Cuando un periodista es portada
Nadie contaba las historias como Carlos P¨¦rez de Rozas, que este lunes ser¨¢ despedido a las 16 horas en Les Corts
Nada resulta m¨¢s descorazonador en vida que ver ahora mismo a Carlos P¨¦rez de Rozas muerto, quiz¨¢ porque nadie se le imagin¨® nunca quieto, ni siquiera dormido, tal que fuera un periodista de pel¨ªcula, a veces incluso de dibujos animados, o si se quiere de c¨®mic, de aquellos que no tienen edad, siempre presentes y persuasivos, de los que no hablan ni caminan sino que seducen y saltan para anunciar las noticias, como debe ser para honrar al mejor oficio del mundo en palabras de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Ten¨ªa una vitalidad y una gracia contagiosas, a menudo imitado, nunca imitador, ¨²nico a pesar de ser uno m¨¢s del clan P¨¦rez de Rozas.
Nadie contaba las historias como Carlos. Viv¨ªa la vida para ser protagonista de la portada, el retrato del diario, la s¨ªntesis de las mejores informaciones del d¨ªa, el resumen que navega por la red para ser cotejado por el mundo editorial en Europa y en Am¨¦rica. No es extra?o que se manejara extraordinariamente bien con los adjetivos y la grandilocuencia, expresivo por naturaleza, siempre superlativo, sobre todo con Messi. Ten¨ªa c¨®mplices en la mayor¨ªa de redacciones del mundo y al mismo tiempo resultaba igual de pr¨®ximo para sus amigos que para los que acababa de conocer en un bar de Barcelona.
Ante la duda, se impon¨ªa el optimismo de Carlos. Ya profesor de tecnolog¨ªa-compaginaci¨®n desde 1976, las distintas universidades le reclamaban ahora para animar a los alumnos m¨¢s esc¨¦pticos, reclutar a los extraviados o captar a los aspirantes a partir del relato m¨¢s ameno posible incluso sobre una carrera de caballos; los programas audiovisuales le citaban para agitar las tertulias m¨¢s aburridas sobre el Bar?a; los editores le consultaban como director de arte por excelencia; y nadie era m¨¢s americano cuando se trataba de hablar de b¨¦isbol, el deporte favorito de la familia, o tambi¨¦n de la NFL.
Ten¨ªa tal poder de convicci¨®n que hablaba con los ingleses sin saber ingl¨¦s y exig¨ªa las mejores aulas para exponer sus power points a pesar de sus dificultades para manejarse con las nuevas tecnolog¨ªas ante el asombro de los inform¨¢ticos y la complicidad de los estudiantes de Blanquerna. No es una cuesti¨®n de apariencia sino que por su manera de ser desbordaba tanta pasi¨®n que disimulaba cualquier carencia, capaz de presumir tambi¨¦n de ser un buen jugador de golf y un excelente compa?ero de mesa, alejado de las ri?as, dispuesto a quedar bien con todos, a hacerte la vida f¨¢cil, siempre risue?o en el Camp Nou.
El d¨ªa a d¨ªa resultaba tan agradecido y excitante a su alrededor que a partir de ahora costar¨¢ encontrar consuelo a no ser que su hermano Emilio y su amigo Antonio Franco se pongan a hacer de Carlos. A¨²n a riesgo de que tambi¨¦n les explote el coraz¨®n, necesitamos seguir creyendo que todav¨ªa quedan periodistas de pel¨ªcula para continuar so?ando en la aventura del periodismo, una profesi¨®n de riesgo que envejece y enviuda a la velocidad de v¨¦rtigo cuando se quedan quietos personajes imparables como Carlos P¨¦rez de Rozas. Hasta dejan de tener sentido los v¨ªdeos de Muhammad Al¨ª.
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