El ¡®momento Bannister¡¯ del marat¨®n
Los protagonistas de la carrera apelan al esp¨ªritu del primer atleta que baj¨® de cuatro minutos en la milla
En la ciudad de Freud triunfa Eliud Kipchoge, un granjero keniano de respuestas cortas e ideas claras que, seguramente, nunca se habr¨ªa tumbado en su div¨¢n y que, en la rueda de prensa posterior a su viaje a la luna del marat¨®n, pregunta en alto a los periodistas: ?cu¨¢ntos ten¨¦is m¨¢s de 65 a?os? Levantan el brazo tres, cuatro, una gota m¨ªnima entre las decenas presentes. ¡°Vosotros¡±, dice, ¡°sois los ¨²nicos de aqu¨ª que estabais vivos cuando Bannister baj¨® de los cuatro minutos en la milla, y, sin embargo, todos sabemos qui¨¦n fue Bannister. Y yo tambi¨¦n espero que dentro de 65 a?os todos hablen de m¨ª igual, porque yo tambi¨¦n he entrado en la historia¡±.
Bannister alcanz¨® en 1954 el primer Everest del atletismo, y, pese a las diferencias est¨¦ticas -Bannister, un neur¨®logo, afil¨® los clavos de sus zapatillas en el torno del laboratorio de Londres en el que investigaba, colg¨® la bata, se comi¨® un s¨¢ndwich y tom¨® un tren en Paddington para Oxford, donde le esperaban sus liebres y la pista; Kipchoge ha sido la piedra angular de un costoso proyecto-, el fundamento era el mismo: un atleta y un objetivo ¨²nico en una carrera especial, una contrarreloj. Bannister fue, junto al australiano John Landy y el norteamericano Wes Santee, uno de los tres atletas de la posguerra que en tres continentes diferentes compitieron por ser el primero que superaba una barrera que se cre¨ªa imposible. Lo hicieron como hab¨ªa ascendido el Everest Hillary un a?o antes, para saber qu¨¦ hab¨ªa ah¨ª.
Con la misma curiosidad de explorador emprendi¨® Kipchoge el camino de las dos horas del marat¨®n, una distancia que, pese a las apariencias, nunca se corri¨® en los Juegos Ol¨ªmpicos de la antig¨¹edad y que vive en el siglo XXI un apogeo ¨²nico. Para dar un toque griego a los Juegos de Atenas de 1896, el bar¨®n Pierre de Coubertin instituy¨® una carrera de fondo que recordara al soldado Fil¨ªpides, el heraldo que a pie corri¨® hasta Atenas, a unos 40 kil¨®metros, para anunciar la victoria del ej¨¦rcito griego en Marat¨®n, en el a?o 490 antes de Cristo. En los Juegos de Londres de 1908 se fij¨® la distancia est¨¢ndar de 42,195 kil¨®metros (las 26 millas y 218 yardas que van desde el palacio de Windsor, de donde parti¨®, hasta la llegada frente al palco real en el estadio ol¨ªmpico) y, a la vez que se multiplicaban las maratones profesionales por todo un mundo (Boston, Londres) fascinado por la distancia que pon¨ªa a prueba la capacidad de resistencia humana, comenz¨® la lucha contra el tiempo.
En 110 a?os de r¨¦cords oficiales, los reconocidos por la federaci¨®n internacional de atletismo, desde las 2h 55m 18s de Johnny Hayes en Londres, hasta las 2h 1m 39s de Kipchoge en 2018, la plusmarca mundial de marat¨®n se ha mejorado en casi 54 minutos. El r¨¦cord descendi¨® a grandes mordiscos al comienzo (solo se necesitaron 17 a?os para bajar de las 2h 30m), coincidiendo con la primera popularizaci¨®n de la prueba. Precis¨® de 38 a?os para bajar de las 2h 15m (2h 14m 28s, Leonard Edelen, en 1963) y solo cuatro m¨¢s, Derek Clayton, en 1967, para superar la barrera de las 2h 10m. Y, pese a que en aquella d¨¦cada, gracias a la figura del et¨ªope Abebe Bikila, doble campe¨®n ol¨ªmpico en 1960 y 1964, que le dio su aura m¨ªstica a la carrera, se produjo el gran boom de la distancia en Estados Unidos y Europa occidental, y prendi¨® la llama en ?frica, el r¨¦cord del marat¨®n entr¨® en su gran meseta. Para reducir el r¨¦cord cinco minutos se precis¨® de 36 a?os m¨¢s (2003, Paul Tergat, 2h 4m 55s) y en los ¨²ltimos 15 a?os solo ha bajado tres minutos, pese a todas las mejoras en entrenamientos, preparaci¨®n, nutrici¨®n y zapatillas.
Seg¨²n las normas de la IAAF, la asociaci¨®n internacional de atletismo, que proh¨ªben liebres que se releven, la frontera de las dos horas a¨²n est¨¢ lejana. Seg¨²n ha podido comprobar el mundo, Kipchoge la ha franqueado. Ha corrido en menos de dos horas y no ha perecido en el intento. Ha culminado el momento Bannister del marat¨®n. Una victoria del esp¨ªritu, seg¨²n la liebre Bernard Lagat. ¡°El esp¨ªritu es el de que no hay barreras. Es lo que hemos demostrado, el esp¨ªritu de Roger Bannister¡±. Y Henrik, el mayor de los hermanos Ingebrigtsen, remacha: ¡°Esper¨¢bamos desde hace mucho este momento Bannister del marat¨®n. Este ser¨¢ el primero de muchos maratones por debajo de dos horas. Eliud simplemente ha demostrado que es posible¡±.
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