El tsunami es el f¨²tbol
Es inevitable preguntarnos qu¨¦ pensar¨ªa Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n de esta semana en la que el f¨²tbol estuvo metido de lleno en la agenda pol¨ªtica de Tsunami Democr¨¤tic
El hombre que nos ense?¨® a pensar el f¨²tbol. En los a?os 70, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n sali¨® de la burbuja intelectual en la que estaban metidos los intelectuales de izquierda, para escribir m¨¢s de 700 art¨ªculos en los que el f¨²tbol y la pol¨ªtica se daban la mano. Si la cultura acept¨® en su ¨¢mbito las emociones, en gran medida se lo debemos a Montalb¨¢n, que redimi¨® a la gastronom¨ªa, a la m¨²sica popular y, por supuesto, al f¨²tbol. Solo desde entonces los intelectuales se metieron en el apasionante territorio emocional de este deporte, para pensarlo como el extraordinario fen¨®meno social que es. En V¨¢zquez Montalb¨¢n: F¨²tbol y Pol¨ªtica, de Jordi Os¨²a Quintana, podemos poner en perspectiva aquellos art¨ªculos que denunciaban la utilizaci¨®n del f¨²tbol por parte de la dictadura franquista. Es inevitable salir de la lectura de este oportuno y brillante libro pregunt¨¢ndonos qu¨¦ pensar¨ªa Manuel de esta semana en la que el f¨²tbol estuvo metido de lleno en la agenda pol¨ªtica de Tsunami Democr¨¤tic.
Tsunami Medi¨¢tic. Lo miremos desde donde lo miremos, el f¨²tbol es mucho f¨²tbol. Cap¨ªtulo imprescindible de la cultura popular, parte esencial de la industria del entretenimiento, fortalecedor de identidades, territorio emocional que llena una necesidad ¨¦pica¡ Un club tiene la voluntad de aprovechar esa capacidad para representar a todos y, si tiene la fuerza popular del Bar?a, lo logra con muchos. De distintos extractos sociales, niveles educativos, ideolog¨ªas pol¨ªticas, procedencia geogr¨¢fica¡ Cuando alguien tiene la tentaci¨®n de adue?arse de ese sentimiento colectivo, algo se rompe. La intenci¨®n mostrada por Tsunami Democr¨¤tic de llevar lo simb¨®lico al terreno de lo real, como si tuviera derechos patrimoniales de algo que le pertenece a muchos, desat¨® las alarmas medi¨¢ticas. Al final, la violencia se person¨® fuera del estadio y apenas se mostr¨® dentro, resisti¨¦ndose a la peligrosa tentaci¨®n de armar al ¡°ej¨¦rcito desarmado de Catalu?a¡±.
Y el ganador fue¡ el F¨²tbol. Del triunfo del f¨²tbol hablaron las 94.000 personas que llenaron el Nou Camp. A la gente le dieron la orden de portarse bien, imposici¨®n francamente ingenua en tiempo de grandes tempestades sociales. Por si el consejo de comportarse fallaba, los dispositivos de seguridad fueron estrictos y persuasivos. Pero el ¨¦xito hay que adjudic¨¢rselo al f¨²tbol, que es un sobreviviente y sali¨® una vez m¨¢s adelante sin inmutarse. Lo hizo con ese nervio dram¨¢tico que lo caracteriza, que nos lleva en un segundo de la angustia al alivio, sin dejar que la realidad interfiera en el juego. El 0 a 0 habla de la falta de punter¨ªa, pero no de la falta de emociones. He le¨ªdo que fue un partido aburrido. ?Qui¨¦n dijo que el miedo, la tensi¨®n y la incertidumbre sean aburridas? Es, sencillamente, un modo de fascinaci¨®n m¨¢s de los que se vale el f¨²tbol para hipnotizarnos.
El partido que el Madrid gan¨® 0 a 0. Desde lo estrictamente futbol¨ªstico, al Madrid le falt¨® gol para darle la raz¨®n a su clara superioridad. Sin la imaginaci¨®n de Marcelo ni la habilidad de Hazard, le faltaron esos trucos que son tan necesarios en las cercan¨ªas del ¨¢rea. Los tiros de larga distancia y los centros a granel no siempre alcanzan para desequilibrar. Pero jug¨® con personalidad, defendiendo hacia adelante y atropellando, con esa energ¨ªa modelo Pajarito Valverde, esa idea que todos tenemos del Bar?a y que, en estos d¨ªas, le est¨¢ costando tanto llenar. El f¨²tbol es acci¨®n y las ideas solo viajan hasta la realidad cuando se las personaliza. Y lo cierto es que, sin Busquets, Xavi e Iniesta, donde antes hab¨ªa una idea ahora solo hay una nostalgia que el Bar?a pretende compensar gastando cientos de millones, pero que solo Messi es capaz de disimular. Y color¨ªn colorado, este largo y conflictivo cl¨¢sico ha terminado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.