De Ni?os de la Guerra a estrellas de la URSS
Ruperto Sagasti y Agust¨ªn G¨®mez triunfaron en el f¨²tbol sovi¨¦tico tras su exilio durante la Guerra Civil. Un amigo suyo relata su vida en Mosc¨²
Nicol¨¢s Gregorio Rodr¨ªguez (Bilbao, 90 a?os) es uno de los 3.000 ni?os espa?oles procedentes de las zonas republicanas que durante la Guerra Civil fueron evacuados a la Uni¨®n Sovi¨¦tica entre 1937 y 1938. Un exilio desgarrador que oblig¨® a padres y madres a separarse de sus hijos para evitarles el sufrimiento del cruento conflicto y las posteriores represalias del bando nacional. Pese a su edad, Nicol¨¢s mantiene una vitalidad excitante y una memoria que a¨²n le permite relatar la historia de algunos de los tambi¨¦n llamados Ni?os de Rusia que desarrollaron brillantes carreras en el f¨²tbol sovi¨¦tico. Con dos de ellos, Ruperto Sagasti y Agust¨ªn G¨®mez, los m¨¢s afamados, Nicol¨¢s mantuvo una buena amistad.
Sagasti fue un extremo derecho que se convirti¨® en una instituci¨®n en el Spartak de Mosc¨² y en el futbol de la antigua URSS, primero como jugador y despu¨¦s como entrenador y profesor en la escuela de Ciencias y Deporte de Mosc¨², donde imparti¨® una c¨¢tedra de f¨²tbol. ¡°Ruperto y yo estuvimos en la misma casa de acogida en Odesa, de 1937 a 1941. Era un para¨ªso, ven¨ªamos de los que ven¨ªamos y nos acogieron muy bien. Hab¨ªa un campo de f¨²tbol y Ruperto destacaba en los partidos que se disputaban contra el resto de las casas de refugiados. Cuando los alemanes penetraron por Ucrania corriamos peligro y nos evacuaron Se acab¨® el para¨ªso de Odesa y las pasamos putas. Nos separamos, a m¨ª me llevaron cerca del Volga, a Saratov. Nos reencontramos luego en Mosc¨², cuando ¨¦l ya era un jugador famoso del Spartak¡±, cuenta Nicol¨¢s, sentado junto a un peque?o museo que ha montado en el Centro Espa?ol de Mosc¨². All¨ª, cada viernes se re¨²nen los Ni?os de la Guerra que a¨²n viven y sus descendientes. Mientras festeja que comer¨¢n crema de calabac¨ªn, Nicolas muestra con entusiasmo recortes de prensa y fotograf¨ªas de Sagasti y de Agust¨ªn G¨®mez. ¡°Hasta que muri¨® en 2008 , Ruperto ven¨ªa mucho por aqu¨ª a jugar al tute. Hasta el ¨²ltimo momento trabaj¨® para el Spartak¡±.
Con la desintegraci¨®n de la URSS y el inicio de la Perestroika, Sagasti fue una figura clave en la llegada de los primeros jugadores rusos al f¨²tbol espa?ol a principios de los a?os 90. Antes, incluso fue tentado por el Athletic de Bilbao para entrar a formar parte del organigrama t¨¦cnico de Lezama. ¡°Como ven¨ªa de la URSS y Franco mandaba no le dejaron fichar por el Athletic. A Espa?a llev¨® primero al Sevilla al portero Rinat Dassaev. Le hac¨ªa de traductor. A la Real Sociedad le recomend¨® a Karpin¡±, prosigue Nicol¨¢s.
