El mundo seg¨²n Nadal
En secreto, casi con verg¨¹enza, nos escuchamos pensando que ojal¨¢ el duelo acabase r¨¢pido, porque de todas maneras acabar¨ªa mal
La vida es repetici¨®n, y por esa raz¨®n Nadal y Djokovic van por su enfrentamiento n¨²mero 53. Pero la vida es tambi¨¦n variaci¨®n, con la que se explica la inusual derrota que serbio le infligi¨® al espa?ol. Todo se resolvi¨® en dos horas y poco, que en otro momento ser¨ªa el tiempo que ambos se tomasen para ir empezando. En secreto, casi con verg¨¹enza, nos escuchamos pensando que ojal¨¢ el duelo acabase r¨¢pido, porque de todas maneras acabar¨ªa mal. Hay d¨ªas que uno flirtea con sus errores todo el tiempo, hasta que tambi¨¦n pasan a formar parte de las repeticiones de la vida, por eso las bolas de Nadal mor¨ªan de su lado de la red, mientras las de Djokovic encontraban siempre el pasadizo. Todo lo que el serbio hizo sobre la pista result¨® tan preciso y absoluto, que sus golpes hablaban para decir ¡°gan¨¦¡±.
Tal vez no exista tenista m¨¢s irreductible, sin embargo, que Rafa Nadal, acostumbrado a ganar tras un hundimiento. Es f¨¢cil pronosticar que, olvidada Australia, habr¨¢ nuevos duelos con Djokovic, que seguramente acaben de otra manera. Y con ellos volver¨¢ la emoci¨®n y dramatismo que quiz¨¢ faltaron esta vez, de modo que tras cada punto nos siga pareciendo que el mundo va a hacerse a?icos, y a continuaci¨®n rehacerse sin m¨¢s, para que siga el partido. Produce v¨¦rtigo imaginar qu¨¦ ser¨¢ de estos dos tenistas cuando dejen de coincidir y ya no puedan sentir placer y miedo al verse a cada lado de la pista, decidiendo qui¨¦n es el mejor en cada momento. Quiz¨¢ cuando eso ocurra se den cuenta, repentinamente, de que ya no son j¨®venes y que la vida se les est¨¢n escapando por igual. No estar¨¢n solos. Aquellos seguidores que hemos visto muchos de esos partidos tambi¨¦n seremos golpeados por la fuerza de esa revelaci¨®n, aunque en algunos casos ya no ser¨¢ la primera vez. A lo mejor el mundo avance tanto que un d¨ªa podamos revivir sus partidos, pero ya dentro de sus cabezas, a elegir en cu¨¢l, y saber qu¨¦ clase de batalla se libra con uno mismo para doblegar al otro.
Cada Nadal-Djokovic, casi sin importar c¨®mo acabe, es una s¨²plica para que haya otro duelo, y otro, y uno m¨¢s, en los que ir reparti¨¦ndose las victorias. Nos acostumbramos a la reiteraci¨®n de su tenis como si la vida fuese mero engranaje. Pens¨¦ lo mismo cuando le¨ª El mundo seg¨²n Garp y descubr¨ª el particular sistema de lectura del protagonista, que consist¨ªa en encontrar un libro que le gustase y leerlo repetidas veces. Despu¨¦s ten¨ªa que estar mucho tiempo sin leer otro para no estropear el anterior. Por ejemplo, El copart¨ªcipe secreto, de Conrad, lo ley¨® 34 veces, y El hombre que amaba las islas, de D.H. Lawrence, 29. No s¨¦ si alguien ha visto todos los Nadal-Djokovic, pero seguro que cada uno ha tenido algo de igual a los otros, y a la vez de diferente a todos. Es justamente lo que le pedimos. La vida es repetici¨®n, pero tambi¨¦n contradicci¨®n. As¨ª que queremos m¨¢s. Porque en el mundo seg¨²n Nadal ahora toca ganar Ronald Garros, como siempre.
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