Bellos goles, aburrida derrota del Athletic
Bardhi remonta para el Levante con dos goles el magn¨ªfico tanto de Ra¨²l Garc¨ªa y Morales redondea el triunfo
Tocaba, por la ley de Murphy o la reiteraci¨®n de las posibilidades contrarias, que el Athletic jugase mal en San Mam¨¦s y perdiese. Le tocaba por haber jugado bien en Chamart¨ªn, y firmar dos buenos partidos le produce n¨¢useas e indigesti¨®n. Hab¨ªa jugado bien y ganado en Villarreal (cuando ven¨ªa pareciendo como un alma en pena) y a la semana siguiente vino el Deportivo y gan¨® a pierna suelta. O sea, el Levante estaba bendecido para la victoria. Y aunque empez¨® perdiendo acab¨® ganando en un recital de bell¨ªsimos goles que ilustr¨® un San Mam¨¦s desangelado donde se o¨ªan los chillidos de los jugadores entre el murmullo tabernario de la grada. Con la victoria, el Levante se sit¨²a a 9 puntos del descenso, que marca el Deportivo, a falta de cuatro jornadas por disputar.
El gol de Ra¨²l Garc¨ªa fue una obra de arte que subsigui¨® a un acto obtuso de Mikel San Jos¨¦, dos navarros muy distintos. El segundo, tir¨® de puntera, los ojos ciegos, contra el cuerpo de un defensor que le hab¨ªa dejado a oscuras; el segundo, fue m¨¢s preciso y precioso: desde 30 metros curv¨® el bal¨®n con la violencia justa y lo dirigi¨® a la cruceta desde donde alcanz¨® la red. Un gol que festejaron los que acudieron al partido y parec¨ªan una cuadrilla escuchando un concierto en un bar nocturno. Murmullo que luego fueron pitos, cuando el macedonio Bardhi cogi¨® el manual de libres directos y desde un costado del ¨¢rea bati¨® de la misma forma, por el mismo sitio, con el mismo golpeo y ante la misma barrera y se marc¨® dos goles en dos minutos que voltearon el marcador para hacer honor a la indiferencia que el Athletic siente por su nueva Catedral esta temporada.
Porque el Athletic no hizo m¨¢s que los peliagudos remates de pie, de cabeza, de Ra¨²l Garc¨ªa, haciendo de s¨ª mismo y de Williams, negado en el ¨¢rea. El Levante domin¨® el juego, los remates, la inteligencia para oponerse al rival y de paso dej¨® las consabidas galopadas de Morales. No todo iba a ser solo tres bell¨ªsimos goles. Morales galop¨® a su anchas como un sioux, decidi¨® mal las soluciones, pero el placer era verle correr. Hasta que decidi¨® bien, galop¨® todo el campo por la izquierda, gir¨® en el ¨¢rea una y otra vez hasta meter los dedos para elevar el bal¨®n por encima de las manos de Kepa. Lo que faltaba no falt¨® y gan¨® el que iba a ganar y perdi¨® el que iba a perder. Lo sab¨ªa todo el mundo.
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