La leyenda del maillot amarillo

S¨¢bado 19 de julio de 1919. Una nota de color se desliza en medio de los jers¨¦is grises del pelot¨®n que ataca los 325 kil¨®metros de la 11? etapa del Tour de Francia, de Grenoble a Ginebra por el Galibier. Es el maillot amarillo. Se llama maillot porque Maillot se apellidaba el fabricante de bonetes parisino que invent¨® la camiseta en el siglo XVIII. Es amarillo porque amarillo es el papel en el que se imprime L¡¯Auto, el peri¨®dico deportivo que invent¨® el Tour y lo organiza todos los veranos ¡ªla edici¨®n n¨²mero 106 de la gran carrera comienza este s¨¢bado en Bruselas¡ª. Tambi¨¦n es amarillo, dice Henri Desgrange, el patr¨®n del diario y de la carrera, porque el amarillo es el color de la esperanza, del sol que ilumina pocos meses despu¨¦s de la gran guerra las ciudades destruidas y las carreteras infames que recorre el pelot¨®n ya no tan gris.

Nadie puede entender c¨®mo pudo haber Tours sin maillot amarillo, la prenda a la que los ingleses, con su magn¨ªfica punter¨ªa para dar con la f¨®rmula exacta, llaman el Grial del ciclismo.

El viejo galo Eug¨¨ne Christophe es el primero que lo luce. Ya saben todos qui¨¦n es el l¨ªder, d¨®nde est¨¢. Lo anuncia una peque?a nota a pie de p¨¢gina de L¡¯Auto, tan modesta como una disculpa: ¡°He entregado esta ma?ana al valiente Christophe un soberbio Maillot Jaune. La lucha por su posesi¨®n ser¨¢ apasionante¡±.

El 18 de julio de 1959, Federico Mart¨ªn Bahamontes lleg¨® de amarillo al Parque de los Pr¨ªncipes y dijo: ¡°Federico ya no est¨¢ loco. Federico ha ganado el Tour¡±.

Que Bahamontes estaba loco lo sab¨ªa todo el mundo desde cinco a?os antes, desde el d¨ªa de 1954 en que lleg¨® el primero con 14 minutos de ventaja a la cima de la Romey¨¨re, y como no quer¨ªa bajar solo esper¨® al pelot¨®n tom¨¢ndose un helado sentado en la cuneta. ¡°No fue una locura. Yo solo quer¨ªa entonces ganar la monta?a, ?para qu¨¦ iba a seguir solo?¡±, dice Federico 65 a?os m¨¢s tarde. ¡°Pero cuando en 1959 volv¨ª a pasar en fuga por ese puerto ya no me par¨¦ a tomar el helado. Entonces ya quer¨ªa ganar el Tour¡±.

Bahamontes corona acompa?ado de Charly Gaul, a quien le dice en el descenso hacia Grenoble: ¡®Colabora conmigo, para ti la etapa, para m¨ª el maillot¡¯. ¡°Fausto Coppi, el patr¨®n de mi equipo, andaba tieso. Ten¨ªa que pagar a muchos gregarios, y no le daba lo que ganaba, as¨ª que un d¨ªa, cazando en Toledo, me dice, ¡®Federico, olv¨ªdate de la monta?a. Ay¨²dame. Tienes que ganar el Tour¡¯. Me retir¨¦ de la Vuelta con un ¨¢ntrax de siete cabezas, pero me prepar¨¦ bien en la Vuelta a Suiza¡±, dice Bahamontes, que recuerda que cuando logr¨® el maillot amarillo en Grenoble, el 13 de julio, el ¨²nico que se enfad¨® fue Langarica, el director del equipo espa?ol. ¡°No le gustaba que yo corriera atacando y volviendo a atacar. ¡®?Y ahora, c¨®mo lo vamos a defender?¡¯, me grit¨®. Le respond¨ª que luchando¡±.

Bahamontes tiene 90 a?os y, viudo de Fermina, sigue en Toledo. De vez en cuando baja hasta el almac¨¦n en el que tiene su oficina y sus recuerdos, la bici del Tour con el sill¨ªn Brooks siempre en buen estado, un maillot amarillo enmarcado, cientos de papeles y una m¨¢quina de escribir. ¡°Aqu¨ª estoy, luchando, la vida se ha puesto cuesta arriba¡±, dice. ¡°Era m¨¢s empinado el Tourmalet, pero lo sub¨ªa m¨¢s f¨¢cil, no sufr¨ªa. Los que sufr¨ªan eran los que intentaban cogerme¡­ Ahora soy el m¨¢s viejo ganador del Tour vivo. Todos se mueren. Todo llega en la vida, hasta la muerte¡±.

Los 60 d¨ªas de Indurain

Tambi¨¦n lleg¨® Miguel Indurain. En la historia del Tour, solo Merckx (111 veces), Armstrong, el proscrito de los siete Tours borrados (83), e Hinault (79) han estado m¨¢s tiempo de amarillo que Indurain, quien lo visti¨® 60 d¨ªas y gan¨® cinco Tours seguidos, de 1991 a 1995. Froome se ha quedado en 59; Anquetil lleg¨® a 52.

A Indurain, navarro del 64, le dicen extraterrestre con admiraci¨®n y con cierto punto de fastidio. Rompi¨® el molde y acab¨® con los t¨®picos que quer¨ªan que el ciclista espa?ol fuera escu¨¢lido, renegrido y escalador. Y el Indurain ¨ªntimo, tan silencioso sobre su vida, tan pudoroso con sus sentimientos, tampoco cuadra con lo que se espera de un deportista. Los que han vivido a su lado coinciden en que el d¨ªa que m¨¢s feliz le han visto ha sido el viernes 19 de julio de 1991, cuando subi¨® al podio de Val Louron despu¨¦s de una etapa de 234 kil¨®metros en los Pirineos, un ataque en el Tourmalet y un descenso y una colaboraci¨®n con Chiappucci ¡ªpara ti, la etapa, le dijo al italiano como Bahamontes a Gaul, para m¨ª el amarillo¡ª, tir¨® la gorra de Banesto al aire y, para pasmo y consternaci¨®n de Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, se cal¨® una del Cr¨¦dit Lyonnais, amarilla, a juego con el primer maillot amarillo de su vida. Y los ojos le chispeaban. Despu¨¦s, como l¨ªder que era, vol¨® al hotel en helic¨®ptero, sin los atascos que castigaron a los dem¨¢s. Y ¨¦l, a?os despu¨¦s, resume as¨ª, fr¨ªo y funcionarial, ese momento: ¡°Los 60 maillots tienen su valor porque significan que has estado siempre delante, has superado muchas adversidades y no has tenido mala suerte. Y eso es muy dif¨ªcil conseguirlo. Guardo con especial recuerdo el de Val Louron porque fue el primero y porque significa que por fin consigues algo que llevas buscando mucho tiempo, y el de Par¨ªs del 91 porque ese d¨ªa haces realidad un sue?o que tienes desde ni?o al ganar el Tour¡±.