La muerte del central cl¨¢sico
La evoluci¨®n del f¨²tbol lleva a los zagueros de destructores a edificadores y varios t¨¦cnicos con experiencia como defensores alertan sobre un modo de entrenar que resta valor a los marcajes
La imagen se repite al margen de los niveles, en profesionales o en cadetes. Se ha convertido en sello de identidad, en el ep¨ªtome de una idea futbol¨ªstica triunfadora en Espa?a. El meta domina la pelota y ante ¨¦l se abren dos zagueros a cada flanco receptivos para jugarla por bajo con la intenci¨®n de generar superioridades desde el fondo y llevar al resto del equipo hacia posiciones m¨¢s avanzadas. Si una tarea ha evolucionado en el f¨²tbol esa es la del defensa central, que vir¨® su genotipo de cori¨¢ceo a cerebral, de destructor a edificador. ¡°Las piezas m¨¢s importantes para que un equipo juegue bien al f¨²tbol son los centrales¡±, dej¨® dicho Johan Cruyff. Y marc¨® un camino. En lo que va de Liga cuatro de los seis futbolistas que m¨¢s pases dan (Mandi, Pique, Bartra y Sergio Ramos) juegan en ese puesto. Y entre los diez que m¨¢s faltas cometen apenas figura uno (Djen¨¦).
No siempre fue as¨ª. ¡°A los que ¨¦ramos m¨¢s altos y peores nos pon¨ªan atr¨¢s. Y hab¨ªa que sobrevivir¡±, anticipa Marcelino Elena, zaguero que cumpli¨® una s¨®lida carrera profesional en las ligas espa?ola e inglesa y lleg¨® a gozar de la vitola de la internacionalidad. Lo hizo, por ejemplo, con aquel equipo que a las ¨®rdenes de Jos¨¦ Antonio Camacho gole¨® 9-0 a Austria al final del pasado siglo y anunci¨®, en cierto modo, lo que estaba por llegar en La Roja, Marcelino comparti¨® once con Guardiola, Valer¨®n, Fran y Ra¨²l. Pero su d¨ªa a d¨ªa entonces en el Mallorca consist¨ªa en acudir a los balones a¨¦reos, en trabajar las disputas, tomar la referencia del jugador m¨¢s avanzado del rival para anularlo y, si recuperaba la pelota, entreg¨¢rsela sin mayores frusler¨ªas a un compa?ero dotado de m¨¢s recursos t¨¦cnicos. ¡°La consigna m¨¢s repetida de los entrenadores era: juega f¨¢cil¡±, apunta Patxi Salinas, m¨¢s de 400 partidos en Primera, entre los diez centrales que m¨¢s han jugado en la m¨¢xima categor¨ªa. ¡°Poco riesgo, poco error¡±, desliza tambi¨¦n cuando ahonda en el recuerdo de un santo y se?a aprendido en Lezama ante cristalinos espejos: ¡°Goikoetxea, Rocky Liceranzu y Guisasola¡±.
Salinas teje ahora una trayectoria como entrenador en Segunda B. Sant Andreu, R¨¢pido de Bouzas, Burgos y, ahora, Badajoz han sido sus ¨²ltimos destinos, as¨ª que ha recorrido los cuatro puntos cardinales de la geograf¨ªa futbol¨ªstica espa?ola. ¡°Y ya casi todos los equipos buscan un perfil de central que salga con el bal¨®n jugado, incluso ya no se mira la talla tanto como antes. Se busca calidad y se desecha al central r¨¢pido, fuerte y duro. Me apena porque personalmente creo que es una gozada ver algo as¨ª sobre el campo, si se hace bien. A God¨ªn o Gim¨¦nez, por ejemplo¡±, explica. Y por ah¨ª se abre un debate. Durante d¨¦cadas los zagueros respond¨ªan a un molde. O jugaban en largo o simplemente le ced¨ªan la pelota al mediocentro para que iniciase el ataque. Luego lleg¨® la mezcla. La jirafa Jackie Charlton complement¨® a Bobby Moore. Con Beckenbauer se alineaba Schwarzenbeck, a Pirri le acompa?¨® Benito y a Alexanko le escolt¨® Migueli. Baresi siempre tuvo cerca primero a Galli y despu¨¦s a Costacurta como antes Scirea tuvo a Collovati o a Gentile. En defensas de cinco, Voro y Ribera se limitaban a restar en el S¨²per Depor y entregar la pelota a Djukic, como lo hac¨ªan G¨®rriz y Gajate con Larra?aga en la Real Sociedad. Ahora se cuentan con los dedos de la mano los equipos de alto nivel en el que al menos un central se inhiba de la construcci¨®n del juego de ataque.
