Las 24 horas de Alonso y las de Lopetegui
Ese lapso de tiempo es suficiente para que cambie un Gobierno, dimita el entrenador m¨¢s laureado del momento, sea despedido un seleccionador o el piloto asturiano vuelva a ganar
Tal que el pasado 30 de mayo, en La Moncloa viv¨ªa un se?or que no oteaba el peligro, el banquillo del Madrid lo ocupaba un caballero que acababa de ganar su tercera Champions consecutiva y la selecci¨®n la dirig¨ªa un pr¨®jimo que no hab¨ªa perdido un solo partido. Y a Fernando Alonso, pocos d¨ªas antes, le hab¨ªa dejado tirado su McLaren, por una aver¨ªa en la caja de cambios, ser¨ªa, o quiz¨¢ en los cojinetes. Nada nuevo bajo el sol. Ni 20 d¨ªas han pasado y el presidente del Gobierno ya no es el que era, el entrenador del Madrid ya no es el que era y el seleccionador ya no es el que era. Y Alonso vuelve a ser el que era, tanto es as¨ª que gana carreras, no de F¨®rmula 1, bromas las justas, sino las 24 Horas de Le Mans, tan m¨ªticas y de 24 horas de duraci¨®n. Solo faltaba en semejante catarata de emociones que cualquier d¨ªa nos digan que van a sacar a Franco del Valle de los Ca¨ªdos.
Vayamos con el principio. A la misma hora del mismo d¨ªa en el que el Parlamento desalojaba a Rajoy de la presidencia del Gobierno, Zinedine Zidane se presentaba ante los periodistas para anunciar su adi¨®s al Real Madrid. Justific¨® su decisi¨®n asegurando que con ¨¦l al mando era dif¨ªcil que el equipo siguiera ganando, y vacuidades por el estilo. Y decimos vacuidades porque en ning¨²n momento Zidane se despoj¨® de la elegancia que le ha acompa?ado en cada minuto que ha dirigido al Madrid y revel¨® la verdadera, y ¨²nica, causa de su adi¨®s: ¡°Me quieren cambiar el equipo¡±.
Y no lo acept¨®. Y es curioso ver c¨®mo en aquella escena del adi¨®s, Florentino P¨¦rez, presidente del club, se quedaba demudado, como si no se lo esperara, como si fuera un ente ajeno al Madrid quien quisiera ¡°cambiar el equipo¡±. ?Pero si era ¨¦l! Maticemos: era ¨¦l con ese grupo de asesores que tanto bien han hecho a la entidad en aquellos puntuales momentos en los que no han asesorado nada.
Se quedaron P¨¦rez y el Madrid sin entrenador y comenz¨® el baile de candidatos. El caso es que, seg¨²n se cuenta, unos y otros fueron diciendo que no, por mucho que cueste creer (y cuesta) que alguien le diga no al Madrid. Y a alg¨²n atento consejero no se le ocurri¨® otra que acordarse de Julen Lopetegui, el seleccionador nacional, que estaba a punto de comenzar el Mundial y que apenas un par de bostezos atr¨¢s, concretamente el 22 de mayo, hab¨ªa renovado su contrato con La Roja.
Acept¨® Lopetegui la oferta del Madrid, ya dec¨ªamos que era dif¨ªcil decir que no, y se arm¨® el bochinche. Comenzaron a tronar palabras gruesas, del estilo felon¨ªa, deslealtad, infidelidad, en definitiva, traici¨®n. Traici¨®n a la patria, era lo que, dec¨ªan, hab¨ªa hecho Lopetegui. Luis Rubiales, presidente del f¨²tbol espa?ol desde tres bostezos atr¨¢s, concretamente desde el 17 de mayo, no toler¨® la afrenta y despidi¨® a Lopetegui. Y le despidi¨® porque, seg¨²n dijo, ¡°nadie est¨¢ por encima de las reglas¡±. La respuesta del Madrid fue que el club avis¨® en tiempo y forma, y que el despido de Lopetegui obedece, en palabras de Florentino P¨¦rez ¡°a una reacci¨®n de orgullo mal entendido¡± de Rubiales. Y as¨ª podr¨ªamos seguir, con el y t¨² m¨¢s habitual, cuando lo cierto es que el Madrid tiene todo el derecho del mundo a intentar fichar al entrenador que le plazca, Lopetegui tiene todo el derecho de fichar por quien le plazca y la Federaci¨®n tiene todo el derecho a prescindir de quien le plazca. Eso en cuanto al contenido. En cuanto a las formas, la sensaci¨®n es que ninguno ha tenido su mejor momento, sea cuesti¨®n de infidelidad, de orgullo o de (falta) de respeto.
Ocurre que 24 horas son tiempo suficiente para que todo cambie, echen a un Gobierno, dimita el entrenador m¨¢s laureado del momento o sea despedido un seleccionador. Y lo es incluso para volver a ganar, como demuestra Fernando Alonso, que en ese lapso de tiempo ha vuelto a ocupar las portadas tras imponerse en las m¨ªticas 24 Horas de Le Mans, esa carrera hist¨®rica que ha despertado el inter¨¦s general por la sola presencia de Alonso, ese chico que, aburrido de la F¨®rmula 1, est¨¢ dispuesto a ganar todo aquello en lo que corra un coche, Scalextric incluido.
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