El virus del Camp Nou
Bartomeu es consciente de que si alcanz¨® el poder no fue por su modelo de gesti¨®n, sino porque el tridente gan¨® el triplete en 2015
No hay tregua que valga en el Camp Nou, ni siquiera cuando se declara una pandemia tan mortificante. A veces, parece incluso que la fractura entre los jugadores y los directivos se agranda o empeque?ece de acuerdo con la importancia del caso, de manera que la actual es muy grave, posiblemente una de las m¨¢s desagradables de las vividas en el Camp Nou. El ¨²ltimo parte lleva la firma de Messi. Y la palabra del capit¨¢n, suscrita por muchos futbolistas, es la ¨²nica que mueve monta?as en el Bar?a.
El 10 afirma que los jugadores aceptan la rebaja de sueldo y como propina anuncia que har¨¢n una aportaci¨®n para los empleados, la mejor manera de atender a los deseos de los patronos y de ser solidarios con el comit¨¦ de empresa y tambi¨¦n de desmentir que son las sanguijuelas del Barcelona. Y, una vez ajustadas las cuentas, el rosarino apunta al club porque ¡°sorprendentemente¡± y ¡°desde dentro¡± les han puesto ¡°bajo la lupa¡± y les han presionado para hacer algo que ¡°siempre¡± tuvieron claro que har¨ªan, cosa que parec¨ªan no saber en los despachos del Camp Nou.
La plantilla entiende que la directiva no ha sabido negociar el ERTE, ha malmetido contra los futbolistas y, a costa del virus, ha pretendido cobrar facturas anteriores que delataban precisamente la mala gesti¨®n del consejo que preside Bartomeu. El drama del presidente es que no solo no ha logrado rentabilizar un conflicto que por una vez estaba razonablemente de su parte, sino que se ha girado en su contra en un momento delicado ante las elecciones de 2021 y ha provocado como respuesta la ira de Messi.
Bartomeu est¨¢ perdido si el pleito se reduce a un mano a mano con Messi. El presidente es reh¨¦n del capit¨¢n y, por extensi¨®n, del equipo de Berl¨ªn. La ¨²nica pol¨ªtica practicada desde entonces ha sido la de complacer a los ganadores de la ¨²ltima Champions que figura en el Museo del Bar?a. Alcanza con mirar la foto de la alineaci¨®n de aquella final para advertir que quienes no constan en el plantel es porque dejaron el club por voluntad propia: Alves, Mascherano, Iniesta, Neymar, m¨¢s los suplentes Xavi, Mathieu y Pedro. A excepci¨®n de Neymar, que quiere volver al Barcelona, ninguno se ha arrepentido de haber salido del Camp Nou.
No se trata de dudar de la calidad de los que se quedaron sino de su poder para conseguir que el Bar?a gire a su alrededor por encima incluso de una idea de juego, la misma que llev¨® al Barcelona a ser el referente futbol¨ªstico por excelencia y cuyo rebufo permite todav¨ªa prever un presupuesto r¨¦cord de 1.047 millones. Hace ya tiempo que se juega, se vive y se cobra ¡ªtanto en el Camp Nou como el Palau e igual los que faenan como los que viven del cuento en las oficinas¡ª como quieren los h¨¦roes de Berl¨ªn y no como consta en el libro de estilo del Bar?a.
Aunque tengan m¨¢s de treinta a?os, son tan buenos que la rutina les da para ganar LaLiga, a veces la Copa y pedir la revancha de la Champions. No hay mejor manera de enga?arse que hablar de Anfield y no del Liverpool y de culpar de los t¨ªtulos no ganados a los fichajes que han fracasado como sustitutos de Neymar por no citar a los de Alves, Iniesta o Xavi. Ahora mismo, una vez que el virus par¨® el juego, no se sabe siquiera qu¨¦ pasara con el N¨¢poles por m¨¢s que algunos sue?en con Estambul. Los protagonistas, sin embargo, contin¨²an siendo los jugadores, acostumbrados a sonsacar y ruborizar a Bartomeu.
Ocurre que los que mandan, que son los que m¨¢s cobran, no siempre cuentan con la anuencia de los dem¨¢s mandados, sobre todo cuando hay que tomar decisiones colegiadas, como pas¨® el 1 de octubre del 2017. La falta de cohesi¨®n que se visualiza en el campo es la misma que se adivina en el vestuario, circunstancia que explicar¨ªa la demora en la respuesta sobre el ERTE. Las discrepancias, en cualquier caso, se disimulan mejor, individual y colectivamente, cuando se trata de subrayar qui¨¦n gobierna en el Camp Nou.
El presidente es consciente de que si alcanz¨® el poder no fue por su modelo de gesti¨®n, sino porque el tridente gan¨® el triplete en 2015. As¨ª que lleva las de perder cada vez que aflora un conflicto y sabe, adem¨¢s, que cuanto m¨¢s grave sea peor parado quedar¨¢, siempre expuesto a la ¨²ltima palabra de Messi. El gesto del capit¨¢n no exculpa, por tanto, el modus vivendi de la plantilla ni justifica su tardanza en dar el visto bueno al acuerdo, ni libera al presidente, igualmente err¨¢tico y sin capacidad de medir el tempo del ERTE.
Ambas partes, siempre desconfiadas y dispuestas a ajustar cuentas, salen dolidas y resentidas de un ¨²ltimo pleito que invitaba a un acuerdo singular en un club ¨²nico ante la afrenta de la Covid-19. El desgaste es tan dif¨ªcil de asumir que el Camp Nou amenaza con reventar antes de que empiece el Espai Bar?a.
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