El Bar?a es una serie de David Lynch
En el caso Abidal, est¨¢ en juego la honorabilidad del exjugador, del actual presidente Josep Mar¨ªa Bartomeu y del propio F¨²tbol Club Barcelona
Hace tiempo que los aficionados del Bar?a vivimos en una serie de televisi¨®n escrita y dirigida por David Lynch, no cabe otra explicaci¨®n. El club se ha convertido en una factor¨ªa de tramas en las que el surrealismo parece el ¨²nico hilo conductor de la actualidad y cada noticia apela directamente a nuestra casi nula capacidad de sorpresa. Hace unos meses, empujado por el estreno de la segunda parte de Twin Peaks, me obligu¨¦ a revisar la primera entrega. Guardaba de ella un regusto extra?o, pues apenas recordaba mucho m¨¢s que el nombre de unos cuantos personajes y la sensaci¨®n de no haber comprendido nada. Como me esperaba, el segundo visionado result¨® una total p¨¦rdida de tiempo por lo que, a d¨ªa de hoy, no tendr¨ªa el mayor reparo en aceptar que a Laura Palmer la asesin¨® Jasper Cillessen.
El ¨²ltimo incidente, sin embargo, supera con creces cualquier l¨ªmite de tolerancia jam¨¢s alcanzado. No solo se trata de conocer la verdad sobre la supuesta compra ilegal de un ¨®rgano humano, extremo que parece altamente improbable a tenor de los estrictos protocolos que supervisan las donaciones y trasplantes de ¨®rganos en nuestro pa¨ªs, sino de depurar cualquier tipo de responsabilidad que pueda extraerse de las conversaciones publicadas este mi¨¦rcoles por El Confidencial. Est¨¢ en juego la honorabilidad de Eric Abidal, del actual presidente Josep Mar¨ªa Bartomeu y del propio F¨²tbol Club Barcelona. Tambi¨¦n la de aquellos socios y aficionados que hoy no pueden menos que sentirse avergonzados por el contenido de dichas conversaciones.
¡°Un grand¨ªsimo hijo de puta¡±, dice Sandro Rosell al tal Juanjo, un empleado del club al que cualquier cul¨¦ medio informado es capaz de intuir el apellido. Es cierto que parece necesario comprender el contexto en el que, expresidente y antiguo subordinado, se refieren al actual secretario t¨¦cnico del club en t¨¦rminos tan despreciables. Y sin embargo, se me antoja imposible encontrar uno que no implique la m¨¢s absoluta repulsa por parte de todo el barcelonismo ¡ªincluida la junta directiva¡ª hacia los protagonistas de tan mugriento intercambio de palabras.
¡°Hoy ten¨¦is delante de vosotros a un hombre profundamente feliz, que desde bien peque?o, impulsado por el barcelonismo de su padre, empez¨® en el Camp Nou recogiendo balones y hoy recoge el m¨¢ximo honor que puede alcanzar todo cul¨¦: ser presidente del Bar?a. No os fallar¨¦", promet¨ªa Rosell en su primer discurso al frente de la entidad. Sus palabras resuenan hoy con la negligencia de las grandes farsas, acorralado por unas transcripciones que solo denotan arrogancia y estulticia; provocan incluso cierto dolor al comprobar hasta qu¨¦ punto es capaz de envilecerse la naturaleza humana.
La pelota se encuentra en el tejado de Josep Maria Bartomeu y dem¨¢s miembros de una junta directiva, como dec¨ªa, que no pueden pasar por alto la simple literalidad de las transcripciones publicadas. Ellos promovieron y redactaron un c¨®digo ¨¦tico que los obliga a actuar con toda la firmeza posible en defensa del buen nombre del club y, por supuesto, de un mito intachable como Eric Abidal. No es momento de disparar al pianista ni de consentir que las palabras se las lleve el viento, al menos no estas palabras.
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