Jordi Corominas: ¡°Ansiaba escalar las v¨ªas que abri¨® Bonatti¡±
El espa?ol qued¨® prendado por la audacia de los ascensos del mito italiano, que dej¨® oficialmente la monta?a a los 35 a?os
Cuando Jordi Corominas (Barcelona, 1958) era un adolescente, todo aspirante a alpinista deb¨ªa amar la lectura y disponer de altas dosis imaginativas. Para el resto, circulaban im¨¢genes de f¨²tbol, ciclismo o atletismo, pero el alpinismo, siempre tan marginal, se desarrollaba en otra esfera, la de los sue?os. Hoy en d¨ªa, puede que los v¨ªdeos de YouTube sean suficiente para que un joven escoja el camino de las monta?as. Jordi Corominas, en cambio, descubri¨® la figura de Walter Bonatti (B¨¦rgamo, 1930-2011) gracias a un libro de la editorial Juventud que sus padres conservaban en casa. Gracias tambi¨¦n a fotograf¨ªas de las rutas que abri¨® el legendario alpinista italiano, im¨¢genes compartidas y manoseadas, arrancadas de alguna revista francesa o inglesa, que fueron verdaderos trampolines para sus sue?os. ¡°No es que lo idolatrase, pero s¨ª ansiaba escalar sus v¨ªas porque eran un referente, un motivo de discusi¨®n durante las tertulias con los amigos. Despu¨¦s, el deseo de escalar esas v¨ªas te lleva a interesarte por la persona, a preguntarte qui¨¦n era, qu¨¦ buscaba, saber a qui¨¦n vas a tratar de emular. Bonatti fue de los primeros a los que seguir, luego hubo otros como los hermanos Ravier, Rabad¨¢ y Navarro Jes¨²s G¨¢lvez¡ pero la forma de interactuar con ellos era so?ando con escalar sus v¨ªas¡±, explica Corominas.
¡°Cuando empiezas a escalar, eres un pardillo, pero aun as¨ª necesitas una vara de medirte, y entonces tratas de imitar a tus h¨¦roes. Despu¨¦s, cuando repites sus v¨ªas, te dices que quiz¨¢s no seas tan malo, y entonces decides abrir tus propias v¨ªas, explorar, crearte tu propio punto de referencia y es aqu¨ª donde buscas lo desconocido hasta dar con tu l¨ªmite¡±, razona Corominas. Muy pronto, se atac¨® a las v¨ªas m¨¢s c¨¦lebres del italiano: el famoso pilar que lleva su nombre en el Dru, su v¨ªa en el Capuccin, el Pilar del Freney o la Bonatti-Zapelli al Pilar d?Angle. ¡°Las v¨ªas de roca quiz¨¢ no me impresionaron tanto porque cuando las escal¨¦ estaban muy pitonadas, pero s¨ª que alucin¨¦ con la Bonatti-Zapelli, porque es un recorrido t¨¦cnico de hielo y mixto y me parece impresionante que lo escalasen con el material de la ¨¦poca¡±, observa Corominas.
Walter Bonatti est¨¢ considerado como el alpinista m¨¢s admirado de la historia. Su vida estuvo salpicada de ascensiones impresionantes, a veces en cordada, otras en solitario, pero tambi¨¦n de dolorosas pol¨¦micas que le hicieron renegar del ser humano. Jordi Corominas es el mejor alpinista espa?ol de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, y si bien alcanz¨® una gran notoriedad en 2004 al repetir en solitario la v¨ªa Magic Line al K 2, la parte oculta de su curr¨ªculo, sus ascensiones en solitario, resulta mucho m¨¢s impresionante y ha creado un aura casi m¨ªstica a su alrededor. No es frecuente que un alpinista no publicite sus logros.
