Drazen Petrovic: El a?o en el que el ¡®demonio¡¯ se visti¨® de blanco
Al genio croata le bastaron 11 meses y 61 partidos para entrar en la leyenda del Real Madrid, al que frustr¨® y desquici¨® antes con la Cibona. ¡°Iluminaba la pista cuando jugaba¡±, cuenta Lolo Sainz
Las leyendas trascienden el tiempo y hay a?os que valen un mundo. A Drazen Petrovic le bastaron 11 meses y 61 partidos para dejar una huella indeleble en la historia del Real Madrid. El demonio de la Cibona se visti¨® de blanco el 9 de octubre de 1988 y, tras una temporada de genialidades y controversias, vol¨® a la NBA dejando la estela de un mito tan inadaptado como incomprendido.
¡°Petrovic era, por encima de todo, un ganador y los ganadores son casi siempre conflictivos. Pero aport¨® much¨ªsimo al baloncesto espa?ol y al Madrid a pesar de no ser muy querido. Le echo mucho de menos. Iluminaba la pista cuando jugaba¡±, cuenta Lolo Sainz antes de repasar la intrahistoria de aquel curso, que acabar¨ªa siendo el ¨²ltimo de los 14 que estuvo al frente del banquillo madridista. ¡°Surgieron problemas y cost¨® trabajo integrarlo porque fue nuestro enemigo a batir en las Copas de Europa del 85 y el 86 y para ganar nos llev¨® al l¨ªmite¡±, prosigue Lolo. ¡°Nada m¨¢s llegar le cog¨ª por banda y le dije: ¡®llegas con el doble reto de consolidarte como el mejor y de ganarte a tus compa?eros, porque en este momento no te pueden ni ver. Lo hizo como un profesional¡±, cuenta el entrenador.
La primera llegada de Petrovic a Madrid fue el 27 de octubre de 1986 para firmar, en presencia de Ram¨®n Mendoza y Raimundo Saporta, presidente y vicepresidente del club, el contrato que entrar¨ªa en vigor dos a?os despu¨¦s. Semanas antes de aquel viaje, su agente, Jos¨¦ Antonio Ar¨ªzaga, y el m¨ªtico Mirko Novosel estuvieron a punto de pactar el traspaso con el Bar?a durante un torneo amistoso en Puerto Real, pero A¨ªto Garc¨ªa Reneses enfri¨® el acuerdo. El Madrid acept¨® la prorroga y se hizo con la estrella croata a raz¨®n de 40 millones de pesetas anuales hasta 1992. La Federaci¨®n Yugoslava quer¨ªa impedir que jugara en la NBA y con ello renunciara a la selecci¨®n y para ello pact¨® un permiso especial con Drazen a pesar de que la normativa de entonces imped¨ªa a todos los menores de 27 a?os jugar en el extranjero.
Despu¨¦s de los Juegos de Se¨²l 88, en los que Yugoslavia fue plata, Petrovic comenz¨®, con 24 a?os, su fugaz periplo madrista. ¡°Quer¨ªamos ver c¨®mo era realmente como persona¡±, explica Fernando Romay. ¡°Ten¨ªamos un recuerdo excelso de los anteriores yugoslavos que hab¨ªan pasado por el club, como Delibasic y Dalipagic, y quer¨ªamos creer que todo lo que le hab¨ªamos sufrido con la Cibona era una pose. Quisimos integrarle, pero ¨¦l ten¨ªa una hoja de ruta muy por encima de esa mentalidad. Nosotros ¨¦ramos muy madridistas y ¨¦l era muy suyo¡±, rememora el hist¨®rico p¨ªvot blanco, con 17 temporadas en el club. "Fue como un duende del baloncesto, revoltoso y enigm¨¢tico. Un elemento extra?o en un club que siempre se hab¨ªa basado en la fuerza del grupo", apunta Jos¨¦ Luis Llorente.
