El no es no de Zidane
?Por qu¨¦ ni una sola de las explicaciones que dio el t¨¦cnico para justificar su dimisi¨®n es convincente?
?ltimo d¨ªa de mayo, Congreso de los Diputados. Mariano Rajoy, todav¨ªa presidente del Gobierno, pregunta a Pedro S¨¢nchez desde la tribuna: ¡°?Puede usted explicar a esta C¨¢mara por qu¨¦ tengo yo que dimitir?¡±. En ese mismo momento, en Valdebebas, 18 kil¨®metros al noreste, Zinedine Zidane revela a un batall¨®n de periodistas: ¡°He tomado la decisi¨®n de dimitir del cargo de entrenador del Real Madrid¡±. Si Pedro S¨¢nchez explic¨® o no a Rajoy por qu¨¦ estaba a punto de aplastarle con una moci¨®n de censura no es tarea que este opinante deba tratar. Si Zidane explic¨® o no el porqu¨¦ de su marcha s¨ª lo es. Y as¨ª lo explic¨® Zidane: ¡°Hay etapas en las que hay que saber cu¨¢ndo parar. Lo hago por el bien de este equipo. Conmigo hubiese sido complicado ganar el a?o que viene¡±. Resumiendo: que no lo explic¨®.
D¨ªas antes de ese 31 de mayo, Zidane no ten¨ªa la m¨¢s remota intenci¨®n de dimitir. Ni de lejos. Vayamos apenas dos meses atr¨¢s, al 30 de marzo, cuando el t¨¦cnico franc¨¦s dec¨ªa: ¡°Mi idea es continuar lo m¨¢ximo posible. Este es un club de mucha exigencia, pero hago lo que me gusta, disfruto a tope y tengo ganas de continuar¡±. Dir¨¢ el siempre sagaz lector que en dos meses no es extra?o cambiar de opini¨®n. Reduzcamos pues el margen temporal. El 30 de abril, horas antes de que el Madrid se jugara ante el Bayern estar en la final de la Champions, Zidane declaraba: ¡°Mi decisi¨®n de seguir no depende de ganar la Champions. Yo quiero seguir¡±. Quer¨ªa seguir Zidane un mes antes de la final ante el Liverpool y cinco d¨ªas despu¨¦s de esta ya no quer¨ªa seguir. Curioso. ?Qu¨¦ pas¨® entre ambas fechas para que los acontecimientos se precipitaran de tan abrupta manera? Quiz¨¢ la clave resida en una frase que desliz¨® Zidane en esas ruedas de prensa y en la que apenas se repar¨®: ¡°No quiero que se vaya ning¨²n jugador¡±.
Llevaba ya tiempo Zidane leyendo y escuchando qu¨¦ jugadores iban a salir para hacer hueco a los que iban a entrar. Que eran muchos, al parecer. Desde Kepa a Neymar pasando por Kane, Lewandovski¡ No seguimos porque la lista es interminable y el lector tendr¨¢ cosas que hacer. El caso es que esa sucesi¨®n de rutilantes fichajes la provocaba tanto la imaginaci¨®n de las fuentes consultadas como las filtraciones que desde el propio club emanaban. Porque desde la cat¨¢strofe de la eliminaci¨®n copera ante el Legan¨¦s eran muchos los que al abrigo de la siempre concurrida zona noble del Bernab¨¦u cuestionaban a Zidane. Nadie osaba susurrarle siquiera al presidente, Florentino P¨¦rez, que se deshiciera del franc¨¦s, pero s¨ª que limitara su capacidad de decisi¨®n en cuanto a contrataciones, salidas y dem¨¢s. Vamos, que ya le dejar¨ªan ellos la plantilla lavada, planchada y almidonada.
Y con la aquiescencia de Florentino P¨¦rez lo intentaron en el mercado de invierno, convirtiendo el fichaje de Kepa en una exigencia, por no decir una orden. Zidane desobedeci¨® la orden. ¡°Fichadle si quer¨¦is pero mi portero va a seguir siendo Keylor¡±. Y en estas que el Madrid de Zidane comienza a superar eliminatorias de la Champions. No estaba en su mano evitar que los medios elucubrasen con el futuro de la plantilla y ni siquiera lo intent¨®. A lo sumo, sonre¨ªa cuando le preguntaban por la llegada de este o aquel. ¡°Estoy muy contento con mis jugadores¡±, repet¨ªa sin cesar. Y el 30 de marzo quer¨ªa seguir, feliz como estaba. Y el 30 de abril quer¨ªa seguir, encantado como estaba. Y el 31 de mayo anunci¨® que no seguir¨ªa, no sin dejar caer esta frase: ¡°Si no veo las cosas como yo quiero... Llega un momento que dices que es mejor cambiar para no seguir y hacer tonter¨ªas". El Madrid ya ten¨ªa atado a un portero, el brasile?o Allison, de la Roma. Y la deseada llegada de Neymar, previo aterrizaje de Nike como patrocinador del equipo, obligaba a un zarandeo de la plantilla, de la que volar¨ªan unos cuantos, algo que Zidane no estaba dispuesto a aceptar. Y ese d¨ªa, mientras Mariano Rajoy llegaba al reservado de un restaurante en el que durante ocho horas defendi¨® ante los suyos su decisi¨®n de no dimitir, Zinedine Zidane tardaba cinco minutos en anunciar su dimisi¨®n sin utilizar, eso s¨ª, el que hubiera sido el m¨¢s convincente de los argumentos: no es no.
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