Una trampa inesperada condena a Thomas y Mas
Una ca¨ªda a seis kil¨®metros provoca que dos de los favoritos pierdan sus opciones. Schachmann gana su segunda etapa
En cualquier momento de cualquier carrera puede llegar la sorpresa, o la debacle. Los ¨²ltimos kil¨®metros de la tercera etapa de la Itzulia se recorren por una carretera estrecha, camino del santuario de Estibaliz, pero la trampa llega unos metros antes, en la ¨²ltima curva ancha, bien trazada, a pocos metros de entrar en el fregado del tramo decisivo. En Arkaute, el pueblo en el que se forman los agentes de la Ertzaintza, que son quienes viajan por delante del pelot¨®n.
Max Schachmann, el l¨ªder, circula entre los primeros del pelot¨®n, protegido por sus compa?eros. No ve nada, ¡°s¨®lo escuch¨¦ el ruido¡±. La carrera cambi¨® de golpe.
Unas horas antes, nadie se lo espera. En Murgia, el pueblo de Mikel Landa, acampa el Cofidis. Los auxiliares friegan el cami¨®n de las bicicletas. Hace un rato que han salido los ciclistas para la faena del d¨ªa, a ganarse el jornal, como han hecho el resto de los equipos. Es, tal vez, el ¨²nico momento de calma de quienes se quedan en la retaguardia despu¨¦s de atender a los corredores que ya est¨¢n camino de la salida. Un caf¨¦ tranquilo, un momento de charla.
El resto es el ajetreo habitual de cada carrera. Mientras Guajardo, el locutor, un ordenador en el cerebro, que se conoce a todos los participantes y su palmar¨¦s, desmenuza a quienes se acercan al control de firmas, los jalea, los anima, les ofrece un aliciente moral para hacer su trabajo, en los autobuses los directores dan la charla t¨¢ctica, planean en la pizarra lo que va a suceder en la carretera, aunque luego, posiblemente, pasar¨¢ otra cosa, porque una vez que se ponen a dar pedales, lo que ocurre es imprevisible. Casi siempre, al margen de las rutinas habituales, la perorata previa a la etapa tiene la misma eficacia que la que puede recibir un jugador antes de entrar a un casino en Las Vegas. La ruleta va a su bola. Como la etapa.
La jornada, lo sabe casi todo el mundo, hasta Alaphilippe, que ha ojeado el libro de ruta la noche anterior, termina en el santuario de Estibaliz, a las afueras de Vitoria, un promontorio en la ruta de Estella y la sierra de Urbasa, un accidente en la llanada alavesa. Tradici¨®n, encuentro, fe, oraci¨®n, reflexi¨®n, arte anuncia un cartel a la entrada del santuario; el ¨²nico bar que se encuentra abierto tiene un nombre desconcertante: Pintxos y libros. Parece una broma, similar a la de la jornada anterior en la que la taberna en la que se agolpaban los seguidores de la carrera se denominaba Envidia cochina.
Alaphilippe escucha la charla en el autob¨²s, qui¨¦n sabe si atiende lo que dice su jefe Davide Bramati, o est¨¢ a sus cosas. Un rato m¨¢s tarde, mientras el pelot¨®n empieza a desperezarse, los primeros acompa?antes de la carrera ¨Cperiodistas, auxiliares¨C, que llegan a Estibaliz, repiten lo mismo: es una llegada para el franc¨¦s, puede ser su segunda victoria: dos kil¨®metros de ascensi¨®n hasta la meta, ni muy dura ni muy suave, la etapa que hubiera disputado Alejandro Valverde de estar en el Pa¨ªs Vasco; la que le viene de maravilla a su sucesor in p¨¦ctore.
Pero lo que se planea en la pizarra casi nunca se reproduce en la carretera, y Alaphillipe, que circula por la izquierda, en la zona cabecera del pelot¨®n, no se imagina que, a falta de seis kil¨®metros, y en una curva abierta, sencilla para trazar, va a perder sus posibilidades de ganar la etapa y posiblemente, la carrera. Por el tropez¨®n de otro compa?ero, que hace el afilador y tumba a medio pelot¨®n. Algunos caen en la acequia, otros se estrellan en el asfalto.
Tampoco Geraint Thomas lo ten¨ªa previsto; ni Jonathan Castroviejo, que le protege. El ciclista de Getxo, vizca¨ªno hasta que Pablo Casado asegur¨® hace una semana que su pueblo estaba en Gipuzkoa, tuvo que ser trasladado a un hospital alav¨¦s, despu¨¦s de pasarse unos minutos en el suelo. Llevaba un collar¨ªn en el cuello.
La etapa se convierte en un destrozo. Por delante, Max Schachmann, que s¨®lo ha escuchado un dram¨¢tico catacrac, se pone delante del grupo y gana la etapa con una suficiencia insultante, y empieza a abrir diferencias con sus perseguidores, que dudan, porque el berlin¨¦s no estaba entre los elegidos cuando les explicaron la Itzulia en la pizarra. Jon Izagirre aguanta el duelo y es segundo en la General. Enric Mas, que aparece casi dos minutos despu¨¦s y con el hombro al aire y el maillot roto, es uno de los damnificados; Geraint Thomas, el ¨²ltimo ganador del Tour pierde 5,56m. Yates aguanta en la General a 1,41m. Mikel Landa es noveno, a 1,16m. La curva de Arkaute ha cambiado la Vuelta al Pa¨ªs Vasco.
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