Olor a chamusquina en el Bar?a
El club denuncia el gasto excesivo de sus competidores con una mano mientras firma cheques con la otra
El Bar?a se plant¨® en Bala¨ªdos con un once titular cargado de suplentes y un coste aproximado de unos 450 millones de euros, m¨¢s dinero de lo que, se calcula, costar¨¢ la conversi¨®n del viejo Santiago Bernab¨¦u en el nuevo buque insignia de la flota interestelar de la Federaci¨®n Unida de Planetas. El dato impresiona, no me digan. Son muchos millones invertidos en una segunda unidad que las pas¨® canutas frente al Celta de Vigo, un club modesto que ha tratado de replicar el modelo Masia para no tener que comprar fuera lo que bien se puede cosechar en casa. La apuesta parece haber dado la raz¨®n a su presidente, un Carlos Mouri?o que comenz¨® su revoluci¨®n fichando a Hristo Stoichkov ¡ªun comprensible ataque de romanticismo¡ª, pero que ha sabido adecuar sus impulsos primarios a las necesidades del equipo y la entidad.
Ante ese club hermano (nunca amigo) se present¨® el Bar?a sin un solo canterano tras 16 a?os ininterrumpidos de alineaciones con denominaci¨®n de origen, un desplante impropio por parte del club que m¨¢s ha manoseado dicha filosof¨ªa desde la implantaci¨®n de los tel¨¦fonos m¨®viles, la banda ancha y la memoria estrecha. Visto con perspectiva, no es de extra?ar que el ¨²ltimo cachorro capaz de asentarse en el primer equipo haya sido Sergi Roberto, un chico de Reus que lleg¨® al Bar?a con 14 a?os y al que Pep Guardiola hizo debutar con los mayores en Noviembre de 2010. Desde entonces, y pese a las constantes campa?as publicitarias que insisten en lo contrario, el ascensor que conectaba el Mini Estadi con el Camp Nou parece haberse estancado en un s¨®tano muy profundo, tanto que un posible intento de reparaci¨®n necesitar¨¢ del concurso de arque¨®logos m¨¢s que de t¨¦cnicos especialistas.
El punto de ruptura con esta pol¨ªtica de moldear el talento propio hay que buscarlo en ese mismo 2010, como si el debut del centrocampista fuese una especie de canto del cisne, un ¨²ltimo gesto que anticipaba la expiraci¨®n. Sandro Rosell y su guardia pretoriana conquistaban los despachos del Camp Nou, y con su llegada se inauguraba un tiempo nuevo en el que los jugadores de la casa pasaron a ser vistos como cheques al portador ¡ªeso en el mejor de los casos¡ª pues en su mayor¨ªa fueron aceptados como una carga del pasado con la que han ido quemando puentes temporada tras temporada. M¨¢s all¨¢ de la herencia recibida, la misma que compone el grueso del equipo titular a coste cero, el club se ha enrocado en su visi¨®n tecn¨®crata del tinglado cuya consecuencia primera es la alineaci¨®n presentada el martes en Bala¨ªdos. Vendr¨¢n m¨¢s y peores, como si el famoso Murphy luciera condici¨®n de socio azulgrana mucho antes de ponerse a legislar y complicarnos la existencia.
La ilusi¨®n por las perlas ha dejado paso a las viejas inercias del alcanfor, el victimismo y la improvisaci¨®n. Solo as¨ª se explica un club que denuncia el gasto excesivo de sus competidores con una mano mientras firma cheques con la otra, todo ello ante la complacencia de una masa social que solo atiende a razones cuando el fuego ya ha devorado la cocina. En Galicia, donde algo de incendios sabemos, dej¨® el Bar?a este martes cierto olor a chamusquina, a mal augurio. Cebados de gloria y mercantilizados ¡ªque Johan nos perdone¡ª hemos abandonado el producto aut¨®ctono para echarnos en brazos del eucalipto: siempre acaba mal.
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