La Universidad Estatal de Iowa rinde un multitudinario homenaje a Celia Barqu¨ªn
Centenares de alumnos recuerdan en una vigilia a la joven golfista espa?ola asesinada, a la que que definen como un "alma bella"
La profundidad de la huella que dej¨® en la Universidad Estatal de Iowa Celia Barqu¨ªn, la golfista espa?ola asesinada el lunes en un campo de golf, resulta dif¨ªcil de comprender hasta que la comunidad se congrega en el campus, como sucedi¨® la noche del mi¨¦rcoles, para escuchar con l¨¢grimas en los ojos a algunas de las personas que m¨¢s cerca estuvieron de ella, una detr¨¢s de otra, relatar c¨®mo esta joven llegada de Puente San Miguel, Cantabria, a miles de kil¨®metros de distancia, cambi¨® sus vidas para siempre y para bien.
Centenares de j¨®venes abarrotaron la vigilia celebrada ante el campanario, s¨ªmbolo de la universidad, donde se hab¨ªa colocado una mesa con una foto de la campeona jugando, una pantalla con un bucle de fotos que repasaban su vida, y montones de postales para que sus compa?eros las rellenaran antes de envi¨¢rselas a su familia en Espa?a.
El colof¨®n lo puso quien m¨¢s cerca estuvo de ella en los ¨²ltimos meses, el canario Carlos Negr¨ªn, su novio, licenciado en ingenier¨ªa aeron¨¢utica y decano de los estudiantes espa?oles de la universidad, con quien Celia vivi¨® una maravillosa historia de amor que Carlos cont¨® sin tapujos, desvelando rasgos de una personalidad cautivadora que rememoraron antes que ¨¦l compa?eros de clase, de deporte, de Iglesia y de piso, adem¨¢s de un profesor y su entrenadora.
Carlos y Celia so?aron una vida juntos, con todo lujo de detalles, asegur¨® ¨¦l, que se interrumpi¨® a pu?aladas junto al hoyo 9 del campo Coldwater Golf Links. Pero nadie anoche quiso recordar el tr¨¢gico suceso porque, como dijo Carlos, "hay gente en este mundo que brilla tanto, que eclipsa cualquier mala acci¨®n".
"Era de verdad un alma bella", cont¨® Denzel, compa?ero del equipo de golf. "Siempre ten¨ªa buenas palabras y una personalidad efervescente. "Era el ep¨ªtome de una estudiante atleta, ten¨ªa metas y aspiraciones y la capacidad para alcanzarlas", a?adi¨® otra compa?era de equipo y, durante una ¨¦poca, de habitaci¨®n.
"Pas¨® dos fiestas de Acci¨®n de Gracias con mi familia en Cedar Rapids. Mis padres la llamaban 'nuestra hija europea', as¨ª que yo era como su hermana. En la habitaci¨®n ten¨ªamos una bandera, mitad espa?ola y mitad estadounidense, que cosi¨® un familiar suyo. Cuando me licenci¨¦, en mayo, me regal¨® una bandera hecha con las dos mitades sobrantes. Nos lleve adonde nos lleve la vida, me dijo, cada una tendremos nuestras mitades. Nos dijimos adi¨®s sin saber cu¨¢ndo nos volver¨ªamos a ver. No sospech¨¢bamos que aquella vez iba a ser la ¨²ltima".
Su energ¨ªa contagiosa fue destacada no solo por sus amigos. Tambi¨¦n por uno de sus profesores de ingenier¨ªa civil: "Iluminaba una habitaci¨®n con su sonrisa. Cuando la miraba en clase, era f¨¢cil que sonriera. Y cualquier ingeniero sabr¨¢ que es inusual ver a un alumno sonriendo en clase. Su ¨¦tica del trabajo era extraordinaria y, al mismo tiempo, era extremadamente humilde".
Al final, Carlos, su novio, con una flor amarilla (el color favorito de Celia) en la solapa, tom¨® la palabra para recordar a su novia a trav¨¦s de una relaci¨®n que comenz¨® una noche, a las tres de la madrugada, cuando recibi¨® una llamada de una chica que le gritaba: "?Eres espa?ol!". Una amiga le hab¨ªa dado el tel¨¦fono de un conocido espa?ol en medio de una fiesta y Celia, impulsiva como era, le llam¨® en el acto. "Se activ¨® una chispa en ese momento", explic¨® Carlos.
Despu¨¦s vino una declaraci¨®n de amor, planeada por Carlos, que Celia le arruin¨® quit¨¢ndole las palabras de la boca. "Fue la m¨¢s cruda expresi¨®n de sentimientos mutuos. No fue raro, fue bello", asegura. Tiempo despu¨¦s vino el primer beso. Una ma?ana de nieve, junto a la puerta de un coche, ella le agarr¨® por el cuello, se puso de puntillas y le bes¨®. "Me hab¨ªa imaginado el momento de much¨ªsimas maneras, todas diferentes a esa", ironizaba ¨¦l. Al terminar, ella le comunic¨® que se marchaba a una competici¨®n y que estar¨ªa fuera una semana.
"El amor que desprend¨ªa hac¨ªa de Celia una persona abierta, c¨¢lida y confiada", explic¨® su entrenadora, Christie Martens, a quien la joven en alguna ocasi¨®n se refiri¨® como una segunda madre. "Se convirti¨® en todo lo que era gracias al amor de su familia y de todos nosotros. Me gusta creer que todos nos hemos convertido un poco en personas como ella, gracias a haberla tenido en nuestras vidas".
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