Luto en el Barcelona, boda en el Valencia
La situaci¨®n demanda cirug¨ªa y no una terapia conservadora como querr¨ªa la plantilla azulgrana, acomodada y envejecida
El Valencia fue a Sevilla a por la Copa y destron¨® al Bar?a. No es un torneo cualquiera que se pueda jugar con el escudo, no alcanza con disputar solo media hora ni aun siendo el Barcelona, el m¨¢s laureado con 30 t¨ªtulos, campe¨®n de las ¨²ltimas cuatro ediciones, sino que exige el punto de nervio y fiebre que siempre tuvo el equipo de Marcelino. Jug¨® el Valencia con mucha aplicaci¨®n defensiva, una gran determinaci¨®n en ataque y un fuego selectivo cada vez que arm¨® el remate ante Cillessen hasta que se vio vencedor y a punto estuvo de perder por el inconformismo de Piqu¨¦ y de Messi. El club de Mestalla no pod¨ªa tener un regalo m¨¢s bonito en su centenario que la Copa del Rey.
La final expres¨® el estado de ¨¢nimo de los dos equipos: el Valencia rebosa optimismo y el Bar?a lleva el luto puesto desde Anfield. La pu?alada de Liverpool no cicatrizar¨¢ como la herida de Roma. El doblete de la pasada temporada se quedar¨¢ en la Liga ganada cuando en el Camp Nou se confiaba en repetir el triplete de Berl¨ªn 2015. La situaci¨®n demanda cirug¨ªa y no una terapia conservadora como querr¨ªa una plantilla acomodada y envejecida, sin la energ¨ªa ni ¨¢nimo suficiente para afrontar partidos exigentes como el de Sevilla.
La ¨²nica opci¨®n azulgrana para ganar la Copa era seguramente la de marcar antes que el Valencia. Un gol a favor pod¨ªa ayudar a curar de la misma manera que se sab¨ªa que un tanto en contra ser¨ªa poco menos que su sentencia porque el equipo no parec¨ªa estar para levantar ning¨²n marcador, para remontar ning¨²n partido, para vencer a ning¨²n adversario, y menos al viril Valencia. No tiene ritmo ni velocidad de bal¨®n, tampoco presiona en cancha contraria, aflojado y destensado, sin repliegue defensivo, predecible y vencido, atrapado en un funeral que se repite anualmente: Madrid, Par¨ªs, Tur¨ªn, Roma y Liverpool.
El Barcelona viaja ahora mismo en la direcci¨®n opuesta al Valencia: los azulgrana est¨¢n de vuelta; los blancos, de ida, van de fiesta en fiesta, de boda en el Villamar¨ªn. Ten¨ªa el partido muy bien pensado y preparado Marcelino. No tanto Valverde. Apostaban los azulgrana por un encuentro tranquilo, de largas posesiones, tiempo para masticar la jugada con muchos centrocampistas, para pensar y filtrar el pase, para encontrar a Messi y tambi¨¦n para no perder la pelota y habilitar las vertiginosas contras del Valencia.
Un f¨²tbol muy pesaroso e inocuo, falto de delanteros, de banquillo y de plantilla, sin m¨¢s picante que el de Messi. Los azulgrana ya no dan miedo a los rivales sino que desconf¨ªan de s¨ª mismos, muy pendientes de no equivocarse, de no conceder ocasiones, en manos de Messi. El Valencia aguard¨® pues a que se condenara el Bar?a. Tres veces erraron los azulgrana y Cillessen tom¨® dos goles, uno por cada costado para sangrar a los dos laterales barcelonistas, al tiempo que Piqu¨¦ salv¨® el tercero con 0-0 todav¨ªa en el caluroso y festivo campo del Betis.
VIDEO | Los 90 minutos del gran ¨¦xito del Valencia y la nueva hecatombe del Barcelona, resumidos en un minuto pic.twitter.com/TWoJYezpFM
— EL PA?S Deportes (@elpais_deportes) May 25, 2019
La final parec¨ªa liquidada en media hora hasta que Valverde agit¨® a su equipo en el descanso con dos cambios rompedores y posiblemente tard¨ªos: entr¨® un delantero punzante como Malcom y el todopoderoso Arturo Vidal, seguramente el jugador m¨¢s copero del Barcelona si se atiende a sus condiciones f¨ªsicas, a su voltaje, a su capacidad para competir contra rivales poderosos como el Valencia.
A partir del amor propio, los azulgrana le dieron vida a la final, especialmente despu¨¦s que Messi aprovechara por fin un rechazo a remate de Lenglet y pusiera el 2-1 que le hab¨ªa negado antes el palo. Nunca desfalleci¨® el 10, que ha marcado ya en seis finales distintas, a pesar de su infortunio personal y colectivo, santo y se?a de un equipo que acab¨® con Piqu¨¦ de 9. Ya no se trataba de jugar a f¨²tbol, perdida ya la identidad azulgrana, sino de dar un vuelco al partido y dignificar la final de una competici¨®n que precisa heroica como es la Copa.
Aunque siempre fue un equipo organizado, trabajado y solidario, el Valencia sud¨® como nunca para defender los goles obtenidos cuando no hab¨ªa noticias del Barcelona en Sevilla. Los zagueros aliviaron entonces a los delanteros, err¨¢ticos hasta en tres ocasiones con el tiro de gracia, mano a mano con Cillessen.
La Copa adquiri¨® la bravura e intensidad que siempre se le ha supuesto despu¨¦s del arrebato del Barcelona. Los jugadores acabaron derrengados, algunos lesionados como Parejo y Coutinho, que se qued¨® en la cancha porque no le quedaban m¨¢s cambios a Valverde, se?alado por la derrota, excesivamente sensato en un encuentro que ped¨ªa un punto de irracionalidad, o incluso de locura, la intenci¨®n que siempre tuvo el Valencia. No le queda m¨¢s remedio al Bar?a que recapacitar despu¨¦s de perder la primera final copera contra un rival que no sea el Madrid, campe¨®n en 2011 y 2104, despu¨¦s de caer ante el Atl¨¦tico en 1996. El Bar?a nunca quiso este a?o la Copa ni pudo con el Valencia, euf¨®rico, como merece un t¨ªtulo logrado despu¨¦s de 11 a?os: 2008.
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