Jap¨®n abraza el mestizaje para dar el salto en rugby

La letra del poema en la que est¨¢ basado el himno nacional japon¨¦s, Kimigayo, tiene su traducci¨®n rugb¨ªstica. Desea un largo imperio ¡°hasta que los peque?os guijarros se conviertan en rocas¡±. No exist¨ªa el rugby en la era Meiji, pero ilustra el encuentro natural entre la identidad nipona y el oval. Jap¨®n se ha metido en cuartos de un Mundial por primera vez en su historia. Y sus peque?os guijarros han convertido una te¨®rica desventaja ¡ªsu menor envergadura¡ª en fortaleza con un estilo din¨¢mico y combativo. Esa identidad une a un grupo heterodoxo ¡ªhasta la mitad de la plantilla tiene or¨ªgenes for¨¢neos¡ª y su exitoso mestizaje ha roto estereotipos.

Michael Leitch es el paradigma de la selecci¨®n que capitanea. De padre neozeland¨¦s y madre fiyiana, lleg¨® a Jap¨®n en la adolescencia. Su liderazgo relanz¨® a una selecci¨®n que se tir¨® 24 a?os sin ganar un partido en un Mundial y que ha ganado siete en las dos ¨²ltimas citas. Cuando tumbaron a Sud¨¢frica en 2015 en Brighton, sus compa?eros, con ¨¦l al frente, rechazaron tirar a palos el golpe de castigo que habr¨ªa valido el empate y fueron a por la victoria. El entonces seleccionador, Eddie Jones, orden¨® lo contrario, pero su decisi¨®n no lleg¨® a tiempo. La valent¨ªa tuvo premio y los anfitriones se medir¨¢n de nuevo a los Springboks este domingo en cuartos.

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¡°Tenemos un equipo muy diverso, con mucha influencia extranjera¡±, ha resumido Leitch durante el torneo. El rugby permite que un jugador compita con otra selecci¨®n distinta de la de su pa¨ªs de origen si lleva tres a?os residiendo all¨ª. No es necesario cambiar de nacionalidad. Ese requisito, ahora ampliado a cinco a?os, ha servido para que otras selecciones, fundamentalmente la francesa y la inglesa, aprovechen el atractivo de su liga para llevarse talento for¨¢neo, fundamentalmente oce¨¢nico. La integraci¨®n de Jap¨®n es distinta. El nivel de su liga es muy bajo; su estandarte son los Sunwolves, una franquicia que milita en el Super Rugby, la mejor competici¨®n del hemisferio sur, y su selecci¨®n solo remunera las dietas.

De los 31 convocados por el t¨¦cnico neozeland¨¦s, Jamie Joseph, que represent¨® a Jap¨®n en el Mundial de 1999, 16 tienen or¨ªgenes de siete pa¨ªses distintos. Su gran ensayador, Kotaro Matusishima, tiene madre japonesa y padre zimbabuense. Hendrik Tui es neozeland¨¦s de descendientes samoanos y Timothy Lafaele es samoano criado en Nueva Zelanda. Lomano Lemeki es de origen tongano y neozeland¨¦s, creci¨® en Australia y se cas¨® con una japonesa. Koo Ji-won, surcoreano, se march¨® a estudiar a Jap¨®n. El s¨ªmbolo de su integraci¨®n es que todos ellos tienen la nacionalidad japonesa. Pieter Labuschagne, capit¨¢n en el partido inaugural, es sudafricano.

La identidad japonesa tambi¨¦n ensalza la resiliencia, indispensable en el Anillo de Fuego, una de las zonas con m¨¢s actividad s¨ªsmica del mundo. En el minuto de silencio del duelo ante Escocia no sab¨ªan siquiera a cu¨¢ntos fallecidos estaban honrando por el paso del supertif¨®n Hagibis, el m¨¢s grande que tocaba tierra japonesa en 61 a?os, pues el conteo oficial ¡ªya supera la treintena¡ª estaba en marcha. El estadio de Yokohama, parte del plan de defensa de la ciudad ante las inundaciones, vivi¨® una atm¨®sfera el¨¦ctrica despu¨¦s de que los operarios durmieran la noche anterior all¨ª para evaluar los da?os. Se multiplicaron gestos de solidaridad como el de los jugadores de Canad¨¢, que ayudaron a los vecinos de Kamaishi tras la cancelaci¨®n de su encuentro ante Namibia.