El Tour nunca lleg¨® a Tignes

Pinot lloraba triste porque nunca llegar¨ªa a Tignes. No sab¨ªa a¨²n que no solo ¨¦l, que abandon¨® con un muslo desgarrado al comienzo de la etapa, sino que tampoco el Tour llegar¨ªa a la estaci¨®n de esqu¨ª en la que la carrera se tendr¨ªa que decidir.

Shakespeare met¨ªa tormentas, vientos despiadados y ¨¢rboles derribados en mitad de sus tragedias para anunciar la llegada de los momentos decisivos; la tormenta del Tour no anticip¨® la tragedia, la subray¨® con tintes oscuros. Poco despu¨¦s de Pinot, Alaphilippe, su falso hermano, dej¨® de ser l¨ªder. Los atacantes diarios estaban acabados. Un Tour diferente era imposible, como todos, los fatalistas, supon¨ªan. Pinot, quinto en la general, depositario de las esperanzas locales, llevaba dos d¨ªas lesionado en el muslo: su abandono no sorprendi¨® a nadie; el fin de la maravilla de Alaphilippe, el hombre del derroche cotidiano, tambi¨¦n se preve¨ªa: el ataque de Egan Bernal simplemente lo confirm¨®.

Poco despu¨¦s del mediod¨ªa el cielo negro negro se rompi¨® sobre Val d¡¯Is¨¨re, a 20 kil¨®metros de la meta, y descarg¨® entre truenos y rayos una granizada que desbord¨® torrentes, provoc¨® corrimientos de tierras e inund¨® la carretera por la que los ciclistas deber¨ªan pasar al final del descenso del Iseran, el coloso. Pasar por all¨ª en bicicleta era imposible. El Tour no tom¨® una decisi¨®n r¨¢pido esperando que los bulldozers en acci¨®n limpiaran la carretera. Solo cuando veloces Bernal y Simon Yates, descend¨ªan el Iseran en pareja por delante de todos, el director de la carrera, Christian Prudhomme, tom¨® la decisi¨®n. No hab¨ªa tiempo de liberar el paso. La etapa terminar¨ªa en la cima del Iseran, donde se tomar¨ªan los tiempos para fijar la clasificaci¨®n general, y no tendr¨ªa ganador oficial. A Tignes, donde est¨¢n sus hoteles, los ciclistas llegaron bien abrigados en los coches de sus equipos.

Por la cima pas¨® el primero Egan, que sum¨® por ello 8s de bonificaci¨®n, con 50s sobre Thomas y 2m 7s sobre Alaphilippe. En la general es l¨ªder, con 45s sobre el franc¨¦s y 1m 3s sobre el ganador del 18. Al Tour le quedan dos etapas, una de monta?a dura y un paseo por Par¨ªs.

Es la primera vez en la historia del Tour que una etapa ya iniciada no llega a meta. En 1982 se anul¨® por una huelga una contrarreloj por equipos, pero cuatro d¨ªas m¨¢s tarde se organiz¨® una nueva en una ciudad diferente. En 1996, se anul¨® justamente parte del recorrido de una etapa que part¨ªa del mismo Val d¡¯Is¨¨re porque sobre el Iseran, el mismo Iseran de 2.770 metros, hab¨ªa ca¨ªdo una gran nevada. En coche, los corredores se fueron a 46 kil¨®metros de la meta de Sestri¨¨res, y de all¨ª partieron.

A Tignes llega Michael Rasmussen y se le pone la piel de gallina y la mirada parece melanc¨®lica m¨¢s que nada cuando llega y ve el lago gris y la rabia triste le mata cuando busca y no encuentra su nombre en el libro de ruta, que relata en el cap¨ªtulo de cada meta los ganadores que all¨ª hubo en el pasado. A Tignes, seg¨²n el libro, nunca lleg¨® el Tour.

¡°?Qu¨¦ hipocres¨ªa! Piensan que borrando los libros de historia borran la historia¡±, dice Rasmussen que nunca hab¨ªa vuelto a Tignes, donde en 2007 gan¨® la etapa superdestacado y comenz¨® a ganar un Tour del que le expulsar¨ªan con el maillot 10 d¨ªas despu¨¦s, pasados los Pirineos. La decisi¨®n de retirarlo la tom¨® su propio equipo, el Rabobank, impelido por el Tour, que quer¨ªa, como siempre, lavar su imagen. Rasmussen era un mentiroso, dijeron. Dec¨ªa que estaba entren¨¢ndose en M¨¦xico cuando en realidad estaba en los Dolomitas y quer¨ªa enga?ar a los inspectores del antidopaje.

El Tour sella a¨²n m¨¢s el dominio de su relato permitiendo a todos aquellos que han vestido al menos un d¨ªa el maillot amarillo pasarse por su stand en el village de salida y firmar un maillot simb¨®lico de los 100 a?os que cumple. ¡°Pero a m¨ª no me dejan. Como si no hubiera sido nunca l¨ªder del Tour¡±, dice Rasmussen, que trabaja para un diario dan¨¦s con an¨¢lisis y comentarios de las etapas y recuerda c¨®mo aquella etapa de Tignes revel¨® por primera vez en el Tour el gran talento de Alberto Contador, quien regres¨® al grupo de los favoritos tras haber sufrido un pinchazo. ¡°Y se llev¨® el Tour Alberto¡±.

El nombre de Rasmussen sigue figurando en los archivos oficiales de la Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI), que s¨ª que borr¨® el nombre del espa?ol Iban Mayo, segundo en la etapa de Tignes, y Valverde fue tercero, y positivo por EPO unos d¨ªas despu¨¦s.