Valverde y Koeman velan al Bar?a
La sensaci¨®n es que esta vez el t¨¦nico azulgrana ya no sabe qu¨¦ hacer despu¨¦s de tocar y cambiar a varios jugadores y modificar un sistema muy asumido desde los tiempos del Dream Team
El Bar?a va de mal en peor si se hace caso de la pitada que el equipo recibi¨® de su hinchada despu¨¦s del empate a cero con el Slavia de Praga. La regresi¨®n es evidente y parece imparable: ya no queda ni siquiera el consuelo de jugar en el estadio, hasta ahora una cancha intimidadora y ganadora, para justificar la actuaci¨®n de un conjunto que muy a menudo se pierde en campo contrario, como ya se advirti¨® en Valencia contra el Levante. A este paso peligra tambi¨¦n lo ¨²nico de lo que puede presumir y que es el liderato en LaLiga y en su grupo de la Champions.
La clasificaci¨®n todav¨ªa sirve de excusa para los que desde hace tiempo se remiten al marcador despu¨¦s de haber relativizado el papel del estilo con el argumento de que el juego evoluciona y a d¨ªa de hoy no hay m¨¢s referencia que la Premier League. El problema se presenta cuando se deja de ganar, y el Barcelona va perdiendo cada vez m¨¢s partidos y t¨ªtulos: en dos a?os y medio ha pasado del doblete de Liga y Copa a conquistar LaLiga. Mejor no hablar de la Champions desde Berl¨ªn 2015.
La sensaci¨®n es que esta vez Valverde ya no sabe qu¨¦ hacer despu¨¦s de tocar y cambiar a varios jugadores y modificar un sistema muy asumido desde los tiempos del Dream Team y despu¨¦s sacralizado por la figura del mediocentro con Busquets. El Bar?a no desequilibra ni controla los partidos porque las individualidades ya no marcan las diferencias a excepci¨®n de Messi y el f¨²tbol colectivo no presiona ni da velocidad a la pelota, de manera que a menudo se siente sometido por el ritmo de los contrarios, da lo mismo que sea el Levante como el Slavia.
Los azulgrana no act¨²an como un equipo, tampoco tienen un plan de juego estable, les falta continuidad y a menudo fallan el pase y pierden la paciencia: alcanza con contar las nueve tarjetas que ya suma Piqu¨¦. La situaci¨®n ha quedado muy bien retratada por un comentario de Ars¨¨ne Wenger: ¡°El Bar?a juega como un equipo en crisis; cada vez que pierde la pelota parece que conceder¨¢ un gol al contraataque. Al equipo de falta confianza, dinamismo y ritmo; es demasiado individualista en los ¨²ltimos 30 metros¡±. Palabra del exentrenador del Arsenal.
El Bar?a es un conjunto h¨ªbrido que no funciona de medio campo hacia adelante adem¨¢s de no gustarle correr hacia atr¨¢s, ahora mismo muy desestructurado y descontrolado, demasiado previsible y aburrido, incapaz de sincronizar el pase con la recepci¨®n, el toque con el desmarque, una jugada que parec¨ªa sencilla y eficaz para ganar al Slavia. Cuando se necesitan dos futbolistas, y la acci¨®n no depende exclusivamente de Messi, las cosas no van bien en el Bar?a. Los rivales le han perdido el respeto tanto en LaLiga como en la Champions.
Algunos analistas advierten s¨ªntomas de decadencia, una situaci¨®n parecida a la de los tiempos de Rijkaard, mientras que Piqu¨¦ pide paciencia ¨Cantes apelaba a la unidad¡ª despu¨¦s de recordar que en unas circunstancias parecidas acabaron ganando el triplete en 2015. Tambi¨¦n hay quien evoca a los tiempos de Tata Martino. A falta de juego, tampoco hay discurso: nadie sabe animar a la afici¨®n azulgrana seguramente por la ausencia de liderazgo en los distintos estamentos del FC Barcelona.
Una revoluci¨®n que tiene como m¨¢rtir a un soldado tan leal como Rakitic es una broma de mal gusto que obliga a preguntar por el papel de Valverde. La sensaci¨®n es que al t¨¦cnico le toca gestionar un a?o de transici¨®n, una situaci¨®n que no quer¨ªa ni ¨¦l ni la junta, y que acept¨® con la complicidad de unos jugadores que ahora hacen ver que no le conocen ni sentado en el banquillo del Camp Nou. El riesgo es que el equipo se consuma si no se pone remedio muy pronto a la situaci¨®n: se impone cambiar la rutina por la cultura del esfuerzo y la pasi¨®n, virtudes que son muy del Bar?a.
Malo cuando un equipo parece viciado y pierde la ambici¨®n, v¨ªctima de errores estructurales y no solo coyunturales, porque entonces acaba por lamentarse por lo que pod¨ªa ser y por lo que no ser¨¢, cosa ya conocida en el Camp Nou. El barcelonismo no sale de la sala de espera en la que est¨¢ desde hace tiempo, como los enfermos que pasan de una prueba a otra para descartar lo que no tienen y acertar lo que les hace malvivir; se sabe eso s¨ª que Messi tiene una cl¨¢usula que le permite dejar en junio al equipo y que Koeman tiene otra con Holanda que le habilita para regresar al Camp Nou en verano.
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