El Bar?a oficia su fin de ciclo
El equipo se ha aburguesado y ha perdido un estilo reconocible, ya no alcanza con Messi, a Valverde se le ve superado y la directiva mira y consiente
A los mejores equipos, sobre todo a aquellos que anteponen el juego al resultado, se les exige que tengan un punto de grandeza en la derrota, y el Bar?a acab¨® por ser un digno finalista de Copa. El arrebato azulgrana solo tiene sentido como punto final despu¨¦s de perder incluso el torneo que se utilizaba para completar el triplete o el doblete, colof¨®n a su hegemon¨ªa en la Liga. El 1-2 de Sevilla ante el Valencia sirve como buen epitafio, no como coartada para dar continuidad a un plan caducado por m¨¢s garant¨ªa que suponga Messi, rebelde en el Villamar¨ªn.
Messi no es ni se parece a Ronaldinho. El Bar?a de Valverde, sin embargo, tiene tics que evocan al de Rijkaard. Al entrenador se le ve desgastado y superado, el equipo se ha aburguesado y abandonado, y la directiva mira y consiente ante la preocupaci¨®n de una hinchada que se desgarra porque su equipo no gana ni con Messi y no ha hecho sangrar al Madrid con la Copa de Europa. El dolor provocado por la pu?alada de Anfield no tiene cura sino que remite a las derrotas m¨¢s crueles que exigieron una intervenci¨®n dr¨¢stica en el Camp Nou.
Aburre el Bar?a, harto de s¨ª mismo, tan cansado de su estilo que hasta lo ha caricaturizado, v¨ªctima de una rutina propiciada por una junta que viaja con el piloto autom¨¢tico puesto por Messi. La desidia y la mediocridad acabar¨¢n por contagiar al 10. Alcanza con advertir lo sucedido con Luis Su¨¢rez. El uruguayo se oper¨® y el Bar?a se qued¨® sin delanteros en Sevilla, s¨ªntoma del poder de los jugadores y de la mala planificaci¨®n, as¨ª como de la poca liquidez de un club que se gast¨® su fortuna en contentar a los campeones de Berl¨ªn 2015.
La previsibilidad de los titulares ha sido tanta que al final se ha echado de menos a Demb¨¦l¨¦ sin saber todav¨ªa si es un problema o una soluci¨®n porque el consejo de Bartomeu a¨²n no se ha dado cuenta de que no se trata de comprar y vender jugadores sino de entender de qu¨¦ va el juego y saber interpretar a Messi. Demb¨¦l¨¦ regatea, desborda y desequilibra, sobre todo sorprende, justamente cuanto no ha tenido el equipo en su ausencia, extra?ado en Anfield y en Sevilla. El franc¨¦s simboliza tambi¨¦n el mal del Bar?a. Demb¨¦l¨¦ no entiende por qu¨¦ tiene que esforzarse si le sobra talento, no repara en que sus lesiones pueden tener origen en una mala alimentaci¨®n, en unos h¨¢bitos no aptos para un futbolista. Necesitan los azulgrana volver al campo de entrenamiento, recuperar el deseo de jugar al f¨²tbol, derrotar al contrario en su campo y dejar de refugiarse en las porter¨ªas, la excusa que le ha permitido sobrevivir y hasta ganar por 5-1 al Madrid y gobernar la Liga.
Manda el vestuario
Expirado el Bar?a del tridente por la hu¨ªda de Neymar, el Bar?a de las ¨¢reas ha sido el ¨²ltimo invento de la plantilla para disfrutar de la vida con la canci¨®n de que el f¨²tbol evoluciona y el ideario azulgrana ya no tiene sentido cuando enfrenta a contrarios del vigor del Valencia y del Liverpool. Nadie ha corrido ni competido m¨¢s que el Bar?a cuando los que defend¨ªan eran tantos como los que atacaban, tiempos de presi¨®n, ritmo, circulaci¨®n de pelota y exigencia, nunca de inercia como ha venido ocurriendo hasta la claudicaci¨®n de Sevilla.
El Barcelona necesita recuperar el mando en poder del vestuario que capitanea Messi. Al 10 no le convienen amigos sino jugadores competitivos, futbolistas que necesiten t¨ªtulos m¨¢s que dinero, ansiosos de la gloria perdida en M¨²nich, Madrid, Par¨ªs, Tur¨ªn, Roma, Liverpool y Sevilla. El rey va desnudo y necesita mejores laterales, m¨¢s delanteros que Luis Su¨¢rez, centrocampistas ambiciosos como De Jong y un entrenador que no gestione sino que lidere con una idea clara de juego, una versi¨®n diferente de la que ha ofrecido Valverde.
La duda est¨¢ en si el Txingurri ser¨¢ capaz de cambiar e intervenir para acabar con el gobierno de los futbolistas, sus mejores c¨®mplices; tampoco se sabe si Bartomeu entender¨¢ que no alcanza con cambiar al secretario t¨¦cnico sino que se trata de recuperar el ideario y el liderazgo futbol¨ªstico perdido y menospreciado desde la partida de Guardiola, el cruyffista m¨¢s radical, potenciador del dream team; y tambi¨¦n se desconoce c¨®mo responder¨¢ Messi en un club muy dado a renegar de sus ¨ªdolos cuando se acaba la luz en el Camp Nou.
Ya no alcanza con Messi como se ha querido hacer ver para relativizar las partidas de los distintos entrenadores, agotados por la plantilla o desencantados con la directiva ahora de Bartomeu y antes de Rosell. Tampoco hay que olvidar que Laporta, el mismo que entroniz¨® a Guardiola a partir del consejo de Cruyff y Begiristain, fue sometido a una moci¨®n de censura despu¨¦s de mantener a Rijkaard y Ronaldinho.
A veces las mayores revoluciones futbol¨ªsticas no se miden solo por los jugadores que se fichan sino por los que se traspasan. El Bar?a precisa de un punto de inflexi¨®n despu¨¦s de oficiar su propio fin de ciclo, el mismo que tantas veces anunciaron sus rivales, cansados de su hegemon¨ªa, cosa que honra el partido de los azulgrana en Sevilla. El cuento se acab¨® en el Villamar¨ªn y ahora se impone arriesgar para evitar la decadencia, circunstancia que ser¨ªa imperdonable teniendo a Messi.
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