?ngeles Aguilera, la mujer que luch¨® por tener los mismos campos que los chicos
"Esto es s¨®lo el inicio", le dice a las internacionales la jefa de expedici¨®n de la absoluta, que empez¨® colgando carteles en los colegios e iba de puerta en puerta buscando patrocinadores


?ngeles Aguilera tiene 51 a?os y naci¨® en Alemania. Sus padres emigraron de Extremadura a Monheim, cerca de Leverkusen, a principio de los a?os sesenta en busca de trabajo. Encontraron empleo en una f¨¢brica que hac¨ªa sacos de papel. Regresaron a Espa?a cuando la peque?a ?ngeles ten¨ªa nueve a?os. ¡°Hab¨ªan ahorrado lo suficiente; a mi padre, adem¨¢s, le entr¨® el miedo cuando vio que empezaba a dominar m¨¢s el alem¨¢n que el castellano¡±, cuenta sentada en el vestuario del campo de entrenamiento de la selecci¨®n absoluta femenina, en las afueras de Reims, donde todo es campo y vi?edos de champ¨¢n y donde Espa?a prepara el partido de octavos del lunes contra Estados Unidos.
?ngeles es la jefa de expedici¨®n de la selecci¨®n. Estos d¨ªas, cuando las internacionales se desahogaban con ella dici¨¦ndole que tem¨ªan que despu¨¦s del Mundial todo se desvaneciera, ella las tranquiliz¨®. ¡°Esto es solo el inicio', les dije; fuera miedos. Hay cantera y todo lo que las mayores est¨¢n haciendo aqu¨ª ayudar¨¢ a sumar y a crecer¡±, explica. ?ngeles sabe lo que es no tener miedo, sabe lo que es luchar sin cansarse. Lo hizo para crear el primer equipo de f¨²tbol femenino en Badajoz ¨Cdonde regres¨® de Alemania cuando era una cr¨ªa-, lo hizo para conseguir patrocinadores llamando a todas las puertas d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n; y lo hizo plant¨¢ndose en el despacho del director de la Federaci¨®n extreme?a para conseguir que las ni?as tuvieran las mismas instalaciones que los ni?os.
Su incansable lucha por el f¨²tbol femenino y su buen hacer la llevaron a ser contratada luego en la Federaci¨®n extreme?a y m¨¢s tarde en la espa?ola; primero en la sub-19 y desde el a?o pasado con la absoluta, como jefa de expedici¨®n. Si hay que descargar todo el material del autocar, incluidas bicicletas est¨¢ticas, y las maquinarias de los fisios, ah¨ª est¨¢ para echar un cable a los utileros. ?C¨®mo y por qu¨¦ se acerc¨® al f¨²tbol femenino? ¡°Se me qued¨® grabada la cultura del deporte que te inculcan en Alemania, ah¨ª se lo toman muy en serio desde el colegio¡±, responde. Tiene dos hijas. Una empez¨® con el f¨²tbol y finalmente se decant¨® por el yudo; la otra es portera del Santa Teresa, en Primera B. Por ellas se meti¨® en esto. La mayor, que tiene hoy 24 a?os, se enganch¨® al f¨²tbol femenino en el cole y quiso apuntarse a una liga femenina. ¡°Pero no hab¨ªa en aquella ¨¦poca, la met¨ª en un club masculino con una amiga y nunca la pon¨ªan a jugar. El entrenador me dec¨ªa que llevaba poco tiempo y que hab¨ªa que esperar¡ se entrenaba todos los d¨ªas y nunca le daban una oportunidad¡±, recuerda ahora.
