¡°Miedo¡±, ¡°verg¨¹enza¡±, ¡°maltrato¡±... El juicio a Miguel ?ngel Mill¨¢n revela el ¡°trastorno emocional¡± en sus v¨ªctimas
El ext¨¦cnico de atletismo escucha las acusaciones en su contra mientras la federaci¨®n se desmarca y niega cualquier responsabilidad durante la primera sesi¨®n del juicio
Un funcionario judicial oculto tras una gran pantalla de ordenador lee acelerado con voz inexpresiva el relato de los hechos en la Sala Segunda de lo Penal de la Audiencia Provincial de Tenerife. Al fondo, solo en el banquillo, un agente de polic¨ªa a cada lado, a distancia, Miguel ?ngel Mill¨¢n escucha silencioso, espectador de una obra que debe de ser ajena. Barba blanca mal afeitada, forro polar oscuro del que se despoja mediada la sesi¨®n para mostrar debajo otro forro polar, delgad¨ªsimo, un anciano aparentemente solo, aparentemente mucho m¨¢s viejo que los 68 a?os que dice su carnet de identidad, y desamparado.
Se supone que ni parpadea durante la lectura de los pasajes m¨¢s violentos de la narraci¨®n? ¨C¡°lametones en el ano¡±, ¡°introducci¨®n de un semillero de forma tabular por el ano¡±, ¡°masturbaciones¡±, ¡°introducci¨®n del pene en la boca¡±¡ª porque, por orden del juez, est¨¢ prohibido verle la cara, fotografiarle. Los hechos narrados son las confesiones de los testigos, v¨ªctimas, E. y P., dos chavales ya mayores de edad que cuentan que cuando a¨²n no hab¨ªan cumplido los 18 sufrieron abusos sexuales por parte de su entrenador de atletismo, admirado y respetado. Tanto le quer¨ªan, tanto confiaban en ¨¦l y en su forma de ver la vida que antes que a sus padres, antes que a nadie, fue a ¨¦l a quien ambos dijeron que eran homosexuales. Ten¨ªan 13 y 15 a?os.
La Fiscal¨ªa pide 12 a?os de prisi¨®n; 21, la acusaci¨®n popular.
La falsa apariencia de la soledad del encausado desaparece cuando el mismo funcionario lee los informes de psic¨®logos y forenses que certifican tanto la veracidad y la sinceridad de las declaraciones de denuncia de los j¨®venes como el destrozo psicol¨®gico que sufren despu¨¦s de los abusos. ¡°E.¡±, lee el funcionario, ¡°muestra marcadores de trastorno emocional compatible con situaciones de maltrato, sentimiento de culpa, verg¨¹enza, secretismo, miedo, s¨ªntomas de disociaci¨®n, enfado hacia Mill¨¢n, ansiedad y estr¨¦s postraum¨¢tico¡±.
El informe del psiquiatra del Instituto de Medicina Legal cuenta que tras la denuncia de diciembre, P., que ten¨ªa 16 a?os entonces, tuvo muchos problemas para continuar su vida en el instituto y en el deporte. Vivi¨® aislado del resto de los atletas y de los amigos. Falt¨® a clase reiteradamente. En octubre de 2017 abandon¨® el deporte y los estudios. Refiere el especialista que P. vivi¨® una situaci¨®n de chantaje emocional, que vio condicionados su libertad sexual y su rendimiento deportivo a los caprichos sexuales del acusado. ¡°Presenta una sintomatolog¨ªa ansiosa y depresiva ligada a los hechos denunciados; sentimientos de insatisfacci¨®n general por la vida, desesperanza, des¨¢nimo, moral baja: los hechos descritos y vividos por el menor han condicionado su vida personal, social, escolar, familiar; irascible, autosuficiencia defensiva. Se considera necesario un a?o de trabajo psicol¨®gico¡±, lee el inexpresivo funcionario de carrerilla. Y todos comprenden que aunque a Mill¨¢n no le acompa?e ning¨²n familiar, su mujer, sus hijos, quienes est¨¢n solos de verdad son las v¨ªctimas.
