Francia impone su ley
Un cabezazo de Umtiti sirve a la selecci¨®n gala para derrotar a una B¨¦lgica brillante con el bal¨®n y alcanzar su tercera final mundialista tras las de 1998 y 2006
Concreta y s¨®lida, italiana o simeonesca si se quiere, Francia se plant¨® en la final del Mundial. La tercera de su historia, 20 a?os despu¨¦s de alcanzarla y ganarla en el campeonato que organiz¨® en 1998, antes de perder la de 2006 ante Italia. Tumb¨® a B¨¦lgica en un partido sobrio y con una de las armas que suelen acompa?ar a estos equipos tan p¨¦treos: el bal¨®n parado. Del cabezazo de Umtiti en el arranque del segundo tiempo ya no se pudo reponer la atractiva B¨¦lgica de Roberto Mart¨ªnez. Se encontr¨® con una selecci¨®n que gestiona los espacios y el marcador como ninguna de las que ha participado en este campeonato.
Antoine Griezmann tiene en Didier Deschamps un ide¨®logo que maneja los mismos registros que su entrenador en el Atl¨¦tico. Brillo, el justo, y cuando se puede. Eficacia, toda y m¨¢s. Sufrimiento y sudor, por descontado. No luce Francia en ataque, pero deslumbra y gana con un trabajo defensivo en campo propio que apenas concede ocasiones. A Deschamps siempre le import¨® poco o nada la est¨¦tica. Fue mediocentro defensivo, hizo un m¨¢ster en el calcioen sus a?os en la Juventus y fue la dovela t¨¢ctica de la Francia campeona de Aim¨¦ Jacquet. Su obra est¨¢ a un partido de coronarle campe¨®n del mundo como entrenador.
De las alienaciones se desprendi¨® el anuncio de una batalla f¨ªsica contra la que Roberto Mart¨ªnez trat¨® de protegerse. Sum¨® a Demb¨¦l¨¦ por el sancionado Meunier, y a Witsel y Fellaini para contrarrestar el trivote disfrazado que Deschamps forma con Pogba y Kant¨¦ en el medio y Matuidi tirado a la izquierda. Con tanto cemento armado en el centro, el partido se inclin¨® a la banda izquierda, donde Hazard se hab¨ªa instalado. Como el ataque derecho de Francia lo ocupaba Mbapp¨¦, se vieron de cerca el uno al otro. Parecieron retarse de inicio.
El diez franc¨¦s amenaz¨® de salida con un bufido en la primera pelota que toc¨®. En la estampida, pegado a la cal. se llev¨® por delante a Vertonghen y gan¨® la l¨ªnea de fondo, aunque sin consecuencias. Al aviso respondi¨® Hazard con media hora primorosa en la que enalteci¨® la figura de un mediapunta capaz de hacer el partido suyo arrancando desde un rinc¨®n. Cuando jug¨® bonito, con el regate, el cambio de ritmo y esa conducci¨®n tan pegada al pie que luce, fue una tortura para Pavard y cualquier franc¨¦s que tratara de auxiliarle. Cuando jug¨® para asociarse, le dio sentido y veneno a la posesi¨®n.
En ese tramo gobernado por Hazard se definieron las l¨ªneas maestras del partido. Francia se emple¨® como se siente m¨¢s c¨®moda. Ocup¨® los espacios y dej¨® que B¨¦lgica se explayara con el bal¨®n con De Bruyne como mejor socio del creativo del Chelsea. Entre los dos fabricaron la primera gran ocasi¨®n de los belgas cuando el volante del City prolong¨® una pelota con la puntera en alto de la que Hazard ara?¨® un disparo cruzado. Al poco, cruji¨® otra vez a Pavard en el lateral del ¨¢rea y sac¨® un zambombazo que no agujere¨® la red de Lloris porque antes rasp¨® la cabeza de Varane. Del rebote del posterior saque de esquina, Alderweireld pudo darle la ventaja a B¨¦lgica, pero se encontr¨® con otro vuelo imposible de Lloris. Si en los cuartos su parada al cabezazo de C¨¢ceres quedar¨¢ en la retina del Mundial, su estirada al remate del central belga tambi¨¦n tiene pinta de que ser¨¢ recordada si Francia se corona.
Ni Dechamps ni Francia se alteraron por la hegemon¨ªa belga con la pelota. Su plan era otro, recto, vertical y a toda pastilla a cada p¨¦rdida de los belgas que pudiera transformar en una transici¨®n sencilla pero trepidante. Cada uno jug¨® en su ley, con se?ales inequ¨ªvocas que trazaban las propuestas. Si B¨¦lgica produc¨ªa ataques madurados desde atr¨¢s y acelerados por Hazard, Francia se plantaba en las inmediaciones con uno o dos toques en apoyo. La figura de cada nueve tambi¨¦n mostr¨® la trama del duelo. Mientras los belgas buscaron poco o nada a Lukaku, los franceses jugaron a la diana con Giroud con patadas largas a la m¨ªnima que no merec¨ªa la pena arriesgar en los tr¨¢mites del juego.
Con esos trazos, el choque se fue al descanso empatado a cero porque el tobillo de Courtois evit¨® que Pavard convirtiera en gol un buen pase filtrado de Mbapp¨¦. La reanudaci¨®n trajo madrugador el gol de Umtiti. Un cabezazo a un c¨®rner cerrado por Griezmann. Si contra Uruguay otra rosca del rojiblanco la caz¨® Varane, esta vez fue el central del Barcelona el que se anticip¨® para conectar un testarazo incontestable. La pelota parada est¨¢ resultando decisiva en este Mundial y Francia tiene un lanzador excepcional y un arsenal de contundentes y agresivos rematadores.
Ya en ventaja, Francia se empe?¨® a¨²n m¨¢s en su repliegue. Mbapp¨¦ dedic¨® un lujo de tac¨®n para dejar solo a Giroud, pero este anduvo lento en el remate. No arriesg¨® nada ya la selecci¨®n de Deschamps. Cuando pudo sali¨® a la contra y cuando no trat¨® de dormir el partido con Griezmann de maestro de ceremonias. Mart¨ªnez meti¨® a Mertens y Carrasco para tener m¨¢s regate y centro, pero no le dio para mucho. Un cabezazo de Fellaini y un disparo lejano de Witsel repelido por Lloris. Si Mart¨ªnez meti¨® dinamita, Deschamps respondi¨® con hormig¨®n con N¡¯zonzi y Tolisso. Eso le vali¨® para alcanzar su tercera final en un Mundial. Sin brillo, pero plena de eficacia y orden. Italia no vino a este Mundial y Simeone no dirige, pero Francia los rememora partido a partido.
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