La frialdad del ni?o asesino
Rakitic se prepara, dispara y marca. Con sangre fr¨ªa. Ha nacido para eso
En Montevideo, hay una mujer de 80 a?os que adora el f¨²tbol. Adora este deporte, adora al Bar?a, a Messi pero especialmente adora a Ivan Rakitic. Por qu¨¦ elegimos a un jugador entre los dem¨¢s es, en ocasiones, un misterio hasta para nosotros mismos. Un flechazo rom¨¢ntico, ajeno, muchas veces, a la raz¨®n. En especial si no es el jugador que las marcas publicitarias te se?alan. Parecido motivo por el cual eliges y amas a un equipo al que, a priori, no te une una vinculaci¨®n sentimental obvia. No es el equipo de tu ciudad, de tu padre y tampoco es el equipo que m¨¢s odian en tu ciudad ni tan siquiera el que odia tu padre. Tu afinidad puede ser por un estilo de juego, por los valores que representa, las ideas pol¨ªticas, por el hecho de ser un ganador o el color de su camiseta.
Pero por qu¨¦ la se?ora uruguaya y por qu¨¦ Rakitic es un enigma. Tambi¨¦n para ?lvaro, su hijo, una persona que conoc¨ª hace un par de meses. Desde que recuerda, la mujer siempre fue muy futbolera. Ahora vive sola y se queja de que no la llaman ni la van a ver pero cuando su hijo la telefonea es posible que ella ataje el conato de comunicaci¨®n con un ¡°no te puedo atender ahora. Estoy viendo al Bar?a. Rakitic es titular¡±. Ese algo de reproche. Porque un hijo atento sabr¨ªa el horario de los partidos de la liga espa?ola. Un hijo que quiere a su madre sabr¨ªa si el croata es o no titular. El hijo llamar¨¢ en hora y media o ya ma?ana. Al menos sabe que su madre ¡ªf¨ªsica, mental y futboleramente¡ª est¨¢ bien.
La mujer quiere que Uruguay gane el Mundial y si no Argentina por los lazos que le atan a sus vecinos y por Messi para que todos los pistoleros que le esperan para dispararle ¡ªpor no ser Maradona, por no ser tr¨¢gico y vehemente, por no ser ni el Ch¨¦ ni Evita ni Andr¨¦s Calamaro, por no ser del Real Madrid¡ª deban guardar la munici¨®n hasta la pr¨®xima ocasi¨®n. Esperando que Bugs Bunny vuelva a escapar de Elmer Gru?¨®n: ?Qu¨¦ hay de nuevo viejo?
La otra noche me acord¨¦ de la se?ora de Montevideo cuando Rakitic par¨® la pelota delante de la porter¨ªa de Caballero. Eran los instantes antes de que Croacia clavara el ¨²ltimo clavo en la cruz albiceleste. Me imagin¨¦ a la mujer mirando a su Ivan casi sorprendida. Como si llegas a casa y te encuentras a tu hijo en la cocina con una pistola y una mirada y una expresi¨®n desconocidas hasta el momento. Jam¨¢s imaginaste que podr¨ªa llegar a hacer eso y ahora sabes que nada va a impedir que lo haga.
Rakitic se prepara el pie, dispara y marca. Con la sangre fr¨ªa de un asesino. Ha nacido para eso. ?Por qu¨¦ no iba a hacerlo? ?Por la devoci¨®n de una se?ora uruguaya de Montevideo a la que no conoce? ?Por su amistad con Leo, con Mascherano¡? No sabe muy bien qu¨¦ deber¨ªa haber hecho Ivan: ?lanzarla fuera? ?pas¨¢rsela a Messi para que armara el contraataque? La mujer se alegra por Rakitic. Por supuesto. Pero preferir¨ªa no haber visto lo que ha visto. Uno no se repone tan f¨¢cilmente de levantarse de madrugada, encender la luz de la cocina y encontrarse al ni?o Rakitic con una pistola apunt¨¢ndote al pecho. ?Qu¨¦ hay de nuevo, vieja?
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