Mariona Caldentey, la pianista de La Roja

Dice Mariona Caldentey, delantera de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol, que siempre que ve un piano le entran ganas de tocarlo. ¡°Aunque no sepa mucho¡±. Pero s¨ª sabe. Sus compa?eras en el Mundial absoluto que ahora se disputa en Francia dan fe de ello. No han parado de colgar v¨ªdeos en Instagram estos d¨ªas mientras Mariona tocaba bandas sonoras, una de sus especialidades, en el enorme piano que hab¨ªa en el bar de Le Barriere, el hotel de concentraci¨®n de Espa?a. ¡°Nada, nada, no es nada, tampoco soy tan buena¡±, se ruboriza la delantera mallorquina de 23 a?os en el campo de entrenamiento de Deauville, cuando habla con EL PA?S sobre esa pasi¨®n escondida. ¡°Me ense?¨® mi abuela Mar¨ªa¡±, cuenta. ¡°Es por eso que tocar me recuerda a mi casa, a mi familia, a mi infancia. Cuando era peque?a iba a comer todos los d¨ªas a su casa y mientras me preparaba la comida me ense?aba cuatro cosas. Yo estaba todo el rato intentando copiarla, imitarla y aprender. Le hubiese gustado que algunos de sus nietos se dedicase a la m¨²sica...¡±, dice. Los v¨ªdeos de sus actuaciones le llegan casi en directo por whatsapp. Una manera de hacerla feliz.

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Mariona, mallorquina de Felanitx, es la alegr¨ªa y la felicidad del vestuario. Siempre est¨¢ ri¨¦ndose o sonriendo, en el campo, por los pasillos del hotel, apoyada a las vallas mientras firma aut¨®grafos, en la sala de prensa, de camino al bus, ante los periodistas aunque charle con ellos por primera vez. Su actitud positiva es contagiosa. ?Siempre es as¨ª de feliz? Suelta una de sus carcajadas antes de contestar. ¡°Es que no puedes hacer otra cosa que estar feliz. Estar aqu¨ª [en Francia], poder vivir un Mundial absoluto, estar rodeada de esta gente y con este ambiente... es para ser feliz. Tienes que disfrutarlo porque no sabemos si esto va a volver a pasar¡­ Hay que aprovecharlo, joer, porque somos la envidia de mucha gente; tambi¨¦n el espejo de otra mucha. Hay que vivirlo con naturalidad¡±, responde.

Mariona, una de las jugadoras m¨¢s vers¨¢tiles de la plantilla ¡ªpuede jugar de extremo en las dos bandas, punta e incluso de interior¡ª es joven, pero extremadamente madura. En noviembre perdi¨® a su padre, Miguel ?ngel, la persona que le inculc¨® la pasi¨®n por el f¨²tbol, la que se hac¨ªa 50 minutos diarios de ida y 50 de vuelta para llevarla en coche a entrenar al Collerense y la que la tra¨ªa de vuelta a casa cuando ya eran casi las doce de la noche. ¡°Era un pilar en mi vida. Me ense?¨® la pasi¨®n por el f¨²tbol, la que llevo dentro. ?l pod¨ªa estar viendo cinco partidos seguidos sin problema. Echo de menos salir de los partidos y no poder intercambiar opiniones con ¨¦l, escuchar sus comentarios... A mi madre le gusta el f¨²tbol, pero no lo ha jugado y no lo entiende tanto. Ahora ese papel lo intenta hacer mi hermano mayor¡±, cuenta la futbolista del Barcelona, que habla con esa serenidad de una p¨¦rdida tan importante. ¡°Tengo mis momentos, claro. Pero hay que seguir adelante aunque suene duro decirlo. Jugar al f¨²tbol, volver a sus rutinas, me ayud¨® a normalizarlo y a estar bien¡±, comenta.

Mariona, que estudia INEF, creci¨® en la Uni¨®n Deportiva Collerense, el mismo equipo que form¨® a otras dos internacionales de este Mundial, Patri Guijarro y Virginia Torrecilla. ?Qu¨¦ os daban de comer all¨ª para que hay¨¢is llegado las tres a la selecci¨®n? ¡°La ventaja que ten¨ªamos en el Colle es que era un equipo de barrio que ten¨ªa los recursos que ten¨ªa y al no poder invertir tanto dinero o fichar gente de fuera, ten¨ªa que explotar el talento de casa¡­ y con 15 a?os poder disputar todos los minutos de todos los partidos en Primera, nos dio ventaja. La gente a eso quiz¨¢s llegue m¨¢s tarde¡±, responde. El Bar?a la fich¨® con 18. Ah¨ª tambi¨¦n empez¨® a ocupar todas las posiciones de ataque y a mostrar su polivalencia. ¡°A veces Jorge [Vilda, el seleccionador] dice: ¡®Nos colocamos por posiciones naturales y yo pienso: ¡®?bueno y d¨®nde me pongo yo?¡±, comenta soltando una carcajada. Ella se pone en todos los sitios que necesite el equipo con la misma naturalidad que delante del piano.