En la hoja de servicios de Petrovic con el Madrid figuran 47 partidos de Liga ¡ªa una media de 28 puntos por encuentro, con 21 duelos por encima de los 30 y un tope de 43 en Badalona ante el Joventut¡ª; tres de Copa ¡ªcon 27 puntos ante el Bar?a en la final¡ª; y 11 de la Recopa, en la que los blancos se alzaron con el t¨ªtulo en una final memorable ante el Caserta italiano (117-113). Aquella noche del 14 de marzo de 1989, en el Palacio de la Paz y la Amistad de Atenas, Petrovic firm¨® su culmen en duelo febril con Oscar Schmidt que acab¨® con 62 puntos del croata por 44 del brasile?o. ¡°Ha sido el mejor partido de mi vida¡±, resumi¨® Drazen en Atenas. ¡°Hemos jugado mal en ataque y ha sido un partido t¨¦cnicamente horrible¡±, sentenci¨® Fernando Mart¨ªn, que jug¨® la final con el pulgar de la mano derecha roto.
¡°Fue un uno contra uno y se vivi¨® como una victoria individual no colectiva¡±, apunta Romay. ¡°Cuando llegamos al vestuario se palpaba la tensi¨®n¡±, se?ala Llorente. ¡°Fernando [Mart¨ªn] estaba muy cabreado, pero Lolo dijo despu¨¦s que ¨¦l le hab¨ªa pedido que se las tirara todas. Hubo roces todo el a?o, pero m¨¢s que por los egos fue por los balones. Solo hab¨ªa uno y siempre se lo jugaba Petrovic¡±, completa el base de aquel equipo. ¡°Yo siempre tuve la sensaci¨®n de que era imposible perder con ¨¦l¡±, contrapone Quique Villalobos. ¡°Su concepto de ganador pasaba por sentirse superior metiendo muchos puntos. Era obsesivo. Un d¨ªa fall¨® un tiro libre en un partido en Valladolid y cuando llegamos a las tres de la madrugada quer¨ªa ir al pabell¨®n a tirar para quitarse ese peso de encima¡±, confiesa el alero, uno de los pocos que intim¨® con Petrovic. ¡°Viv¨ªa en un apartamento en la calle Alfredo Marquerie en Herrera Oria, cerca de la antigua Ciudad Deportiva. Era tan rata que no ten¨ªa tel¨¦fono en su casa y cada vez que hab¨ªa alg¨²n cambio de horario en el entrenamiento del d¨ªa siguiente me acercaba yo a avisarle. De esas idas y venidas naci¨® una buena relaci¨®n con ¨¦l¡±, suma Villalobos, que detalla la dualidad del genio. ¡°En la cancha era irritante, provocador¡ a tu lado le quer¨ªas con locura. Enfrente, deseabas darle una hostia¡±, sentencia.
¡°Fue un a?o diferente porque ten¨ªamos a un jugador especial. Nos divertimos much¨ªsimo pero tambi¨¦n sufrimos mucho, porque todos est¨¢bamos supeditados a su personalidad¡±, matiza Llorente. Las consecuencias de la erosi¨®n en el vestuario blanco y la pol¨¦mica actuaci¨®n del ¨¢rbitro Juan Jos¨¦ Neyro en el quinto partido de la final liguera ante el Bar?a truncaron el final de la temporada madridista. ¡°Fue una frustraci¨®n que la Liga de Petrovic la acabara ganando el Bar?a. Esa decepci¨®n abocaba al Madrid a jugar otra vez la Recopa y aquello quiz¨¢ pes¨® en la decisi¨®n de anticipar su marcha a la NBA¡±, retoma Villalobos. El 16 de agosto de 1989 se march¨® a Portland casi de inc¨®gnito para fichar por los Blazers. ¡°Su salida cambi¨® la historia. Fue un punto de inflexi¨®n para el club, agudizado con la muerte de Fernando Mart¨ªn cuatro meses despu¨¦s¡±, cuenta Sainz. Mart¨ªn falleci¨® en un accidente de tr¨¢fico en la M-30 madrile?a el 3 de diciembre de ese a?o 89; Petrovic muri¨® en una autopista alemana el 7 de junio de 1993 mientras dorm¨ªa en el asiento del copiloto del coche que conduc¨ªa su novia. ¡°Fue una pena grand¨ªsima que los dos se fueran tan pronto¡±, cierra Lolo Sainz.
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