor de ese bal¨®n se gener¨® una fuerza gravitatoria propia, arrastrando con ¨¦l todo tipo de objetos, incluido Cristiano Ronaldo. Se supo luego, en un an¨¢lisis cient¨ªfico ad hoc, que el pase fue pensado para irse acomodando, a medida que ¨¦l se mov¨ªa, al delantero portugu¨¦s. Que CR bajase semejante proyecto de planeta sin perder un cent¨ªmetro de distancia con su defensa, mirase al juez de l¨ªnea y luego dedicase unos segundos a peinarse mentalmente antes de enchufarla hay que atribuirlo directamente a la Teor¨ªa del Caos.
Son buenos tiempos para Cristiano Ronaldo. Su decadencia consiste en acotar su esplendor, como un ave que abrillanta las plumas para unas semanas muy concretas. A este ritmo con 46 a?os ya s¨®lo lo podremos sacar en la final de Champions en una gran jaula cubierta por una tela y, dentro, ¨¦l durmiendo en la cama oxigenada de Michael Jackson silabeando sius.
El segundo gol, con el Eibar ya empatado y a punto de pintarle la cara al Madrid, fue una travesura de Carvajal y ¨¦l. La rob¨® el defensa como la rob¨® Modric en la primera parte y la rob¨® Asensio en Par¨ªs: poniendo el pie delante. Los tres balones terminaron igual, delante de Cristiano Ronaldo. El portugu¨¦s cogi¨® carrerilla y fusil¨® con la frente a un porterazo, Dmitrovic, que pas¨® el partido sacando manos que no se sab¨ªa que exist¨ªan. Esta vez Cristiano no necesit¨® saltar mucho, no necesit¨® repetir el momento en el aire del Parque de los Pr¨ªncipes cuando, despegando hacia los cielos, se pod¨ªa uno imaginar a los integristas cat¨®licos que imagin¨® Loriga en cada misi¨®n espacial de Cabo Ca?averal con carteles de ¡°Dios no nos quiere ah¨ª arriba¡±.
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