Los ¡®bleus¡¯, espejo fr¨¢gil e imperfecto de Francia
La selecci¨®n de f¨²tbol refleja la historia colonial del pa¨ªs y los debates c¨ªclicos sobre la identidad
Es como si, una vez cada cuatro a?os, Francia se mirase al espejo y entonces descubriese su identidad real. La que no ve, por ejemplo, cuando observa a sus ¨¦lites pol¨ªtica o econ¨®micas. La que raramente disfruta de tanta presencia en los medios de comunicaci¨®n.
La diversidad de la selecci¨®n de f¨²tbol es un reflejo aumentado ¡ªla presencia de las minor¨ªas es mayor en el f¨²tbol que en el resto de la sociedad- de la diversidad de este pa¨ªs con una larga historia de colonialismo e inmigraci¨®n. Y subraya, por contraste, la escasa presencia de estos ciudadanos en la clase dirigente francesa.
Los bleus han sido, en el imaginario republicano, la pantalla en la que se proyectaba las obsesiones sobre la identidad nacional. Cuando las cosas iban bien -en Francia y en la selecci¨®n-, el f¨²tbol representaba un ideal. Cuando todo se torc¨ªa, resum¨ªa todas las disfunciones de la sociedad.
¡°Se podr¨ªa hacer una historia social de Francia estudiando el equipo de f¨²tbol¡±, dice en un caf¨¦ de Par¨ªs el escritor Abdourahman Waberi, escritor franc¨¦s nacido en Djibouti y profesor en la George Washington University. ¡°En los a?os cincuenta hab¨ªa jugadores con nombres polacos: gente del norte y el este de Francia, las cuencas obreras. En seguida, llegaron los italianos. En los equipos de los a?os setenta y ochenta vemos nombres italianos y espa?oles. Y a partir de mediados de los a?os ochenta y los a?os noventa tendemos a los hijos del ?frica postcolonial¡±.?
Relacionar la selecci¨®n francesa con la inmigraci¨®n puede dar pie a malentendidos. Sus jugadores son franceses, como lo eran el polaco Kopa, el italiano Platini, el espa?ol Fern¨¢ndez... Algunos, hijos o nietos de inmigrantes. Otros, nacidos en territorios coloniales como las Antillas, que llevan perteneciendo a Francia desde el siglo XVII, mientras que, como recuerda Waberi, Niza lleva poco m¨¢s de un siglo y medio en Francia.
S¨ª es verdad que estos equipos -Francia, y tambi¨¦n B¨¦lgica e Inglaterra, para fijarse s¨®lo en los semifinalistas del Mundial de Rusia- son la evidencia de una naciones europeas multi¨¦tnicas. Se trata de estados que, como m¨ªnimo sobre el papel, han ofrecido, cada una con modelos distintos, v¨ªas para la integraci¨®n de las sucesivas olas de inmigrantes. Estados Unidos -y basta para comprobarlo mirar la selecci¨®n de este pa¨ªs en cualquier deporte- tambi¨¦n responde a este modelo. Todas son lo que ahora se denominar¨ªa ¡°democracias liberales¡±, hoy cuestionados por el contramodelo de los partidarios del repliegue nacionalista y el modelo de democracia autoritaria.
En el caso franc¨¦s, el espejo de la selecci¨®n nunca fue perfecto, y con frecuencia ha sido inc¨®modo. Hace veinte a?os Francia gan¨® el Mundial y vivi¨® un idilio con la selecci¨®n black-blanc-beur de Zinedine Zidane, juego de palabras con los colores de la bandera, transformados en negro-blanco-¨¢rabe.
Tres a?os despu¨¦s, viv¨ªa el desagradable episodio de los abucheos a La Marsellesa en partido Francia-Argelia en el Stade de France, que algunos vivieron como una afrenta de los hijos de la inmigraci¨®n argelina a la patria. Y en 2002, el l¨ªder ultra Jean-Marie Le Pen, que representaba a la Francia hostil a la identidad black-blanc-beur, alcanzaba la segunda vuelta de las elecciones presidenciales (su hija, en 2017, repiti¨® el ¨¦xito y obtuvo m¨¢s de 10 millones de votos).
Los vaivenes -de la identificaci¨®n con los bleus a la incomodidad- no han cesado. En 2005, tras el estallido de las banlieues, el intelectual Alain Finkielkraut lament¨® que al selecci¨®n francesa fuese ¡°black-black-black, lo que provoca burlas en todo Europa¡±. Las fricciones no terminaron entonces. La exclusi¨®n, todav¨ªa en vigor, de Karim Benzema del equipo nacional, llev¨® al futbolista a sugerir la existencia de un lobby racista, aunque el motivo oficial fue su supuesta implicaci¨®n en un turbio asunto de chantaje sexual. La escasa proporci¨®n de descendientes de argelinos en la selecci¨®n tambi¨¦n llev¨® hace unos a?os algunos comentaristas a preguntarse: ¡°?D¨®nde est¨¢n los ¨¢rabes?¡± Muchos jugaban con Argelia.
Se dir¨ªa que las victorias en Rusia y el buen ambiente entre los bleus han apartado cualquier pol¨¦mica esta vez. El f¨²tbol se convierte entonces en una forma de pedagog¨ªa: ense?ar a los ciudadanos que tan franc¨¦s es llamarse Fran?ois como Zinedine.
¡°El equipo, el de 1998 o el de hoy, es Francia, porque Francia es una condensaci¨®n de todas las olas sucesivas que han llegado en el siglo XX. Por eso el equipo actual es un resumen de la historia de Francia y de la inmigraci¨®n¡±, dice por tel¨¦fono William Gasparini, soci¨®logo y profesor de la Universidad de Estrasburgo. Y a?ade en otro momento: ¡°La diversidad que vemos en el futbol de alto nivel no se reproduce en la pol¨ªtica. Si mira los diputados del departamento de Seine-Saint-Denis, con una fuerte inmigraci¨®n, hay pocos diputados que provengan de la inmigraci¨®n¡±.
De 12 diputados en Saint-Denis hay uno, y este el distrito por excelencia de la banlieue, el lugar de donde vienen varios jugadores de los bleus, entre ellos el nuevo h¨¦roe bleu, el veloz Kylian Mbapp¨¦. Queda campo por recorrer.
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