¡°As¨ª que prepar¨¦ unos carteles y empec¨¦ a empapelar su colegio y los cercanos preguntando si alguien quer¨ªa apuntarse a un equipo de f¨²tbol¡±, cuenta. Se apuntaron muchas. ¡°Era 2006, nunca hab¨ªa habido un equipo femenino en la ciudad¡±, asegura. Faltaba s¨®lo un campo para entrenar. Lo pidi¨® en la Federaci¨®n, pero¡ ¡°Nos dijeron que estaban todos ocupados por los ni?os y que no hab¨ªa m¨¢s horas para repartir. S¨®lo hab¨ªa una opci¨®n: un campo de tierra, lo ¨²nico que quedaba libre. Dije que s¨ª porque hab¨ªa que empezar de alguna manera y quer¨ªa que las cosas salieran. No ten¨ªa vestuario, ni luz. Cuando llov¨ªa, las ni?as se iban empapadas a casa¡±, relata ?ngeles.
¡°Ese primer a?o fue duro. Recuerdo ir de puerta en puerta todos los d¨ªas para buscar patrocinios para que las ni?as tuvieran al menos equipaci¨®n. '?F¨²tbol femenino?'. Nos preguntaban mir¨¢ndonos como si fu¨¦ramos bichos raros. Una empresa muy humilde de construcci¨®n nos financi¨® las camisetas¡±, dice. Pese a las dificultades, empezaron a llegar m¨¢s ni?as y el equipo se apunt¨® a una Liga de f¨²tbol femenino. ¡°En los alrededores de Badajoz y C¨¢ceres exist¨ªa y empezamos a competir¡±, a?ade.
Lleg¨® el momento de ir de nuevo a la Federaci¨®n a pedir un campo de entrenamiento de verdad, con vestuario y con luz, como el que ten¨ªan los ni?os. ¡°Iba a las oficinas y les dec¨ªa que el f¨²tbol era de todos, chicas y chicos, que quer¨ªamos poder tener las mismas instalaciones¡±, recuerda. Ni por esas. ¡°Me plant¨¦ en el despacho del presidente de la Federaci¨®n [que result¨® ser un compa?ero suyo del colegio] y le dije: 'mira, si no me dais un campo de entrenamiento, te traigo aqu¨ª a todas las ni?as, te las planto aqu¨ª delante y hasta que no tenga un campo en condiciones no voy a parar'. Y as¨ª lo conseguimos¡±, recuerda ahora ?ngeles. Las batallas contra los prejuicios las libr¨® tambi¨¦n contra los padres. Cuando organizaban jornadas de puertas abiertas para captar a nuevas jugadoras escuchaba respuestas como: ¡°?Mi hija a jugar al f¨²tbol? Que no, que no¡±.
El equipo que naci¨® de los carteles de un colegio fue creciendo. A los cuatro a?os ya ten¨ªan todas las categor¨ªas, desde benjamines a alevines, pasando por f¨²tbol base y auton¨®mico. El club deportivo Badajoz, que no ten¨ªa secci¨®n femenina, se fij¨® en ellas y las incorpor¨®; a ?ngeles como consejera.
Del despacho en el que se plant¨® recibi¨® poco despu¨¦s (a?o 2010) una llamada para que se uniera a la federaci¨®n extreme?a. ¡°Quiero una responsable de f¨²tbol femenino y quiero que seas t¨²', me dijeron. Acept¨¦, quer¨ªa que hubiera una voz femenina y que se cubrieran las necesidades del f¨²tbol femenino, que iba creciendo¡±, dice al mismo tiempo que asegura que cuando entr¨® hab¨ªa 300 licencias. "Ahora mismo hay 1.000". Ahora, que est¨¢ con la absoluta no olvida lo que tuvo que batallar. ¡°Me pasaba las ma?anas llamando a las puertas de las empresas, iba con una amiga que me dec¨ªa: ¡®?ngeles, estoy cansada de que nos digan todos que no¡¯. 'Venga, venga, hay que seguir. Aunque sean 50 euros para que las ni?as tengan equipaci¨®n, hay que conseguirlos¡±. Los consigui¨® y ahora dice que se siente muy orgullosa de todo lo que batall¨®.
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