La Federaci¨®n Espa?ola de Atletismo, considerada por la acusaci¨®n como responsable civil, se desmarca de sus relaciones con Mill¨¢n con una velocidad tan atl¨¦tica como escasamente elegante. El abogado del organismo que presidi¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Odriozola desde 1989 hasta 2016 (los a?os de auge del valor como entrenador de Mill¨¢n, el t¨¦cnico que llev¨® a Antonio Pe?alver de un pueblo a una medalla ol¨ªmpica en Barcelona 92, los a?os tambi¨¦n de sus presuntas andanzas como abusador de menores) declar¨® que toda su relaci¨®n contractual con Mill¨¢n, de 68 a?os, termin¨® el 31 de diciembre de 1992, el d¨ªa que abandon¨® Alhama de Murcia y su club de atletismo obligado por los vecinos y el Ayuntamiento, que hab¨ªan adquirido conciencia del da?o que hac¨ªa a sus hijos. Despu¨¦s, explic¨® el letrado, entre 2003 y 2016, se le hicieron contratos mercantiles de 30 d¨ªas al a?o durante 14 a?os y solo para que atendiera a media docena de decatletas becados por la federaci¨®n en los centros de alto rendimiento de Madrid y Barcelona. Para nada sab¨ªa la federaci¨®n siquiera que en el Club Atletismo Tenerife Caja Canarias entrenara a esos chavales de los que, si es verdad lo que se dice, abus¨® en todo caso en su coche, en su casa o en los hoteles de sus viajes, no en locales federativos¡ Y si trabaj¨® como responsable m¨¢ximo de decatl¨®n y las pruebas combinadas en el comit¨¦ t¨¦cnico supremo del atletismo espa?ol lo hizo como asesor, sin contrato.
Con este discurso, la federaci¨®n, presidida por Ra¨²l Chapado, intenta ahorrarse los 60.000 euros de indemnizaci¨®n que deber¨ªa pagar a los chavales si se condena a Mill¨¢n, y logra, antes que eso, abandonar a su suerte no al t¨¦cnico aparentemente solo, sino a dos j¨®venes que quisieron ser atletas y llegaron a creer a Mill¨¢n, el entrenador de m¨¢s prestigio del mundo, como demostraba su puesto en la federaci¨®n, que les hab¨ªa prometido que si eran buenos llegar¨ªan a los Juegos Ol¨ªmpicos, y compartir¨ªa ¨¦l con ellos esa maravillosa experiencia, como antes hab¨ªa hecho con Pe?alver. Tambi¨¦n el organismo se ahorrar¨¢ responder a la petici¨®n callada de las decenas de presuntas v¨ªctimas de Mill¨¢n en los ¨²ltimos 30 a?os, que quieren simplemente que la federaci¨®n asuma que no actu¨® correctamente y se disculpe.
Despu¨¦s de las lecturas, el juez Joaqu¨ªn Astor Landete habla con Mill¨¢n, quien se pone de pie y solo entonces muestra s¨ªntomas de incomodidad. Las manos le tiemblan.
-Don Miguel ?ngel Mill¨¢n, por favor, p¨®ngase de pie, si es tan amable. Ha conocido la lectura de los hechos en los que se sostiene la acusaci¨®n, ?acepta y reconoce usted los hechos de la acusaci¨®n y, por lo tanto, reconoce las responsabilidades que se derivan de ellos, s¨ª o no?
-No.
El resto del juicio, que continu¨® con la declaraci¨®n de los testigos-v¨ªctimas-acusadores, E. y su madre y P. y su padre, continu¨® a puerta cerrada por orden del juez, quien tambi¨¦n prohibi¨® escribir o decir los nombres y apellidos completos de los j¨®venes atletas a los que prometieron que ser¨ªan ol¨ªmpicos. Tambi¨¦n testificar¨¢n 12 exatletas m¨¢s que declarar¨¢n que tambi¨¦n sufrieron abusos por parte de Mill¨¢n, aunque no le denunciaron.
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