Un ¡®show¡¯ a 80 kil¨®metros por hora y sin protecci¨®n
M¨¢s all¨¢ de la incorrecci¨®n de Groenewegen, el ciclismo se interroga sobre las razones del brutal accidente de Jakobsen
Llega a Katowice el pelot¨®n del Tour de Polonia y parece un AVE descarrilado, tan alta es la velocidad con la que se enfrenta a las curvas, los giros a escuadra, las calles que serpentean, el asfalto, las rotondas, las piedras. Los ciclistas, su cerebro como una papilla de glutamato, serotonina, noradrenalina y sangre agolpada a 180 pulsaciones por minuto, aceleran m¨¢s a¨²n en cuanto llegan a una curva y, siguiendo el lema obligatorio, el que frena pierde, pelean por ser los primeros en entrar, amagan y parece que inician la trazada, pero alargan la frenada y cierran el paso a los que quieren pasar por su interior, les obligan a frenar o a saltar a la acera o a pasar rozando las vallas, o a desequilibrarse y caerse, como le pasa en una rotonda a Molano.
Nadie, ninguna persona, ser¨ªa capaz de pensar de manera organizada en esa situaci¨®n. Son reacciones b¨¢sicas las que ejecutan los ciclistas, instinto de supervivencia en el torbellino. ¡°Y ahora se va m¨¢s deprisa a¨²n porque las bicis son mucho m¨¢s r¨¢pidas y tambi¨¦n creo que se apura m¨¢s la frenada¡±, dice Juan Antonio Flecha, ciclista hasta hace no tanto. ¡°Me parece que se arriesga m¨¢s que en mis tiempos, pero, claro, nunca s¨¦ si porque me he hecho viejo lo veo as¨ª¡±.
El comentarista televisivo, formado en pruebas de MotoGP, se inflama, ¡°esto es excepcional, qu¨¦ velocidad, qu¨¦ carrera, van a 52 por hora de media¡±. Hace eco al libro de ruta que subraya que en Katowice tradicionalmente se produce un sprint a 80 por hora, lo que le convierte en un show espectacular para los aficionados.
¡°Todos tienen miedo, pero nadie frena¡±, dice Pedro Celaya, a quien d¨¦cadas de trabajo como m¨¦dico en el ciclismo le han dado un buen conocimiento de la psique de los corredores. ¡°Y este a?o del coronavirus todo se multiplica. Se corre con mucha m¨¢s ansiedad porque habr¨¢ menos carreras, menos oportunidades para ganar, y desaparecer¨¢n equipos y otros reducir¨¢n salarios y todos buscan hacer algo para destacar¡±. Y Eusebio Unzue, el m¨¢nager del Movistar, lo ratifica: ¡°Se disputa cualquier etapa de cualquier carrera como si fuera el campeonato del mundo¡±.
Para asegurarse la velocidad, los organizadores siempre han dispuesto, desde 2010, que la recta de llegada, la avenida Korfantego, se afronte cuesta abajo. As¨ª ocurre en 2020 tambi¨¦n, por 11? vez consecutiva, la b¨²squeda desesperada del riesgo, que se celebra en una recta flanqueada por vallas bajas sujetadas en peligroso equilibrio sobre el elevado borde de un and¨¦n de v¨ªas de tren. En los ¨²ltimos metros, Fabio Jakobsen, un ciclista, sale volando, su maillot de campe¨®n de Holanda, rojo, azul, blanco, desarma el vallado, se lleva por delante a un comisario que se cre¨ªa protegido detr¨¢s de las vallas, choca contra uno de los postes que sujetan la pancarta de meta. Una valla suelta se atraviesa en la calle y provoca m¨¢s ca¨ªdas. Tambi¨¦n se cae el ganador, el colosal espr¨ªnter holand¨¦s Dylan Groenewegen.
Ca¨ªda inevitable
El comentarista a¨²lla como si le sorprendiera una ca¨ªda inevitable, ¨²nica consecuencia posible de un crescendo de velocidad temeraria. No se pregunta por qu¨¦ ha podido ocurrir algo tan excepcional como el que las vallas de un sprint cedan, lo que multiplica el peligro y las heridas de Jakobsen, el futuro del sprint, triunfador en la Vuelta, 23 a?os, que se rompe la cara y el paladar y en el hospital duerme en un coma inducido durante el que los cirujanos aprovechan para reconstruirle el rostro solazados porque no han apreciado da?o cerebral ni medular, y esperan despertarlo del coma este viernes por la ma?ana, y no temen por su vida. Busca r¨¢pidamente a un culpable. Se?ala con el dedo a Groenewegen, de 27 a?os, quien ya se ha labrado fama de agresivo en sus cinco a?os de actividad en el ciclismo de ¨¦lite. ¡°C¨®mo le ha cerrado, le ha cerrado contra las vallas para que no le adelantara¡±, vocea. Se abre la veda. Como si tambi¨¦n la adrenalina les inflamara y les impidiera pensar, directores, compa?eros, acusan a Groenewegen pr¨¢cticamente de asesino y reclama su inmediata expulsi¨®n del ciclismo. Y hasta la Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI), en el fragor de la contienda, suelta un comunicado reclamando que sobre el espr¨ªnter caiga la ley con todo su peso.
Tiene que pasar un tiempo para o¨ªr razonamientos. ¡°Todos sabemos que este sprint es muy peligroso, pero nadie ha hecho nada nunca por cambiarlo o aumentar las protecciones¡±, dice Unzue, que ha visto a uno de sus corredores, Edu Prades, romperse una v¨¦rtebra en la ca¨ªda. ¡°Y la UCI, que deber¨ªa proteger la salud de los ciclistas, no hace nada¡±.
Celaya recuerda que, como tantos espr¨ªnters, como McEwen, Abduyap¨¢rov, como Cipollini, Groenewen juega con el miedo de los rivales, que le tienen por salvaje y cuando arranca no se atreven a adelantarlo. ¡°Pero Jakobsen no le temi¨® e intent¨® pasarle¡±, dice.
Solo entre los antiguos, el italiano Silvio Martinello, lanzador en tiempos de Cipollini y campe¨®n ol¨ªmpico en Barcelona 92, va un poco m¨¢s all¨¢. ¡°Maniobras como la de Groenewegen no son tan raras, y siempre se sancionan, con mayor raz¨®n si provocan la ca¨ªda de un rival¡±, escribe en Facebook. ¡°El desastre lo provocaron las vallas, demasiado bajas y mal enganchadas entre s¨ª, que en vez de resistir en caso de impacto, su misi¨®n, cayeron como bolos en una bolera y multiplicaron el da?o¡±.
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