Messi es oro puro
Un gran gol del diez decide un partidazo en el que el Atl¨¦tico, valiente, arranc¨® a toda mecha y el Bar?a se sostuvo con Ter Stegen hasta que el rosarino llev¨® al equipo a la victoria
Otro bal¨®n de oro de Messi sac¨® al Bar?a de los apuros del Metropolitano, azotado por un aguacero constante y la corsaria puesta en escena del Atl¨¦tico en la primera media hora, solo anclado por Ter Stegen. Luego, fue a hombros de Messi cuando el Bar?a logr¨® respirar, crecer y dar la puntilla final a un rival m¨¢s bizarro que de costumbre que no atin¨® cuando tuvo al contrario a un mil¨ªmetro de la lona. Messi para todo en un partido excitante, tit¨¢nico para unos y otros.
De entrada, al Bar?a le cay¨® una tromba. Y no solo por lo intempestiva de la noche madrile?a. El Atl¨¦tico arranc¨® como un convoy, con la mand¨ªbula a punto de estallar. El equipo de Simeone en su versi¨®n cholista m¨¢s maciza. Suficiente para retratar a un rival momificado, incapaz de tener sustento con la pelota. Rakitic, relevo de Busquets, Arthur y De Jong eran cenizas ante cada acometida de un rojiblanco. Desfigurados por el vigor rojiblanco parecieron lo que no son: medios matracas. Y ya se sabe que el Bar?a sin el bal¨®n es un equipo en pelotas. As¨ª estuvo casi media hora, colgado del juego a¨¦reo de Piqu¨¦ y Lenglet y del andamio del coloso Ter Stegen. ?Y Messi? Rec¨®ndito, sin nadie que le diera hilo en el primer tramo.
En pleno frenes¨ª local, un despeje pifiado de De Jong le cay¨® a Hermoso. Su centro lo desv¨ªo Junior al poste derecho de la meta visitante. Por alg¨²n fen¨®meno prodigioso, la pelota rebot¨® y esquiv¨® la red. No fue el primer siniestro con el recluta Junior por el medio, palmariamente abroncado por Messi.
En modo boinas verdes, los colchoneros apremiaban y apremiaban al Bar?a en la salida. Robaba Koke, acogotaba Herrera, abrumaba Thomas, bloqueaban Jo?o F¨¦lix, Morata, Correa... Hasta que de nuevo Hermoso pis¨® el rancho de Ter Stegen, milagroso en su despeje ante el defensa. Como poco despu¨¦s ante un cabezazo de Morata picado sobre el empapado c¨¦sped del Metropolitano. La reacci¨®n del portero alem¨¢n dej¨® perplejo al personal. Al propio y al ajeno.
Casi media hora tard¨® el Bar?a en presentarse al partido. Valverde movi¨® piezas y Arthur y De Jong cambiaron de orilla. Surti¨® efecto. El brasile?o, ya en la izquierda, socorri¨® al tibio Junior, que nada pesaba junto al invisible Griezmann, de cuya presencia solo dio cuenta la grada con su banda sonora cada vez que el galo se arrimaba a alguna jugada. De Jong fue mayor incordio para Sa¨²l, el imprevisto lateral zurdo del Atl¨¦tico. De paso, el holand¨¦s despej¨® el camino a Messi. Mal asunto para los de Simeone que despegara el rosarino justo cuando el dep¨®sito, l¨®gico, ya no era el del comienzo. Tan l¨®gico como que alrededor de Messi el grupo de Valverde equilibrara el choque. Con Griezmann fuera de onda y Luis Su¨¢rez enredado, el 10 puso en alerta al Atl¨¦tico. Un birle suyo a Herrera dej¨® a Rakitic frente a Oblak, pero el croata lleg¨® con el gancho y su disparo fue manso a manos del esloveno.
Con Messi de cornetista todo fue diferente. El encuentro cogi¨® volumen por ambos bandos. Las vibraciones se sent¨ªan en las dos direcciones, por m¨¢s que el conjunto local fuera m¨¢s categ¨®rico ante Ter Stegen. Y eso que a Oblak tambi¨¦n le socorri¨® el larguero tras un cabezazo de Piqu¨¦ que cogi¨® vuelo al botar sobre la hierba y sali¨® escupido por el palo.
Tampoco hubo tregua pasado el intermedio. Bajo un chaparr¨®n constante, unos y otros recobraron el pulso. Pero ya con el Bar?a m¨¢s amenazante y el Atl¨¦tico con menos combusti¨®n. La pelota ya se repart¨ªa. Y como s¨ªntoma de la crecida del Bar?a, por los costados ya ventilaba Sergi Roberto mucho m¨¢s que Junior, a¨²n con mucha beca por delante.
El partido adquiri¨® una marcha extraordinaria. Ni rastro de ese Atl¨¦tico que en tantas ocasiones siente la pelota como un artefacto. Directo y pujante, nunca perdi¨® de vista a Morata y Jo?o F¨¦lix. Ni tampoco tuvieron amarras los volantes. Por las dos ¨¢reas hab¨ªa cocodrilos. Messi puso en ¨®rbita a Su¨¢rez y a Griezmann, fallones ante Oblak. Y el propio argentino prob¨® fortuna contra la muralla rojiblanca.
El partido ten¨ªa colmillo, mucho colmillo. Y la lluvia afilaba los tacos. La gente reclam¨® una segunda amarilla para Piqu¨¦, que se cruz¨® ante Morata y retir¨® las piernas a tiempo del accidente. No as¨ª Vitolo, que poco despu¨¦s clav¨® una estacada a la rodilla izquierda del propio Piqu¨¦. Hubo paz y todos aceptaron que el partido requer¨ªa no soltarle de la pechera. Un encuentro bravo, de descarga en descarga, no apto para monaguillos.
El relevo de Jo?o F¨¦lix, que no gust¨® al Metropolitano, rebaj¨® algo el observatorio del Atl¨¦tico, al que no mejoraron Vitolo y Lemar. Con Messi, el Bar?a ten¨ªa todo el arsenal a punto. Hasta que Sergi Roberto, estupendo toda la jornada, le abri¨® camino con un desmarque. Leo tir¨® la pared con Luis Su¨¢rez y mand¨® la pelota a un rinc¨®n de la puerta de Oblak. Un gol mil veces visto. Un gol mil veces asombroso por la marciana facilidad del capit¨¢n azulgrana para ajustar sus disparos en carrera a los cantos de las porter¨ªas. Messi, con auxilio de Ter Stegen, levant¨® al Bar?a en las malas, y Messi conden¨® a un Atl¨¦tico bragado al que le falt¨® un Messi.
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