Griezmann, mutante en el Bar?a y villano en el Wanda
La grada del Metropolitano hostiga a su antigua estrella, maniatado adem¨¢s por los deberes t¨¢cticos
Sali¨® a calentar tocado con un gorro negro, como esos que llevan los pescadores del Mar del Norte. No le sirvi¨® para pasar de inc¨®gnito. La muchedumbre formada en el fondo sur del Wanda, los recalcitrantes del Frente, le dedicaron la misma canci¨®n f¨²nebre que se o¨ªa en los alrededores del estadio. ¡°?Griezmann mu¨¦rete, Griezman mu¨¦rete¡!¡±.
Fue una noche dif¨ªcil para Griezmann, ¨ªdolo rojiblanco durante cinco a?os, recibido ahora como un villano. Tan dura en el plano emocional como en el t¨¢ctico, en virtud de las m¨²ltiples tareas que le demanda su rol en este Bar?a indefinido.
Griezmann habr¨ªa sido el extremo perfecto para el 4-3-3, el viejo modelo que hizo grande al Bar?a. El franc¨¦s es buen int¨¦rprete de los momentos adecuados para intervenir, sabe asociarse con todos, desborda por astucia y habilidad, y posee la mezcla de resistencia y disciplina que le permiten realizar esfuerzos intensos de forma continuada. Pero Griezmann lleg¨® en la ¨¦poca equivocada. En este Bar?a revisado de Ernesto Valverde los extremos puros no tienen acomodo f¨¢cil. Porque este Bar?a, el que visit¨® Madrid bajo la lluvia, es un h¨ªbrido. Ataca con 4-3-3 y defiende replegado en 4-4-2 para generar espacios propicios al contragolpe. En este esquema mutante, Griezmann debe mutar como nadie.
El hombre m¨¢s pitado de la noche visit¨® a sus antiguos compa?eros en el vestuario local, despu¨¦s del partido. Del mismo modo, debi¨® cambiar de piel en cada secuencia del juego. Ni extremo ni volante, ni atacante ni defensor, para encajar en el plan general tuvo que multiplicar funciones a lo largo de 70 metros de campo. Ning¨²n atacante cubri¨® m¨¢s espacio. Ning¨²n volante atac¨® m¨¢s. Nadie estableci¨® m¨¢s complicidades con Su¨¢rez. Y nadie, fuera de la zaga, debi¨® hacer m¨¢s ajustes para cubrir a Junior Firpo. Por biso?ez o por incapacidad, el lateral zurdo del Bar?a exige atenciones descomunales a sus acompa?antes m¨¢s pr¨®ximos. Si se abr¨ªa un hueco demasiado grande entre Lenglet y Junior, ah¨ª estaba Griezmann para tapar a Correa. Si el lateral cerraba en exceso, ah¨ª aparec¨ªa Griezmann para marcar a Trippier.
"Para ¨¦l ha sido complicado desde el punto de vista emotivo", observ¨® Valverde, sobre el regreso de Griezmann al Wanda. "Volver al estadio y encontrarte con los compa?eros con los que has vivido tanto tiempo es duro. El p¨²blico le ha pitado... Era una situaci¨®n por la que ten¨ªa que pasar. Pero en el juego le he visto bien. Ha luchado y ha trabajado para que el equipo estuviera bien".
Vestido con el uniforme de cuarto volante, Griezmann vivi¨® m¨¢s tiempo en su campo que en el ajeno en el arranque intempestivo del partido. El repliegue colectivo es parte inherente del modelo de Valverde. Cada vez que el Atl¨¦tico daba tres pases seguidos, el Bar?a formaba una l¨ªnea de cuatro centrocampistas sobre la l¨ªnea del mediocampo. Si el Atl¨¦tico avanzaba, la l¨ªnea de volantes, lejos de saltar a la presi¨®n, reculaba hasta estacionarse en la frontal del ¨¢rea. A los 20 minutos el equipo local sumaba siete remates contra ninguno del visitante.
Griezmann se solt¨® seg¨²n el Atl¨¦tico perd¨ªa el control de la situaci¨®n. En la segunda mitad, cuando el Bar?a atac¨® contra el fondo sur, los fan¨¢ticos desplegaron una pancarta manufacturada de 50 metros, a lo largo de toda la tribuna. Iba dirigida al peque?o atacante rubio que cada vez que tocaba la pelota recib¨ªa una lluvia de pitos: ¡°Quer¨ªas tener nombre y se te olvid¨® ser hombre¡±.
Algunos hinchas no le perdonan al campe¨®n del mundo, de 28 a?os, haberse obsesionado con salir del Atl¨¦tico para unirse al que la mayor¨ªa de sus colegas consideran como el equipo m¨¢s divertido del planeta. El Bar?a goza de una fama chispeante que cada jornada que pasa parece menos ajustada a la realidad prosaica del 4-4-2 valverdiano en que los interiores corren como condenados y los extremos deben deformarse. Quiz¨¢s consciente de las penalidades que debi¨® soportar Griezmann, el compasivo Messi celebr¨® su gol dirigi¨¦ndose al fondo sur y pidiendo silencio en un extra?o arrebato de rabia justiciera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.