Paco Garrido, el legado del profesor que entren¨® a David Russell
Dirigi¨® al Estudiantes entre 1983 y 1988 y dej¨® un inolvidable recuerdo de respeto por el baloncesto y, sobre todo, por sus protagonistas del que muchos nos hemos beneficiado despu¨¦s
El fallecimiento de Paco Garrido, entrenador del Estudiantes entre 1983 y 1988, a los 64 a?os, como consecuencia de una neumon¨ªa derivada de la Esclerosis Lateral Amiotr¨®fica (ELA) que le diagnosticaron en 2012, nos sorprendi¨® a la mayor¨ªa de seguidores del club. Paco se alej¨® por completo del negocio del baloncesto profesional una vez terminada su etapa en la ACB, tras un breve paso por el Caja Bilbao.
Segundo de tres hermanos, Garrido fue alumno del Ramiro de Maeztu y comenz¨® en el baloncesto en un equipo de Minibasket dirigido por A¨ªto Garc¨ªa Reneses, que combinaba a finales de los a?os 60 su faceta de jugador del primer equipo con su incipiente perfil de entrenador. Un perfil, por cierto, que el universitario Garrido aprovech¨® a finales de los 70 tambi¨¦n en la cantera estudiantil para pagarse sus estudios de Geograf¨ªa e Historia, mientras su hermano ?ngel, cinco a?os mayor, le hac¨ªa siempre de fiel ayudante ¡ª¡°en realidad, fui una especie de guardaespaldas de mi hermano mediano¡±¡ª, nos confesaba estos d¨ªas.
Su car¨¢cter educado y dialogante, su capacidad para transmitir y hacer cumplir las normas justas, y una evidente madurez intelectual, son elementos que todos destacan de Garrido. ¡°Para Paco, ser entrenador de ACB en el Estudiantes nunca fue un objetivo primordial¡±, nos comentaba ?ngel Go?i, jugador suyo en la cantera estudiantil. ¡°Tanto es as¨ª, que recuerdo como uno de sus mejores legados la prohibici¨®n de hacer referencia al entrenamiento o al partido cuando est¨¢bamos tomando algo todos juntos despu¨¦s. Era el momento de hablar de temas importantes, y no de baloncesto¡±.
En su primera temporada como entrenador de ACB, con apenas 28 a?os, el Estudiantes se salv¨® del descenso en el ¨²ltimo playoff frente a Pe?as de Huesca. Y al a?o siguiente, con algo m¨¢s de colch¨®n en la econom¨ªa, aterriz¨® en el club una de las parejas de jugadores norteamericanos que los m¨¢s veteranos llevar¨¢n siempre en su recuerdo. El d¨²o John Pinone-David Russell, acompa?ado por jugadores como Pedro Rodr¨ªguez, Carlos Montes, Javi Garc¨ªa Coll, Imanol Rementer¨ªa, Abel Am¨®n y H¨¦ctor Perotas, liderados en la pista sobre todo por el veterano Vicente Gil, tambi¨¦n por Chinche Lafuente y, posteriormente, por Jos¨¦ Miguel Ant¨²nez, mantuvieron siempre al equipo en los puestos nobles de aquella reci¨¦n nacida competici¨®n profesional de los 80, sin lugar a dudas, una d¨¦cada prodigiosa de nuestro baloncesto.
Con una personalidad alejada de cualquier protagonismo, Garrido hizo la vida m¨¢s f¨¢cil a los mitos estadounidenses que el aficionado medio consideraba entonces de otro planeta. Sirva como ejemplo la an¨¦cdota que protagoniz¨® junto al neoyorquino Russell (cuya leyenda aseguraba que en toda su estancia en Espa?a jam¨¢s cambi¨® la hora en su reloj de oro y brillantes), y al que pr¨¢cticamente solo Paco pudo entrenar a nivel competitivo en Europa ¡ªpues Russell hab¨ªa llegado al Joventut a mitad de la temporada anterior, y las lesiones le llevaron casi a la jubilaci¨®n al terminar su etapa en Estudiantes¡ª. Era la temporada 86-87, el equipo hab¨ªa empezado 2-7, y solamente le serv¨ªan cinco victorias consecutivas para disputar la Copa del Rey. Tras lograr las tres primeras, y justo antes de enfrentarse al Real Madrid a domicilio, Russell pidi¨® permiso para viajar a su pa¨ªs por uno de esos ¡°asuntos inaplazables¡±. Paco Garrido, lo dej¨® viajar, confiando en que pudiera regresar a tiempo. Pero a Russell se le complic¨® la semana, y aterriz¨® de vuelta en Madrid apenas dos horas antes del partido, con el tiempo justo para llegar a la rueda de calentamiento. Ni los rivales, ni los aficionados, ni los medios de comunicaci¨®n supieron por supuesto nada de aquel viaje. Russell calent¨®, Paco lo tuvo 34 minutos en pista, el norteamericano acab¨® con 26 puntos, y el Estudiantes se llev¨® de forma inesperada el triunfo, lo que sumado al de la jornada siguiente frente al Joventut les clasific¨® contra pron¨®stico. Cuando algunas voces en la directiva sugirieron que la actitud del jugador no hab¨ªa sido la m¨¢s profesional y merec¨ªa un correctivo econ¨®mico, la respuesta de Paco fue tan educada como firme: ¡°Hemos hecho lo que ten¨ªamos que hacer; por favor, no nos compliquemos la vida innecesariamente¡±.
Descanse en paz una persona que estudi¨® para ser profesor de Historia, que deja mujer y dos hijos, y al que ¡°ese conjunto de vivencias que nos van amueblando¡±, como dec¨ªa el fil¨®sofo, lo llev¨® a dejar un legado de respeto y cari?o por el baloncesto y, sobre todo, por sus protagonistas del que muchos nos hemos beneficiado despu¨¦s.
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