A m¨¢s Messi, menos Bar?a
Al equipo le interesa que el bal¨®n llegue masticado al rosarino porque cuanto m¨¢s pr¨®ximo est¨¢ a la porter¨ªa m¨¢s cerca del triunfo est¨¢ el equipo de Valverde
Al Bar?a le aguarda en la Champions un partido exigente en un momento delicado despu¨¦s de ceder siete puntos en la Liga. Aunque distintos, no conviene separar los torneos si se atiende a la historia del Barcelona, obsesionado con la Copa de Europa. No funciona el club azulgrana como el Madrid sino que necesita dominar la competici¨®n espa?ola para aspirar a la continental, esquiva desde Berl¨ªn-2015. A¨²n no se ha digerido la eliminaci¨®n de abril en Roma, punto y seguido a las goleadas de la edici¨®n anterior en Tur¨ªn y Par¨ªs, y tampoco se sabe muy bien ahora qu¨¦ cambi¨® de una temporada a otra en el equipo de Valverde.
El entrenador supo montar un equipo tan consistente como solvente, ganador del doblete, cuando Neymar huy¨® a Par¨ªs. Acertado en la precariedad, el Txingurri se maneja de momento peor en la abundancia despu¨¦s de fichar a Vidal, Lenglet, Arthur y Malcom. Hasta Messi convino como capit¨¢n que hab¨ªa mejorado la plantilla y, sin embargo, han empeorado los resultados, sobre todo ante rivales inferiores (Legan¨¦s, Girona. Athletic). El desconcierto se expresa individual y colectivamente: hay varios futbolistas fuera de forma, afectados por la resaca del Mundial, y aquel equipo fiable en el 4-4-2 no juega bien despu¨¦s de intentar ser fiel al estilo Bar?a a partir del 4-3-3.
La sensaci¨®n es que Valverde no se siente tan suyo al equipo despu¨¦s de cambiar un dibujo que por contra complace a Messi. La alineaci¨®n de los cuatro magn¨ªficos ha desequilibrado al colectivo y favorece las p¨¦rdidas de bal¨®n, las concesiones defensivas y el intervencionismo de Ter Stegen. Los delanteros no defienden, el equipo se parte y los se?alados acostumbran a ser el irregular Demb¨¦l¨¦ y Coutinho, al que se considera un atacante y no un interior capaz de sustituir a Iniesta. Tambi¨¦n se acusa a Luis Su¨¢rez cuando no mete goles, y en Europa no marca en campo rival desde septiembre de 2015. Nadie duda de Messi.
El argentino, sin embargo, no es el mismo cuando juega de delantero asociado a Su¨¢rez, como el a?o pasado, que si act¨²a abierto a la banda, como hoy, circunstancia que obliga a abrir la cancha por la izquierda con Demb¨¦l¨¦. Y cuando falla la mec¨¢nica de juego se impone la messidependencia el 10 se convierte m¨¢s en Xavi y en Iniesta y menos en Messi. La estad¨ªstica asegura que a mayor protagonismo del rosarino, peor para el Bar?a. La medida de pases por partido del equipo en la ¨²ltima temporada de Guardiola fue de 800 por 74 de Messi mientras que el promedio del a?o pasado pas¨® a 652 y 80. Los n¨²meros remiten a la versi¨®n de Messi con Argentina en el Mundial de Brasil (616 y 70) y en el de Rusia (558 y 80). Aunque el legado de Guardiola aseguraba que el ¨¦xito depend¨ªa de la felicidad de Messi, lo que quiere el 10 no siempre es lo que necesita el Bar?a. Al equipo le interesa que el bal¨®n llegue masticado al rosarino porque cuanto m¨¢s pr¨®ximo est¨¢ a la porter¨ªa m¨¢s cerca del triunfo est¨¢ el Barcelona.
M¨¢s que como solista, la grandeza de Messi se explica como futbolista de equipo, punto y final del Bar?a cuando juega agrupado en cancha rival, nada que ver con el fr¨¢gil l¨ªder de LaLiga. La situaci¨®n obliga a reparar por tanto en los fichajes, en su dif¨ªcil elecci¨®n y adaptaci¨®n, y en el rendimiento de los titulares, porque de ambos depende la posici¨®n de Messi y el ¨¦xito del Bar?a en Europa. La obsesi¨®n por ganar sin reparar en los motivos de la derrota es un riesgo que puede desvirtuar el modelo Bar?a y acercarlo al drama de la Albiceleste.
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