Cambiar para seguir igual
Zidane vuelve a apostar ante la Roma por el 3-5-2, un sistema de juego que sigue sin detener la secuencia de goles encajados por el Madrid, que suma 19 en los ¨²ltimos siete partidos
M¨¢s all¨¢ de la composici¨®n de la plantilla, y de la resoluci¨®n de los conflictos individuales que mantiene abiertos con Bale, James y Mariano, Zinedine Zidane dirige sus esfuerzos en los ¨²ltimos partidos a dise?ar un armaz¨®n que contenga la facilidad con la que cualquier equipo le hace goles al Madrid. El empate a dos ante la Roma, resuelto en favor de los italianos en la tanda de penaltis, elev¨® a 19 los encajados durante los siete partidos de pretemporada (2,7 de media), y no hizo m¨¢s que evidenciar la vulnerabilidad de un equipo que viene prob¨¢ndose en sus dos ¨²ltimas actuaciones un abrigo de cinco centrocampistas que si bien contuvo al Salzburgo (¨²nico equipo que se fue de vac¨ªo), no surti¨® efecto en el Ol¨ªmpico.
Roma, 2 (5) - Real Madrid, 2 (4)
Roma: Pau; Florenzi (Spinazzola, m. 62), Fazio, Jesus, Kolarov; Cristante, Pellegrini (Diawara, m. 62); ?nder, Zaniolo (Antonucci, m. 76), Perotti (Kluivert, m. 67); Dzeko (Schick, m. 76).
Real Madrid: Courtois; Milit?o, Varane, Nacho (Jovic, m. 46); Carvajal (Odriozola, m. 62), Modric, Casemiro (Kroos, m. 61), Valverde (Vinicius, m. 46), Marcelo; Benzema (Bale, m. 61), Hazard (Isco, m. 70).
Goles: 0-1. M. 16. Marcelo. 1-1. M. 34. Perotti. 1-2. M. 39. Casemiro. 2-2. M. 40. Dzeko. Penaltis: Marcelo fall¨® el quinto lanzamiento del Madrid.
?rbitro: Michael Fabbri (ITA). Amonest¨® a Milit?o.
Estadio Ol¨ªmpico de Roma. Unos 25.000 espectadores.
El nuevo marco de juego sobre el que trata de implementar Zidane su particular revoluci¨®n t¨¢ctica, el 3-5-2 que ya utiliz¨® en Austria, descubri¨® bondades y problemas en la misma cantidad. La libertad ofensiva de Marcelo convirti¨® al brasile?o en el mejor agitador del ataque blanco, y situ¨® su ¨®rbita de trabajo mucho m¨¢s cerca de la porter¨ªa de la Roma. Pero al mismo tiempo desguarneci¨® la banda izquierda cuando el bal¨®n pon¨ªa direcci¨®n hacia Courtois, y oblig¨® a Nacho a estirar su posici¨®n y cubrir una banda por la que se multiplicaron las llegadas del conjunto italiano, siempre en superioridad num¨¦rica.
El cara o cruz de Marcelo deriv¨® en una secuencia de idas y venidas, todas con peligro en ambos lados, aunque en mayor cantidad para la Roma. Dzeko y ?nder vieron el hueco a la espalda del lateral y se volcaron sobre ¨¦l. La potencia del bosnio no encontr¨® r¨¦plica en Varane, flojo en la marca, y permiti¨® que las acometidas de la Roma ocupasen distintas alturas y llegasen hasta Courtois.
Convertido el duelo en una especie de ruleta rusa, el Madrid dispar¨® primero por medio de Marcelo, que tras tirar un recorte solt¨® un latigazo con la pierna derecha que esquiv¨® los guantes de Pau. La poca presencia en ataque de Benzema y Hazard acrecent¨® la voluntad del brasile?o por permanecer en ese espacio al que habitualmente los laterales llegan en carrera. Aprovechando ese anclaje, la Roma lanz¨® un contragolpe y Perotti culmin¨® en el ¨¢rea peque?a un gran centro de Zaniolo que Milit?o no supo medir. El automatismo requiere de repetici¨®n, y al Madrid le quedan todav¨ªa muchas series que hacer.
Acept¨®, sin embargo, el intercambio de golpes, y Casemiro, de cabeza tras un saque de esquina en corto que acab¨® en las botas de Marcelo, volvi¨® a poner por delante al Madrid. El espejismo dur¨® un solo minuto, el que tard¨® Dzeko en enviar a la red un pase interior que volvi¨® a dejar al descubierto la vulnerabilidad del pasillo central blanco, el que se supon¨ªa m¨¢s poblado por n¨²mero de jugadores.
No debi¨® gustarle a Zidane el desbarajuste defensivo de su equipo en la primera mitad, y desdibuj¨® su idea tras el descanso, recuperando el 4-4-2 y provocando con ¨¦l un reajuste de competencias que tard¨® en cuajar. Jovic form¨® pareja de ataque con Benzema, mientras Hazard observ¨® a su socio franc¨¦s desde la banda con cierta melancol¨ªa. Le dur¨® poco la pena al belga, porque Bale ocup¨® despu¨¦s esa plaza introduciendo al campo una frialdad que anestesi¨® el ataque.
Si la voluntad de Zidane era establecer un cortafuegos cartesiano que permitiera a su equipo dominar el tiempo del partido, la jugada no le sali¨® del todo porque la Roma sigui¨® generando peligro por las mismas ¨¢reas. Demostr¨® m¨¢s rodaje el cuadro italiano, adem¨¢s de un destacable buen gusto con el bal¨®n. Todas sus jugadas nacieron con una voluntad clara de alcanzar la porter¨ªa rival sin necesidad de rebajar la velocidad del bal¨®n con demasiados intermediarios.
Deshecha por completo la figura inicial por el cambio de casi todas sus fichas, el Madrid fue un t¨®tum revol¨²tum de ocasiones de distinta clase. Las m¨¢s claras recayeron en Jovic, que no acert¨® con dos disparos claros; y en Bale, que remat¨® fuera las dos ocasiones de las que dispuso. En la tanda de penaltis Marcelo hizo bueno el t¨®pico de que el mejor jugador del partido suele fallar su penalti.
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