El imparable Simon Yates gana otra etapa del Giro en rosa
Solo Dumoulin resiste el ataque victorioso del l¨ªder de la carrera en el muro de Osimo, donde Froome cede 50s m¨¢s
La pr¨®xima boda de un pr¨ªncipe ingl¨¦s ofrece motivos de esperanza a los pelirrojos, se lee en los prospectos, y Alessandro de Marchi, pelirrojo del Friuli, se ha tomado en serio la interpretaci¨®n de que tambi¨¦n ellos, pese a todo, pueden so?ar con una historia feliz en sus vidas. En ella ha cre¨ªdo hasta que faltan cinco kil¨®metros para la meta, donde descubre que el mensaje que le hab¨ªa llegado era incompleto, que no hablaba de todos los pelirrojos, de todos con la piel blanca y a veces pecas y tez tan sensible al sol, o incluso de los rubios claros y oscuros, sino que hab¨ªa que ser tambi¨¦n ingl¨¦s y llamarse si no Harry s¨ª al menos Simon, y apellidarse Yates, y estar en una forma imparable. Y desear demostrarlo todos los d¨ªas por cada cuesta que se le cruce mientras atraviesa Italia y sus Apeninos en bicicleta. Donde De Marchi, previsiblemente, claro, sufri¨®, Yates, de rosa hermoso, impaciente, triunf¨®.
Yates, un Valverde en joven, o as¨ª, gan¨® a lo Valverde, con pedalada ligera, estil¨ªstica, y muy veloz, como solo la pista puede regalar, en el empedrado y vertical muro de Osimo, donde las Marcas verdes verdes se asoman desde su balc¨®n al Adri¨¢tico, azzurro y blu. Y despu¨¦s de ganar la etapa, acelerando hasta el ¨²ltimo metro, sin tiempo para levantar los brazos m¨¢s que una vez cruzada la l¨ªnea, su segunda victoria en su Giro (y ser¨ªan ya tres, y sin posible respuesta las tres, tan superior siempre, si no hubiera regalado el Etna a su Chaves descuajeringado ahora), Yates mir¨® atr¨¢s, vio a Dumoulin, pesado y calmo, como el Indurain que es de esta d¨¦cada el ganador del Giro pasado y favorito de este, y lo vio cerqu¨ªsima, inesperadamente cerca, desesperadamente cerca. A solo 2s (6s con la bonificaci¨®n). E, inevitablemente, tuvo que preguntarse si hab¨ªa merecido la pena tanto esfuerzo, un sprint sostenido de m¨¢s de dos kil¨®metros, admirable, para tan poco beneficio. ¡°Estoy contento, claro, por sacarle m¨¢s tiempo a Dumoulin¡±, dijo el ingl¨¦s de Bury (junto a Manchester), de 25 a?os, que calcula que perder¨¢ casi dos minutos ante el gigante holand¨¦s en la contrarreloj del pr¨®ximo martes y busca ampliar como sea su ventaja en la general, que despu¨¦s de tantas acciones de brillo y superioridad y derroche es ahora de solo 47s. ¡°Y vi a Dumoulin que sali¨® a por m¨ª y casi me alcanza, y le vi mejor en estas llegadas que otras veces. Est¨¢ yendo a m¨¢s seg¨²n pasan los d¨ªas¡±.
El s¨¢bado llega el Zoncolan. Y el Giro, visto que Froome volvi¨® a perder tiempo (50s en los dos kil¨®metros de subida, y ya est¨¢ a 3m 20s del ingl¨¦s, 12? en la general), parece, por fin, en su und¨¦cima etapa, haber hallado su pareja ideal de contendientes. Ser¨¢ el duelo Yates-Dumoulin.
No ser¨¢ el Giro de De Marchi, pelirrojo derrotado, generoso y peleador, ni el de Luis Le¨®n S¨¢nchez, moreno, el mulo de Mula, la pareja fuerte de una fuga de cinco que si no lleg¨® hasta el final s¨ª pas¨® destacada por Filottrano, el pueblo de Michele Scarponi, muerto hace 13 meses tras chocar contra una camioneta mientras se entrenaba al amanecer. Por all¨ª, por su muro, pas¨® el primero el tremendo murciano, quien empez¨® a correr con Scarponi hace 13 a?os en el Liberty, y paralelamente al italiano vivi¨® su vida completa de ciclista, sus peripecias, hundimientos, sus resurgimientos.
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