Modric y el buenismo
El croata es el ¨²nico futbolista visitante que juega entre silencios en el Camp Nou
A Luka Modric siempre lo ha monitorizado el aficionado blaugrana con cierta aflicci¨®n, como esos padres que observan al hijo predilecto persiguiendo su propio destino, alej¨¢ndose con cada decisi¨®n de una vida que, durante a?os, planearon a sus espaldas. Al principio, llam¨® la atenci¨®n su m¨¢s que razonable parecido f¨ªsico con Johan Cruyff, apenas un chiquillo de nariz afilada que comenzaba a despertar el inter¨¦s de los grandes clubes europeos defendiendo la camiseta del Dinamo Zagreb. Luego llegar¨ªa su desembarco en la Premier League, que se ocup¨® de estrechar todav¨ªa m¨¢s el v¨ªnculo. Enrolado en aquel Tottenham vigoroso, junto a Gareth Bale o Peter Crouch, la parroquia cul¨¦ detect¨® en ¨¦l un abecedario com¨²n, las cualidades propias del futbolista menudo y magn¨¦tico que despachaba el mediocampo con id¨¦nticas herramientas a las utilizadas por Xavi o Iniesta en su propio jard¨ªn. Entonces, sin apenas reparar en ello, sucedi¨® lo impensable.
Su llegada al Real Madrid, por expreso deseo de Mourinho, sorprendi¨® a propios y extra?os, tan inflamado el club blanco en su papel de n¨¦mesis azulgrana que la pausa del croata sonaba a rendici¨®n. Era aquel un equipo en el que juego y relato parec¨ªan tejidos al contrataque, en el que no se entend¨ªa la felicidad sin v¨¦rtigo, el beso sin ara?azos. En ese Bernab¨¦u con alma de hip¨®dromo aterriz¨® Luka Modric y sus modales suaves de monje escribano: fino en el trazo, detallista hasta el extremo, maestro del color. En Barcelona, por el contrario, sus primeras actuaciones se diger¨ªan con cierta soberbia p¨²blica ¨C¡°no tiene sitio en este equipo¡±, se dec¨ªa- pero con un dolor sordo, ¨ªntimo, inconfesable.
A Modric se le puede reconocer sobre el c¨¦sped del Camp Nou con los ojos cerrados. Es el ¨²nico futbolista visitante que juega entre silencios, una consideraci¨®n que los aficionados m¨¢s respetuosos con las tradiciones del Estadi reservaban para los ¨ªdolos locales. Una de las grandes revoluciones del cruyffismo fue precisamente esa: la de interpretar los partidos vali¨¦ndose del o¨ªdo, sin necesidad de clavar la mirada sobre el terreno de juego durante los noventa minutos. Al croata se le pita y ultraja como a cualquier rival -lo cort¨¦s no quita lo incendiario- pero a lo largo del partido siempre se encuentra un minuto para guardar silencio, obviar el color de la camiseta que defiende, y recrearse en la partitura que desprende su f¨²tbol.
Muchas cosas han pasado desde su llegada a Espa?a, all¨¢ por 2012, alguna de ellas esta misma semana. Luka Modric ha sido galardonado como el mejor futbolista de la pasada temporada y su nombramiento no ha suscitado la habitual catarata de lisuras y objeciones que sol¨ªan acompa?ar a las coronaciones de Leo Messi o Cristiano Ronaldo. En Modric hay algo de Xavi, de Iniesta, de Pirlo, de Gerrard¡ De todos aquellos centrocampistas olvidados por la tiran¨ªa del gol pero tambi¨¦n por la estupidez de unos premios que se empe?an en retratar el f¨²tbol como una disciplina individual, como un vulgar concurso de solistas. Que la FIFA haya decidido premiarse a s¨ª misma con Luka Modric supone una espl¨¦ndida noticia para todos, tambi¨¦n para quienes reniegan del f¨²tbol inteligente, lac¨®nico y preciosista que representa el croata. Esta vez s¨ª, gan¨® el buenismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.