?l dec¨ªa que asomarse al vac¨ªo era como asomarse a la vida
En 2010, Bonatti recibi¨® el Piolet d?Or honor¨ªfico, es decir el m¨¢ximo galard¨®n al que puede aspirar un alpinista. Jordi Corominas figuraba como parte del jurado de esa edici¨®n y pidi¨® a un periodista que los presentase. ¡°No quer¨ªa plantarme delante de ¨¦l sin m¨¢s, como un pegote, pero al ser presentados tuve la ocasi¨®n de charlar brevemente sobre monta?as, nada profundo, pero conservo la foto en la que estamos ambos. Ese d¨ªa tambi¨¦n estaba Reinhold Messner, pero no sent¨ª ninguna necesidad de conocerlo: as¨ª como Bonatti me resultaba entra?able, Messner no despierta en m¨ª ese tipo de simpat¨ªa¡±, se sincera.
Corominas pas¨® su infancia y adolescencia en La Rioja, y las paredes de su cuarto mostraban fotograf¨ªas de monta?as diversas, aunque solo una cita. Y era de Bonatti: ¡°No puedo recitarla de memoria, pero s¨ª que recuerdo su sentido. Ven¨ªa a decir que asomarse al vac¨ªo era como asomarse a la vida. La literatura de Bonatti, al igual que la del 95% de los alpinistas, es pobre, pero a¨²n as¨ª, entre las descripciones de sus escaladas se pod¨ªan encontrar reflexiones vitales. Y ah¨ª empec¨¦ a entender que no es posible ser alpinista y otra cosa porque cuando lo eres, toda tu vida se relaciona con el alpinismo. No es posible separar la vida deportiva de la vida normal¡±, reflexiona.
Empec¨¦ a entender que no es posible ser alpinista y otra cosa porque cuando lo eres, toda tu vida se relaciona con el alpinismo.
En 1954, Italia conquist¨® el K 2 colocando a Lino Lacedelli y Achille Compagnoni en su cima. Pasar¨ªan a?os antes de que Walter Bonatti narrase la cara amarga de una expedici¨®n que marc¨® no solo su carrera sino su forma de entender el alpinismo y la relaci¨®n con sus semejantes. Bonatti ten¨ªa 24 a?os y se le encomend¨® la tarea de aprovisionar con botellas de ox¨ªgeno el ¨²ltimo campo de altura del K 2, donde le aguardaban ya Lacedelli y Compagnoni. Acompa?ado por Mahdi, un porteador de altura, no fueron capaces de dar con la tienda de sus compa?eros, que hab¨ªan decidido montarla por encima del punto estipulado. Anocheciendo, a gritos, lograron comunicarse: Lacedelli y Compagnoni los exhortaron a dejar ah¨ª mismo el ox¨ªgeno embotellado y a abandonar la monta?a. No cab¨ªan los cuatro en su tienda. As¨ª se gest¨® el primer vivac de la historia por encima de los 8.000 metros, a 8.100 exactamente. De noche, un descenso hubiera sido un suicidio, as¨ª que ambos se sentaron en la nieve a esperar el amanecer. Bonatti nunca olvidar¨ªa los gritos de dolor, el sufrimiento de Mahdi, que perder¨ªa casi todos los dedos debido a las congelaciones. No pudo denunciarlo: hab¨ªa firmado un contrato de silencio, pero a?os despu¨¦s lo revelar¨ªa todo en un libro en el que tambi¨¦n demostr¨® que Lacedelli y Compagnoni, en contra de su versi¨®n, conquistaron el K 2 chupando ox¨ªgeno artificial.
¡°Si se compara con la literatura de la ¨¦poca, los libros de Bonatti o de Lionel Terray me ense?aron lo que significa el triunfo del individuo sobre el grupo, la idea de trazarse un camino solitario, personal, imagen que me enganch¨® y que sigue enganchando a los alpinistas¡±, apunta Corominas.
Un a?o despu¨¦s de que se fotografiasen juntos, Bonatti falleci¨® en un hospital de Roma. Oficialmente, Bonatti dej¨® de escalar a la tempran¨ªsima edad de 35 a?os, ¡°pero en realidad lo que dej¨® fue el alpinismo de compromiso porque aunque se dedic¨® a viajar y a escribir para diferentes publicaciones, he encontrado alg¨²n relato posterior que demuestra que sigui¨® manteniendo cierta relaci¨®n con la monta?a¡±, apunta Corominas.
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