En esa apertura del mercado ruso hacia la Liga particip¨® activamente el representante I?aki Urquijo, que se convirti¨® en el enlace de Sagasti en Espa?a. ¡°La vida fue injusta con Ruperto, fue una pena que el regimen franquista no le dejara fichar por el Athletic. En un mundo tan convulso como el del f¨²tbol, el era un tipo campechano, noblote y muy reflexivo. Ten¨ªa ojo y mucho conocimiento. Me llamaba cada vez que ve¨ªa un talento¡±, cuenta Urquijo, que realiz¨® m¨¢s de 100 viajes a Rusia de los que salieron los traspasos de Zigmantovich, Popov, Radchenko. Bestchastnyk, Faisulin y Shustikov (Racing), Galiamin, Moj, Kutnetsov y Korneeiev, (Espanyol), Cheryshev , Ledhiakov, Nikiforov (Sporting) o Pisarev (Merida).
Como L¨¢ngara
?¡°A Cheryshev hijo lo tuve yo en brazos con tres a?os cuando su padre fue a Gij¨®n¡±, relata Urkijo. ¡°Ruperto siempre me hablaba de un partido en Tblisi que la selecci¨®n de Euskadi jug¨® durante su gira por la Uni¨®n Sovi¨¦tica en 1937. Hab¨ªa 80.000 personas en el campo y los georgianos se enamoraron de aquella selecci¨®n. Estuve hace poco en Georgia y todav¨ªa, cuando quieren elogiar a un delantero, utilizan la expresi¨®n: remata tan biencomo L¨¢ngara'.
Si Sagasti fue una leyenda del Spartak y del f¨²tbol sovi¨¦tico, todos los a?os se juega un partido entre infantiles en su memoria, Agust¨ªn G¨®mez fue un personaje fascinante. Adem¨¢s de capit¨¢n del Torpedo de Mosc¨², fue un destacado dirigente del Partido Comunista Espa?ol (PCE) en la clandestinidad. ¡°Agust¨ªn era un maestro como lateral izquierdo. La gente iba a verle jugar. En la radio, el locutor le elogiaba mucho. Fue capit¨¢n del Torpedo y cuando se form¨® la primera selecci¨®n sovi¨¦tica que fue a unos Juegos Ol¨ªmpicos (Helsinki 52) le llevaron. En el Torpedo jug¨® con Strelsov, al que le dec¨ªan el Pel¨¦ ruso¡±, recuerda con admiraci¨®n Nicol¨¢s. ¡°Cuando Franco permiti¨® las repatriaciones volvi¨® a Espa?a. El Real Madrid le quiso fichar, pero tampoco pudo ser¡±. El club que s¨ª estuvo a punto de contratarlo fue el Atl¨¦tico de Madrid, con el que jug¨® un amistoso contra el Fortuna de Dusseldorf alem¨¢n. Con 34 a?os y bajo de forma no cuaj¨®, pero se achac¨® su no fichaje a la prensa del Movimiento, que lo tach¨® de rojo.
Desde su regreso a Espa?a en 1956, la figura de G¨®mez estuvo rodeado de intrigas polic¨ªacas. En la por entonces Direcci¨®n General de Seguridad ten¨ªan conocimiento de su ferviente actividad pol¨ªtica y de su amistad con Dolares Ur¨ªbarri, La Pasionaria, la carism¨¢tica secretraria del PCE en el exilio. Su detenci¨®n gener¨® un conflcito diplom¨¢tico y una fuerte presi¨®n internacional para que fuera liberado. ¡°Le detuvieron y estuvo en la c¨¢rcel. Dicen que ayud¨® a sacarle Sarita Montiel y se rumor¨¦o que hubo amor entre ellos¡±, cuenta con una sonrisa p¨ªcara Nicol¨¢s.
Sin futuro ya como jugador, G¨®mez se fue al Pa¨ªs Vasco donde combin¨® como entrenador del Tolosa y del Real Uni¨®n la reorganizaci¨®n clandestina de los comunistas vascos. Sus discrepancias con Santiago Carrillo, provocaron su expulsi¨®n del PCE. ¡°Agust¨ªn muri¨® jov¨¦n, aqu¨ª en Mosc¨², con solo 54 a?os¡±, recuerda Nicolas con los ojos acuosos sobre aquel Ni?o de la Guerra que fue estrella en la URSS.
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