Ruge Nairo Quintana, el le¨®n de Tunja
Victoria del colombiano en el col m¨¢s dura del Tour, donde Gereint Thomas reafirma su maillot amarillo y Froome se rinde
Nairo Quintana ruge y la afici¨®n se emociona porque es siempre hermoso ver a un escalador lanzarse solo en la monta?a. El Tour no se inmuta. El Tour es el tren Sky y sigue inmutable, su ritmo, su plan. Nairo ha atacado a rueda de Dan Martin, el irland¨¦s tan delgado de dinamita y su explosi¨®n potent¨ªsima desconcierta unos segundos al tren, ocupado en ese momento en tareas log¨ªsticas, con su piloto polaco, Kwiatkowski intent¨¢ndole pasar un gel al Geraint Thomas, el gal¨¦s, el l¨ªder de amarillo fuerte, fort¨ªsimo.
Ruge el le¨®n de Tunja tan fuerte como hab¨ªa ensayado la v¨ªspera, y en la cima levanta los brazos, y est¨¢ feliz, tan feliz como Thomas por lo menos, que siente que ha ganado el Tour, que Chris Froome, su otra mitad hasta hoy, ha sido derrotado para siempre. No ha necesitado atacar ni siquiera ordenar a sus maquinistas que aceleraran el ritmo tras el colombiano diminuto; el magn¨ªfico Castroviejo, aplanado sobre la bicicleta y las narices bien abiertas con su tirita, y escalador como ya lo era hace unos a?os, cuando ayudaba a Nairo y le prestaba su bici en las aver¨ªas; el eficiente Poels, el espectacular Bernal que pedalea f¨¢cil con sus gafas de aviador cuando a todos les falta el ox¨ªgeno y Dan Martin abre la boca como para morderlo, masticarlo, sacar de cada mol¨¦cula toda la energ¨ªa que necesita para seguir dando patadas a sus pedales y alcanzar a Nairo y su pedalada de seda, de escalador puro, en su territorio amado.
"No es mi d¨ªa, G", le dice Froome por el pinganillo al l¨ªder, que es su amigo. Es la se?al de rendici¨®n que ha tardado 17 d¨ªas en llegar. Thomas ya no necesita atacar ni temer un ataque de su amigo, que dice basta en la etapa m¨¢s r¨¢pida e intensa del Tour, la que le ha dejado sin aliento, en la m¨¢s corta y r¨¢pida, y no por la salida rid¨ªcula con sem¨¢foro Tissot de Moto GP incluido desde las parrillas de salida, sino por el deseo del Movistar de ir a bloque, a bloque. Por el deseo de Nairo de escalar a tope y volver a sentirse grande y volver a comprobar que el cuerpo, su cuerpo, est¨¢ en su sitio.
Alejandro Valverde, el generoso, se cuela en la gran fuga del Peyresourde, y Marc Soler. El murciano no es peligroso en la general, pero no se le puede dejar coger 15 minutos, y el Sky se ve forzado a mantener la distancia corta, tres minutos, tres minutos tope. Y cuando el Ag2r de Bardet, que tambi¨¦n quiere mantener la tensi¨®n elevad¨ªsima en todos los seis millones y medio de cent¨ªmetros del camino hasta los 2.215 metros del Portet, no puede m¨¢s, Marc Soler, el debutante de lujo, se descuelga de la fuga y aumenta el ritmo en Azet y la etapa sigue veloc¨ªsima, sin tiempo para tomar un respiro. Y de todo ello ha necesitado el Movistar para hacer temblar al equipo del l¨ªder, tan cruel es el Tour.
Es entonces, en la primera cuesta del Portet, nada m¨¢s salir de la agitada Saint Lary Soulan, cuando Dan Martin y Nairo revientan la etapa. Pedalean fuerte el primero de los 16 kil¨®metros del col del Portet, largo pero duro, el m¨¢s duro y descarnado de todo el Tour, su zigzag, cremallera de asfalto oscuro interminable en la ladera de prados verd¨ªsimos a m¨¢s de 2.000 metros de altitud. Ninguno de los dos figura en la lista de ciclistas especialmente vigilados por los corredores del Sky, que solo tiene dos nombres, los de Tom Dumoulin y Primosz Roglic, pero el tope tope para ellos ya es de un minuto, un minuto. La decisi¨®n de Nairo mata a Froome, que deja sus ¨²ltimas fuerzas atajando un ataque de Roglic, el primero del esloveno tremendo. A por ¨¦l y a por Dumoulin s¨ª que hay que ir personalmente. Es la orden. Y hasta parece que Froome aprovechar¨¢ la ocasi¨®n para atacar por fin el maillot amarillo y dar legitimidad al liderato del Tour, pero Thomas, elegante y amigo, y con los amigos se es honesto y no se les ataca ni se les toca las narices, dice el gal¨¦s, no se acelera. Sabe, adem¨¢s, que solo la pelea fratricida desbarata el tren, el t¨®tem sagrado del Tour y de su equipo, el tren Sky. Y es su gran acierto, porque encuentra entonces la ayuda inestimable de Dumoulin, impaciente, que le lleva hasta Roglic y Froome. Y ah¨ª se acaba Froome y se acaba el Tour, al que en los ¨²ltimos metros, cuando nuevos ataques de Roglic-Dumoulin ya han dejado a Froome enfrent¨¢ndose a sus l¨ªmites con la ayuda de Bernal y llevando a rueda a Landa, que tampoco puede m¨¢s, da la puntilla Thomas con una aceleraci¨®n larga que le permite entrar solo tambi¨¦n, 47s despu¨¦s de Nairo. Y que le permite decir: "Parece que est¨¢ claro que lo tengo mejor que nadie para ganar el Tour".
Nairo Quintana, ajeno, pedalea y escala, atrapando a gente de la escapada que intenta pegarse a su rueda imparable y cede, y que le ayuda tambi¨¦n, como Valverde, que le espera y le gu¨ªa hasta que se agota. Nairo deja atr¨¢s a Martin y trepa solo, y el ni?o que es a¨²n, se siente de nuevo en Tunja y en su infancia, subiendo una monta?a para llegar a la escuela de Arcabuco. Sin gafas, sus ojos sinceros sin m¨¢scara, poco a poco va envejeciendo mientras avanza, y el sufrimiento se mezcla con el placer. Toda la vida le ha pasado por sus piernas y por su cuerpo que est¨¢ por fin en su sitio, y ese cuerpo se ha transformado, su mirada, sus arrugas. El dolor.
Como a los escritores ante el folio en blanco: sufre pedaleando, y lo odia, y se pregunta por qu¨¦ lo hace; pero despu¨¦s de haber pedaleado se siente ¨²nico, pleno, y no se cambiar¨ªa por nadie. Le hace feliz haber pedaleado, y lo disfruta. Y es su vida. El le¨®n ha rugido.
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