Hugo Orlando Gatti, alma del supercl¨¢sico
Extravagante como ninguno, el portero enamor¨® a La Doce del Boca y fue el primero en lucir publicidad. Lo que River no toler¨®, en el otro grande entusiasm¨®. ?l simboliza la diferencia entre los dos clubes
Boca y River han compartido varios jugadores en su larga historia. Pero quiz¨¢ ninguno tan singular como Hugo Orlando Gatti, El Loco,cuya carrera explica muchas cosas del f¨²tbol argentino y de ambos clubes.
Apareci¨® en Atlanta. Mientras jugaba en la Sexta, observaba al titular, N¨¦stor Mart¨ªn Errea que, como el m¨ªtico Carrizo, padre de esa escuela en Argentina, no se limitaba a jugar en el ¨¢rea chica, sino que sal¨ªa de ella a acortar ¨¢ngulos. Para ellos, volar era un fracaso. La ciencia estaba en adelantarse al peligro, por colocaci¨®n, cerrando ¨¢ngulos¡
A Gatti aquello le gust¨® y ser¨ªa el signo de su juego. Apareci¨® en Primera en el 62, con 19 a?os y pronto tuvo su primera tapa (portada) de El Gr¨¢fico. Ocupar esa tapa era la consagraci¨®n de un futbolista. ?l sal¨ªa retratado sobre un suelo de billetes. ¡°Este pibe vale millones¡±, rezaba el titular.
En el 64 le fich¨® River, donde Carrizo ya estaba en las ¨²ltimas, con 37 a?os. Se trataba de que creciera junto a ¨¦l y que le sucediera. Pero Gatti llevaba lo del arquero total m¨¢s all¨¢ que Carrizo. No se conform¨® con el ¨¢rea grande y el dominio de las bisectrices, como se escrib¨ªa entonces, sino que sal¨ªa del ¨¢rea, jugaba con el pie, sacaba de banda¡ Y cultivaba un aspecto original¨ªsimo que en River chocaba. Por ese tiempo visit¨® el Bernab¨¦u con River en el homenaje a Gento. Su aspecto (calcetines cortos, pelo a lo beatle antes de que estos fueran conocidos aqu¨ª, pantal¨®n hasta la rodilla), impact¨®.
Por el pelo largo, los de Boca empezaron a llamarle La Bruja. En La Bombonera, La Doce (la hinchada radical de Boca) le tir¨® una escoba, y ¨¦l la cogi¨® y se puso a barrer papelitos. Aquello fue un flechazo. La Doce le adopt¨® y ¨¦l empez¨® a hacer declaraciones de simpat¨ªa hacia Boca, lo que fue el colmo para la hinchada de River, que no soportaba su aspecto, sus locuras, sus alardes de vista, dejando pasar balones sin lanzarse¡ algunos de los cuales acababan en la red.
As¨ª que en el 69 se fue a Gimnasia y Esgrima. Justo cuando se retiraba Carrizo, al que mantuvieron hasta los 42 a?os, en la esperanza de que el chico se corrigiera. All¨ª se sinti¨® liberado, par¨® bien, inund¨® El Gr¨¢fico de declaraciones divertidas, cargadas de una simp¨¢tica arrogancia inspirada por Cassius Clay-Mohammed Al¨ª, su mayor ¨ªdolo. Y sigui¨® hablando bien de Boca.
Con 30 a?os, un adinerado y audaz presidente le lleva al reci¨¦n ascendido Uni¨®n de Santa Fe. Y con ¨¦l, como entrenador, al Toto Lorenzo, aquel que pas¨® por el Atl¨¦tico, y que al final de la campa?a le llevar¨ªa a Boca. Y eso que alguna faena le hizo. En el derbi de Santa Fe no se movi¨® en un tiro lejan¨ªsimo de Coscia, que entr¨® por la escuadra. Cuando El Toto le pidi¨® explicaciones contest¨®: ¡°Los goles lindos hay que mirarlos, maestro¡±.
Extravagante, jug¨® hasta los 44. Solo Maradona tuvo m¨¢s portadas de ¡®El Gr¨¢fico¡¯ que ¨¦l
Pero le llev¨® a Boca, y all¨ª fue la explosi¨®n feliz, el abrazo de amor con La Doce que siempre dese¨®. Al poco de llegar se parti¨® la mand¨ªbula en un choque tremendo con Astegiano, se habl¨® de meses de baja, pero volvi¨® a las tres semanas, salvando una situaci¨®n dif¨ªcil del club. Boca hizo doblete, Nacional-Metropolitano, el a?o siguiente gan¨® su primera Libertadores, el tercero gan¨®, Libertadores m¨¢s Intercontinental. ?l exager¨® sus extravagancias. Lleg¨® a ser suspendido por la AFA por su ropa. Fue el primero en ponerse publicidad. Resucit¨® algo que hizo en sus inicios en Atlanta: lanzar el bal¨®n con fuerza al larguero para que rebotara y le llegara al compa?ero elegido. Luego, se izaba a pulso en el larguero, asomaba la cabeza por encima y sacaba la lengua a La Doce, que se entusiasmaba.
Un d¨ªa, tras salir del ¨¢rea a cortar una jugada, sigui¨®, regate¨®, pas¨® el medio campo y cedi¨® a Perotti, que marc¨®. En dos amistosos le dejaron jugar de delantero.
Una historia de amor como no hubo otra. Jug¨® hasta los 44. Aquello s¨®lo acab¨® cuando en unas elecciones se le ocurri¨® respaldar al candidato de Alfons¨ªn. La Doce siempre fue peronista. La pol¨ªtica mat¨® el amor. Si no es por eso, qui¨¦n sabe si seguir¨ªa a¨²n. Solo Maradona tuvo m¨¢s tapas de El Gr¨¢fico que ¨¦l. Lo que River no toler¨®, en Boca entusiasm¨®. ?l explica la diferencia entre los dos clubes.
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