¡°La evoluci¨®n es indudable porque el cambio en la regla que al portero usar las manos tras una cesi¨®n propici¨® que los centrales tuviesen que empezar a manejar m¨¢s la pelota para no pasarle todos los problemas al ¨²ltimo hombre, pero al final estamos inmersos en una especie de pelea para definir el f¨²tbol que se debe jugar y me parece un error¡±, valora Paco J¨¦mez, que fue central de rompe y rasga, de los que cuerpeaba al delantero. Lendoiro le fich¨® para el Deportivo tras un memorable marcaje a Bebeto, que defini¨® una abrupta cita en Vallecas como una pesadilla aunque al final el brasile?o marc¨® en el ¨²nico despiste de su marcador: ¡°O Paco puxaba todo o tempo. No pod¨ªa jugar¡±, explic¨® el delantero brasile?o en cuanto vio un micr¨®fono delante. El tiempo ha convertido a Paco, como estratega en los banquillos, en un adalid de lo contrario que expresaba de corto. ¡°M¨ªster, me duele cuando le doy al bal¨®n¡±, se quej¨® una vez a Toshack, cuando le entrenaba en el Deportivo. ¡°Y a m¨ª me duele cuando te veo darle¡±, le replic¨® el gal¨¦s. Ahora a J¨¦mez le da?a que un jugador suyo se quite la pelota de encima sin m¨¢s criterio que el que dicta la urgencia. ¡°Porque s¨¦ lo que cuesta recuperarla y la quiero para m¨ª. Siento el f¨²tbol de esa manera porque la experiencia me dice que nadie sabe cu¨¢l es el bal¨®n con el que ganas o pierdes un partido¡±, explica antes de reivindicar que trenzar pases no es la principal tarea que debe asumir un central. Ah¨ª vuelve aquel Paco que encimaba a Bebeto. ¡°Lo b¨¢sico es cumplir en defensa y ah¨ª me preocupa como cada vez se ven m¨¢s fallos en las marcas porque se desatiende esa preparaci¨®n en beneficio de la de hacer circular la pelota. Se le ha quitado valor al marcaje¡±.
¡°Lo que ocurre es que se hacen entrenamientos enfocados a centrocampistas. Veo muchas sesiones de trabajo y apenas se enfoca al trabajo espec¨ªfico de central. Los hay que hasta los 18 a?os apenas tocan el bal¨®n con la cabeza¡±, alerta Marcelino, un tipo forjado en campos que no invitaban a circular la pelota ante la frontal: ¡°Antes en la liga espa?ola era sencillo diferenciar un equipo del norte de uno del sur. Ahora los campos de hierba son alfombras o, en la base, de c¨¦sped artificial. Todo se ha uniformado y se fomenta la salida de bal¨®n desde los centrales desde edades muy tempranas. Antes los terrenos embarrados no permit¨ªan asentar esa cultura¡±. Marcelino trabaja ahora en una agencia de representaci¨®n de futbolistas, pero durante siete a?os fue comentarista en una televisi¨®n inglesa. En las Islas sigue su principal campo de operaci¨®n y de valoraci¨®n: ¡°Toda esa tendencia ha llegado a los principales equipos de all¨ª y a sus academias. La podemos ver tambi¨¦n en la selecci¨®n desde que la entrena Southgate. El central cl¨¢sico sobrio y contundente est¨¢, incluso all¨ª, cada vez m¨¢s en desuso¡±.
El futuro puede presentarse con carencias que eran impensables no hace tanto si se desprecian algunas facetas que demanda el juego. ¡°La diversidad enriquece el f¨²tbol¡±, advierte Paco J¨¦mez, lejos del extremismo que le achacan sus cr¨ªticos. Quiz¨¢s todo se reduzca a una cuesti¨®n de entendimiento. Hace pocos meses que uno de los severos titanes defensivos en activo, el juventino Giorgio Chiellini, alz¨® la voz en ese sentido: ¡°Guardiola arruin¨® al defensa italiano. Es un entrenador fant¨¢stico, pero muchos tratan de imitarle sin tener sus conocimientos¡±. En la selecci¨®n espa?ola ni se intuye la presencia inmediata de un central del perfil, ya no digamos la excelencia, de Carles Puyol, que integrado en los equipos que mejor movieron la pelota en las ¨²ltimas d¨¦cadas construy¨® su leyenda a base de agresividad en la marca, anticipaci¨®n, casta, coraje, contundencia y liderazgo. A base de f¨²tbol.
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