Marruecos baila y Cristiano la elimina
Portugal se impone con un gol de su estrella, pero se lleva un revolc¨®n de f¨²tbol de la selecci¨®n magreb¨ª, que no mereci¨® perder
F¨²tbol perrero y la puntual cita de Cristiano con el gol contra el descaro pelotero de Marruecos. Hasta ahora, Portugal no tiene m¨¢s receta, pero le llega para haberse situado a un dedo de la clasificaci¨®n para los octavos de final. Lo suyo es todo mero pragmatismo ganador, pero sufri¨® de lo lindo y se llev¨® un revolc¨®n de f¨²tbol. Esta selecci¨®n lusa es de relato sobrio y gris, el mismo con el que conquist¨® la Eurocopa de 2016. Un goleador voraz, un portero notable y mucho sufrimiento para poder esquilmar el triunfo a la atrevida Marruecos, que no mereci¨® el castigo de la derrota por lo que hizo con el bal¨®n. Lo quiso y lo utiliz¨® para ser mejor que Portugal de principio a fin. No le import¨® arriesgarlo, incluso sac¨¢ndolo a fuerza de regates en zonas delicadas del campo. No tuvo complejo alguno para ir a por el partido jugando de una manera osada e irreverente que a Portugal le queda muy lejos. Lo suyo es otra cosa. Guardarse y pegar con la contundencia de Cristiano.
Si hay que hablar de manejo de bal¨®n, de detalles pintones, ah¨ª estaban Ziyach, Belhanda o Boussouffa. Chicos criados en las periferias de las grandes urbes europeas que a¨²n sienten el juego con el hedonismo infantil. Juegan para gustar y para gustarse. Si Portugal no suele tener un pase de m¨¢s, estos virgueros tienen una pisadita, un tac¨®n o un regate trilero extra. F¨²tbol libertario contra el exceso del cors¨¦ y grilletes de Portugal. S¨ª, la t¨¦cnica, la denostada pura t¨¦cnica, acogot¨® a una de las grandes aspirantes al t¨ªtulo. La acorral¨® y la ruboriz¨® y no empat¨® porque su portero Rui Patricio es su otro gran valor. Su parada a un cabezazo de Belhanda mediado en el segundo tiempo fue prodigiosa. Una estirada abajo impulsada por una velocidad de reacci¨®n impactante.
Si hay que referirse a lo funcional, all¨ª estaba la vigente campeona de Europa. Al primer c¨®rner, primer gol. El despiste en la marca de Da Costa dej¨® a Cristiano el territorio libre para cabecear en plancha el globo que le mand¨® Moutinho. De nuevo otra irrupci¨®n estelar y madrugadora del voraz goleador. Si contra Espa?a le arranc¨® el penalti a Nacho en el primer suspiro, a Munir le clav¨® el contumaz testarazo del mismo modo. Parece decidido Cristiano a comandar a su selecci¨®n desde su fulminante pegada. Son ya cuatro dianas en lo que va de Mundial, una m¨¢s que en los tres anteriores juntos, en los que sali¨® a un gol por edici¨®n. En Rusia ha marcado ya de cabeza, con el pie derecho, con el izquierdo, de penalti, de falta, desde dentro del ¨¢rea, desde fuera... Al nivel de tino que est¨¢ el juego poco importa. Marruecos bail¨® a Portugal, pero est¨¢ pr¨¢cticamente fuera del campeonato porque no tiene lo que tiene Portugal: gol. Al menos tuvo cinco ocasiones claras y no acert¨® con ninguna. Demasiado perd¨®n.
El gol de Cristiano acentu¨® a¨²n m¨¢s esa querencia de Portugal a resguardarse en su campo sin rubor alguno. Lo suyo es el f¨²tbol en l¨ªnea recta, con Cristiano y Guedes como destino final. Santos mantuvo su apuesta por este ¨²ltimo porque su pizarra volvi¨® a encogerse para dise?ar un partido a la contra. Para lo ¨²nico que le dio fue para que Guedes confirmara que tienen m¨¢s potencia que gol. Cristiano le dej¨® solo ante Munir al borde del descanso y su remate tuvo una inocencia grosera. Blando y centrado. Y ah¨ª se qued¨® Portugal.
Fue curioso ver a Cristiano clavado en el centro del campo como mero observador del juego tocado de Marruecos y del esfuerzo gremial de todos sus compa?eros. All¨ª estaban corriendo detr¨¢s de la pelota, burlados entre regates, paredes y las arrancadas veloces de Amrabat. Moutinho y Williamm Carvalho, Guerreiro, Cedric, Pepe, Fonte... todo el blindaje portugu¨¦s persegu¨ªa a esos talentos escurridizos que se soltaron a¨²n m¨¢s en el segundo tiempo, convertido en un acoso y derribo hacia el ¨¢rea de Rui Patricio. Belhanda, Benatia por dos veces, Ziyach, rozaron el empate. El estadio Luzhniki ya era un clamor a favor de Marruecos. Una descarga tras otra, un asedio constante del ¨¢rea de Rui Patricio que no dio sus frutos porque Marruecos lo tuvo todo, menos un gramo, siquiera, de lo que es Cristiano. Gol y gol.
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