El ¡®instant replay¡¯ y el duro trabajo de p¨ªvot
En los partidos de baloncesto no se presentan dos equipos en la pista, sino tres. El equipo arbitral se convierte en ese elemento gris del cual nadie quiere o¨ªr hablar
Ya lo avisaban Laso y Pesic; esto es la liga regular, y no se deb¨ªan llevar las consecuencias de este cl¨¢sico m¨¢s all¨¢. Llegaban ambos de una dura semana en la Euroliga, especialmente para el Bar?a, que no tendr¨¢ el factor cancha a su favor en los playoff.
En los partidos de baloncesto no se presentan dos equipos en la pista, sino tres. El equipo arbitral se convierte en ese elemento gris del cual nadie quiere o¨ªr hablar, porque sus intervenciones raramente ayudan en la parte que este juego tiene de espect¨¢culo. Sin embargo, en la previa era obligado retomar la narrativa donde la dejamos en la Copa. Por un momento tuvimos la sensaci¨®n de que esto no era un Madrid vs. Bar?a, sino un Madrid y Bar?a contra los tres se?ores a los que adem¨¢s del silbato les han comprado una televisi¨®n para que no se equivoquen nunca. Y uno tiene la sensaci¨®n de que nada que se revise en el instant replay antes de los dos ¨²ltimos minutos tendr¨¢ m¨¢s valor que el de poner a los jugadores, entrenadores y p¨²blico bastante de u?as frente a los infalibles revisores.
Con la irrupci¨®n de la estad¨ªstica avanzada, los jugadores antes llamados p¨ªvots han tenido que reciclarse. Siguen siendo los m¨¢s altos y casi siempre los m¨¢s fuertes, pero ahora se les pide que adem¨¢s sean los m¨¢s r¨¢pidos. Resulta que el ataque se ha convertido en un constante pick and roll, con los hombres exteriores pidiendo permanentes bloqueos a sus p¨ªvots, para acabar con un triple o con una bandeja. Uno ve¨ªa el segundo cuarto de Tavares, Ay¨®n o Tomic, y le daban ganas de sacarlos del partido y llevarlos a ver un v¨ªdeo de aquellos choques en los que el entrenador exig¨ªa a sus bases y aleros meter en cada posesi¨®n al menos un bal¨®n al p¨ªvot. Durante todo el segundo cuarto, el baloncesto fue una sucesi¨®n de tipos grandes d¨¢ndose una paliza para bloquear a sus tiradores, con Carroll, Kuric, y el tapado Smits disfrutando como enanos.
El inicio de un partido igualado tras el descanso es algo que no ha cambiado, y que jam¨¢s cambiar¨¢; el que tarda en comparecer, normalmente, acaba perdiendo. Sali¨® el Madrid con la idea de contemporizar un poco, con ese estilo de juego un poco a lo Thompkins (¡°hacedme llegar el bal¨®n a la esquina, y desde aqu¨ª los mato¡±), pero no se dio cuenta de que Pesic hab¨ªa decidido evitar especulaciones. Pangos y Heurtel pudieron jugar tres minutos a toda velocidad y el Bar?a subi¨® de cinco a ocho la ventaja.
Campazzo toc¨® a rebato al inicio del ¨²ltimo cuarto, porque a su equipo ya no le ven¨ªa bien esperar, y porque es una especie de Hulk Hogan de metro ochenta. Pangos ten¨ªa dos opciones, aceptar su inferioridad f¨ªsica, o sacar un cierto orgullo competitivo. Eligi¨® la segunda, y ese duelo en el centro de la escena hizo que el Madrid descuidara a Claver, que cada vez lleva la etiqueta de jugador profesional mejor cosida a su camiseta. Y de repente, a tres minutos del final, se lo juro, Tomic recibi¨® un bal¨®n en el poste bajo, e hizo un movimiento de p¨ªvot de los de toda la vida. Se acord¨® uno de aquello que sol¨ªa decirse sobre que los bases ganaban partidos, pero los p¨ªvots ganaban campeonatos. Haciendo m¨¢s kil¨®metros que nadie, habr¨ªa que a?adir. Pobres tipos grandes.
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