Un Burgos de Primera

Antes de la llegada de las sociedades an¨®nimas deportivas, ser presidente de un equipo de f¨²tbol era otra cosa. Para llegar al palco, hab¨ªa que ganar unas elecciones, lo que de alguna manera obligaba a tener un proyecto. Y tambi¨¦n era necesario contar con la aprobaci¨®n de las fuerzas vivas de la comunidad ¨Cpol¨ªticas, empresariales, militares o eclesi¨¢sticas¨C, que ya se sabe que en el balompi¨¦ da igual que se trate de un club o de una empresa: si la pelota da en el poste y sale, ser¨¢ necesario contar con alg¨²n apoyo que compense el cabreo del aficionado.

A Jos¨¦ Luis Preciado Santamar¨ªa lo propusieron como presidente del Burgos Club de F¨²tbol tres cargos p¨²blicos: el alcalde de la ciudad, el gobernador civil y el presidente de la Diputaci¨®n. Era 1958. Faltaba ¨²nicamente una aprobaci¨®n: la del ej¨¦rcito, en el que serv¨ªa como Capit¨¢n Interventor de Artiller¨ªa, Ingenieros y Automovilismo.

Aquella autorizaci¨®n sigui¨® la cadena de mando de la forma en que se le presupone a los militares, de tal manera que termin¨® hablando con el entonces ministro Antonio Barroso. La conversaci¨®n fue muy futbolera: ¡°?Eres madridista o atl¨¦tico?¡±, inquiri¨® el mandatario, que a?adi¨® un consejo de visionario: ¡°cuidado con la relaci¨®n con la prensa, la radio y la televisi¨®n que ahora empieza¡±.

En Benditos se¨¢is (Gran V¨ªa), Eduardo Mungu¨ªa Garc¨ªa comparte una cr¨®nica de los 16 a?os de Preciado al frente del club burgal¨¦s. Una etapa dorada de la entidad, que alcanzar¨ªa la Primera Divisi¨®n en 1971. Eran tiempos en los que los clubes a¨²n ten¨ªan su sede social en un piso en el centro de las ciudades, y en los que el presidente conduc¨ªa un coche para ir a fichar a un jugador o para comprar semillas para c¨¦sped.

Antes de un partido decisivo, se pod¨ªa llegar apenas media hora antes en taxis y los presidentes ped¨ªan en el descanso que se dejara el partido un poco abierto ¡°para hacer mejor taquilla en la vuelta¡±. Tambi¨¦n fichaban a jugadores que har¨ªan historia, como Juanito. Y les daba igual que fueran otras directivas las que los disfrutaran.