Schachmann logra en Arrigorriaga su tercera victoria en la Itzulia
El alem¨¢n se afianza como lider tras aprovechar el trabajo de sus rivales
Un conocido periodista radiof¨®nico, veterano en mil batallas ciclistas, y presente en la Vuelta al Pa¨ªs Vasco, recuerda, al llegar a Arrigorriaga, que en este pueblo marc¨® el ¨²nico gol de su ef¨ªmera carrera futbol¨ªstica, que no fue mucho m¨¢s all¨¢. Era juvenil, nadie lo retransmiti¨®. Fue en propia meta. Detr¨¢s de la porter¨ªa, asegura, los directivos de su equipo mov¨ªan la cabeza negando lo que hab¨ªan visto, con un punto de resignaci¨®n.
En el ciclismo es dif¨ªcil marcarse goles en propia meta, pero no imposible. A veces se anotan. Cuando Tadej Pogacar, Jakob Fuglsang y Adam Yates vieron que, en el alto de Zaratamo, Max Schachmann estaba pegado a su rueda, se percataron de que iba a resultar irremediable marcar en su propia porter¨ªa. Estaban llevando en carroza al l¨ªder hacia su tercera victoria. Fuglsang y Yates, adem¨¢s, ten¨ªan presente que la bonificaci¨®n ampliaba su distancia.
Maximilian Schachmann se est¨¢ haciendo un nombre como ciclista en la Vuelta al Pa¨ªs Vasco. Gan¨® la crono inicial, venci¨® en el Santuario de Estibaliz y levant¨® tambi¨¦n los brazos en la cuarta etapa, esta vez s¨ª, disputada bajo la lluvia. S¨®lo el segundo d¨ªa se tom¨® un respiro que aprovech¨® Alaphilippe, que dijo adi¨®s desde el hotel Puerta de Europa de Vitoria, tras su ca¨ªda del d¨ªa anterior. Tom¨® un avi¨®n para Bruselas. Tendr¨¢ m¨¢s d¨ªas para preparar las cl¨¢sicas belgas.
El nombre del pueblo al que se asoma la Itzulia evoca pendencias ancestrales. Arrigorriaga, es el lugar de las piedras rojas. Dice la tradici¨®n que aqu¨ª se celebr¨® la batalla de Padura y las rocas quedaron manchadas por la sangre de los combatientes. Peleaban las tropas vizca¨ªnas con las del reino de Le¨®n. Los vascos no quer¨ªan pagar los impuestos: un buey, una vaca y un caballo blanco. Ganaron las tropas de Bizkaia, que persiguieron al infante Ordo?o hasta el ¨¢rbol Malato, el l¨ªmite del territorio. El infante muri¨®, y est¨¢ enterrado en la iglesia de Santa Mar¨ªa, a 500 metros de la meta en la calle Severo Ochoa.
Pero en Arrigorriaga, cruce de caminos, con la autopista a su vera y el campo de f¨²tbol en el que el periodista marc¨® en propia meta, colgado sobre la v¨ªa r¨¢pida, no hubo batallas cruentas, s¨®lo goles en propia meta. Las piedras no se ti?eron de rojo esta vez, ni con ca¨ªdas como la de Roche, que se march¨® al hospital, o la de Lutsenko y Pello Bilbao, que se deslizaron por las l¨ªneas blancas y el asfalto mojado a siete kil¨®metros de la llegada. El ciclista kazajo sac¨® la zapatilla del calapi¨¦ cuando se pas¨® de frenada en una curva amplia, y el grupito de detr¨¢s, en el que estaba el ciclista vizca¨ªno, cay¨® por simpat¨ªa. ¡°Hab¨ªa que tener cuidado, pasamos mucho fr¨ªo, todos est¨¢bamos congelados¡±, dice Schachmann, calentito ya en la sala de prensa, sin quitarse el gorro a pesar de la calefacci¨®n, ¡°pero me entreno en invierno con una bicicleta de monta?a para afrontar estas jornadas¡±, y busca en Google Maps los recorridos, se los estudia antes de cada etapa, y se acerca despu¨¦s de las preguntas, a coger un par de pinchos del buffet de los periodistas. Est¨¢ feliz con sus victorias, con sus dos compa?eros del Bora en el Top 6, tres opciones de victoria final.
Los dem¨¢s, que tambi¨¦n acaban congelados y mojados, no est¨¢n tan satisfechos, porque ven al alem¨¢n levitar, dominar y construir un camino hacia el final en Eibar del s¨¢bado, con 51 segundos de ventaja sobre su compa?ero Konrad y uno m¨¢s sobre Jon Izagirre, ¡°aunque si no gano, no ser¨¢ un fracaso. Tengo diez a?os para ganar carreras¡±, dice, y le da un bocado al pincho de jam¨®n. Sin quitarse el gorro.
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