Cuarenta horas en los aviones y seis en la pista
El Mundial llega a Pek¨ªn despu¨¦s de un recorrido ca¨®tico marcado por los largu¨ªsimos traslados y los problemas organizativos
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Antes de comenzar, el Mundial de China fue noticia por el dudoso honor de acumular cerca de un centenar de renuncias de jugadores. Incrustado entre unas temporadas inabarcables y con la perspectiva del pr¨®ximo verano ol¨ªmpico, a muchos de ellos el campeonato les pareci¨® una aventura inh¨®spita. Sobre el terreno, la realidad est¨¢ confirmando sus temores, para calvario y reconocimiento de los presentes. En apenas 20 d¨ªas en el pa¨ªs de los 1.400 millones de habitantes, la selecci¨®n espa?ola acumular¨¢ 24.000 kil¨®metros recorridos, seis traslados, cuatro cambios de sede, m¨¢s de 40 horas de vuelo y solo 10 partidos (dos amistosos y ocho oficiales). Un desaf¨ªo a la resistencia de los protagonistas de un espect¨¢culo que desemboca este fin de semana en la final four de Pek¨ªn con Espa?a, Australia, Argentina y Francia peleando por el t¨ªtulo. Un torneo descabellado con tintes de tortura china en el que los equipos pasar¨¢n seis veces m¨¢s de tiempo en los aviones que en la pista. El dato m¨¢s evidente de un Mundial encriptado y con todas las arterias saturadas: viales, burocr¨¢ticas, organizativas, inform¨¢ticas...
Espa?a parti¨® el 24 de agosto hacia Ningb¨® para rematar sobre terreno chino un rodaje mundialista que antes hab¨ªa incluido un viaje de ida y vuelta a Anaheim (California) para medirse a EE UU, acumulando ya 9.300 kil¨®metros y 13 horas de vuelo antes de la expedici¨®n definitiva. La yincana solo acababa de comenzar. ¡°Ir a Los ?ngeles en mitad de la preparaci¨®n y volver luego para atr¨¢s no es lo ideal, pero es lo que tocaba y lo hemos hecho¡±, avis¨® Marc con estoicismo antes de la batalla. ¡°Est¨¢ siendo un torneo dur¨ªsimo porque tenemos que sumar viajes y partidos. En una competici¨®n tan exigente es muy importante recuperar y, en estas condiciones, solo nos queda ponernos en manos de los profesionales que nos ayudan¡±, explic¨® Ricky tras alcanzar el pase a semifinales. El lamento se repite desde el comienzo del traj¨ªn, id¨¦ntico en dimensiones para todos los equipos solo cambiando la ruta entre sedes. ¡°Terminamos anoche nuestro partido y regresamos tarde al hotel. Por la ma?ana madrugamos para ir al aeropuerto, viajar de nuevo, con dos horas de vuelo, y una m¨¢s por carretera al llegar... Estar¨ªa loco si adem¨¢s hubiera tenido que hacer entrenar a mis jugadores¡±, clam¨® Djordjevic durante la segunda fase, en la que los recuperadores eran ya las estrellas de cada equipo.
A esos profesionales que citaba Ricky, los fisios de la selecci¨®n, les incautaron ayer en el aeropuerto todos los botes de sprays de fr¨ªo que llevaban para atenuar el dolor de los golpes, en otro episodio esperp¨¦ntico de un periplo gobernado por las autoridades chinas para escarnio de la propia FIBA. Su peculiar forma de entender la seguridad ha desesperado a todos los miembros de la caravana mundialista, incluido al propio organizador del evento, colapsado por las exigencias de su anfitri¨®n ¨C¡°Ellos mandan, no est¨¢ en nuestras manos¡±, repiten a cada controversia--. La misma seguridad que retras¨® la formalizaci¨®n de los visados y mantuvo retenidos a tres periodistas espa?oles (ya acreditados desde el inicio y que solo buscaban la actualizaci¨®n de su credencial por el cambio de sede) antes del Espa?a-Polonia de cuartos es la que permite el libre acceso de los aficionados a algunos pabellones sin mayor fiscalizaci¨®n de sus pertenec¨ªas, por voluminosas que estas sean. Excesos de celo volubles, aleatorios e inexplicables. Al primer partido de Espa?a en Guangzhou los enviados especiales (a estas alturas expertos en esquivar la censura de las comunicaciones en el pa¨ªs a trav¨¦s de las VPN) accedieron con un pase temporal escrito a mano porque no hab¨ªan llegado los oficiales. A cambio, para la intendencia de los partidos, se hab¨ªan incorporado novedosas figuras como la de una regidora a pie de pista para coreografiar la animaci¨®n de los aficionados como si de un plat¨® de televisi¨®n se tratase.
No ha calado el Mundial en China, apenas ha habido carteler¨ªa en las ocho sedes y sus respectivos aeropuertos, con contadas mesas de informaci¨®n en los recintos en las que se practicaba el esperanto contra el choque idiom¨¢tico y el nulo conocimiento del ingl¨¦s. El pretendido impacto interior se ha diluido en la inmensidad. No se han llenado hasta ahora los pabellones, a la espera del seguimiento en Pek¨ªn. En las puertas de muchos de ellos aparec¨ªan reventas con escasa convicci¨®n, se sab¨ªan prescindibles. En todos los partidos de la sede de Wuhan, avanzado el primer cuarto, se asist¨ªa a una jornada de puertas abiertas indisimulable por la algarab¨ªa de aficionados que recorr¨ªa las gradas en busca de un buen sitio. Su premio permit¨ªa llenar sobre la marcha el plano televisivo.
A la espera de saber c¨®mo responde la afici¨®n en el cierre del torneo en Pek¨ªn, la televisi¨®n propietaria de los derechos del campeonato ya hace d¨ªas, desde la eliminaci¨®n de China, que ha restringido las horas y espacios dedicados al baloncesto. Ahora repiten en bucle unas trabajadas antolog¨ªas de los mejores goles de Rooney, Lewandowski y Cristiano Ronaldo. El Mundial llega a la capital en mitad de la celebraci¨®n del Festival del Medio Oto?o (fiesta de la cosecha con or¨ªgenes en el culto de la luna), una de las conmemoraciones m¨¢s importantes en China despu¨¦s del A?o Nuevo Chino y no parece que el baloncesto vaya a perturbar la tradici¨®n de reunirse en familia a mirar al cielo. Como llevan haciendo los organizadores de la FIBA, a modo de lamento, desde el comienzo de un campeonato ca¨®tico.
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