La Ryder derrota al Brexit
El torneo proclam¨®, aunque fuera de forma metaf¨®rica, el tremendo potencial de la cohesi¨®n, la generosidad y el trabajo bien hecho.
La Copa Ryder convirti¨® un campo de golf de Par¨ªs en un estadio de f¨²tbol, donde la muchedumbre dividi¨® ruidosamente su apoyo a europeos y estadounidenses. Es posible que los m¨¢s puristas detesten el car¨¢cter pasional y hasta grit¨®n que predomina en la atm¨®sfera del torneo, pero tambi¨¦n es la evidencia de su enorme ¨¦xito y de la extra?a sensaci¨®n que ahora mismo inspira. En medio de la inquietante Europa actual, sometida a tensiones que van desde un autoritarismo de aroma fascista en algunos pa¨ªses hasta el desgarrador Brexit, pasando por la erosi¨®n de la idea comunitaria, la Ryder proclam¨®, aunque fuera de forma metaf¨®rica, el tremendo potencial de la cohesi¨®n, la generosidad y el trabajo bien hecho.
En la hora del Brexit, millones de europeos disfrutaron de una Ryder que signific¨® el arrollador ¨¦xito de su equipo. Ninguna otra competici¨®n permite una relaci¨®n m¨¢s estrecha entre el aficionado al deporte y un nuevo espacio supranacional de emociones. En Le Golf National de Par¨ªs se jale¨® a los jugadores al grito de ¡°Europa, Europa¡±, sin distinci¨®n a nadie en un equipo sin franceses, integrado por seis brit¨¢nicos, dos espa?oles, dos suecos, un dan¨¦s y un italiano (el inspirado Francesco Molinari). Al frente, el dan¨¦s Thomas Bjorn.
La diversidad de or¨ªgenes se?ala por un lado el car¨¢cter universal del deporte y tambi¨¦n la posibilidad de adherirse a un espacio com¨²n que al aficionado le resulta natural, en este caso Europa. No es f¨¢cil conseguirlo en el escenario deportivo, donde se empuja m¨¢s a las rencillas locales que al acuerdo general. A esta visi¨®n reductora del deporte pertenecen algunos de los ejemplos m¨¢s nocivos de intolerancia y rencor popular, con aprovechamientos pol¨ªticos muy preocupantes.
Desde una perspectiva que excede a lo deportivo, la Ryder es un acontecimiento singular, producto de una deriva que empujaba a su desaparici¨®n. A casi nadie interesaba un torneo que naci¨® en 1927 para medir las fuerzas de estadounidenses y brit¨¢nicos en el golf. En poco tiempo se comprob¨® que era un duelo imposible. Desde 1935 hasta 1979, el Reino Unido s¨®lo gan¨® una de las 18 ediciones de la Copa Ryder. Las televisiones norteamericanas desde?aban el torneo. No lo transmitieron en directo por vez primera hasta 1984.
La inferioridad brit¨¢nica era tan grande que la Ryder supon¨ªa un fastidio considerable en el calendario de los americanos. La ayuda lleg¨® desde el continente europeo, a trav¨¦s de un joven jugador espa?ol, Seve Ballesteros, que entr¨® en el golf como entraron los Beatles en la m¨²sica pop, a todo trapo. Quiz¨¢ no sea el mejor deportista espa?ol de la historia, pero s¨ª el m¨¢s importante. Su juego y su carisma cambiaron el golf y la manera de percibirlo por los jugadores y por los medios de comunicaci¨®n. Los estadounidenses pod¨ªan desde?ar a los golfistas brit¨¢nicos y al torneo de marras, pero no pod¨ªan pasar de aquel fen¨®meno juvenil. En 1976, con 19 a?os, fue segundo en el Open Brit¨¢nico. Lo conquist¨® en 1979, el a?o que cambi¨® la Ryder y el golf, tal y como lo conocemos ahora.
La fascinaci¨®n por Seve signific¨® la adaptaci¨®n de la Ryder a un nuevo contexto. Ya no se trataba de los brit¨¢nicos, sino de Europa. En 1979, con Ballesteros y Antonio Garrido en el equipo, sustituy¨® al Reino Unidos como rival de Estados Unidos. Aquel torneo moribundo comenz¨® a crecer primero con regularidad, luego exponencialmente. La primera victoria de Europa, en 1985, alumbr¨® la construcci¨®n de un orgulloso relato europeo ¡ª12 victorias y cinco derrotas desde entonces¡ª y la consagraci¨®n de la Ryder como uno de los espect¨¢culos deportivos m¨¢s relevantes de nuestro tiempo, con la emocionante met¨¢fora de orgullo, cohesi¨®n y solidaridad de un equipo que desconoci¨® las fronteras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.