Regreso a la casa maldita de B¨¦la Guttmann
La Champions se decide el domingo 23 en el estadio del Benfica, que desde la maldici¨®n del entrenador h¨²ngaro perdi¨® las ocho finales europeas que disput¨®
En mayo de 1990, poco antes de la final de la Copa de Europa contra el Milan de Sacchi en Viena, el Benfica envi¨® a su mayor leyenda a una misi¨®n escatol¨®gica unos siete kil¨®metros al sur del estadio del Prater. Al cementerio central, donde reposan Beethoven, Schubert y Salieri. Aunque Eus¨¦bio no iba a verse con los m¨²sicos, sino que buscaba en el sector jud¨ªo al h¨²ngaro B¨¦la Guttmann, el entrenador que le llev¨® de Mozambique a la gloria, y con quien levant¨® en 1962 la segunda y ¨²ltima Orejona del club. Desde esa noche, el Benfica hab¨ªa jugado otras cuatro finales, y las hab¨ªa perdido. Eus¨¦bio acudi¨® a la tumba a intentar hacer las paces.
La leyenda atribu¨ªa aquella sucesi¨®n de fracasos a una maldici¨®n pronunciada por Guttmann al dejar el club ese 1962. Hay decenas de versiones (y ninguna constancia), pero puede resumirse as¨ª: sin ¨¦l, el Benfica no volver¨ªa a ser campe¨®n de Europa en 100 a?os . Ya en el estadio, Rijkaard marc¨® el 1-0 que supuso la cuarta Copa del Milan, el equipo que levant¨® el trofeo al a?o siguiente de la marcha de Guttmann. Desde la maldici¨®n, el Benfica ha perdido ocho finales continentales, cinco de Copa de Europa y tres de la antigua UEFA, ahora Europa League.
Aquella espantada marc¨® la cumbre tanto del Benfica como del t¨¦cnico, entonces un triunfador vanguardista que anticip¨® los principales ingredientes del entrenador como figura dominante. ?l comenz¨® la l¨ªnea que, en distintas versiones, siguieron Helenio Herrera, Wenger, Guardiola y, sobre todo, Mourinho.
Soy el entrenador m¨¢s caro del mundo, pero mirando mis logros, en realidad soy barato.
La salida de Guttmann del Benfica la explica uno de esos elementos modernos. Tras escapar al Holocausto, que aniquil¨® a buena parte de su familia en Auschwitz, y despu¨¦s de a?os de esquivar discriminaciones antisemitas, cuando por fin consigui¨® asomarse a la ¨¦lite y se hizo cargo del Milan en 1953, ya hab¨ªa cumplido los 50. Se le hab¨ªa evaporado m¨¢s de media vida y apenas ten¨ªa nada. En 1962, tras su segunda Orejona seguida para el Benfica, quer¨ªa ser compensado de manera justa.
Hasta su aparici¨®n, los entrenadores se consideraban accesorios y sus salarios eran m¨ªnimos, pero en sus sucesivos destinos ¨¦l fue elevando la consideraci¨®n y los emolumentos. Al club lisboeta le exigi¨® un aumento del 65% por el t¨ªtulo. ¡°Soy el entrenador m¨¢s caro del mundo, pero mirando mis logros, en realidad soy barato¡±, dec¨ªa, seg¨²n relata David Bolchover en su biograf¨ªa The Greatest Comeback: From Genocide To Football Glory: The Story of B¨¦la Guttmann. No lo obtuvo, se fue a Pe?arol (m¨¢s generoso) y, seg¨²n la leyenda, dej¨® la maldici¨®n.
Cuando negoci¨® su fichaje por el Benfica con el presidente Maur¨ªcio Viera de Brito en 1959, le hab¨ªa ido mejor. Pidi¨® un bonus de 200.000 escudos por la Copa de Europa (su sueldo eran 400.000). Los dos a?os anteriores no hab¨ªan ganado ni su liga. ¡°Que sean 300.000¡±, le dijo. Dos a?os despu¨¦s, en Berna, mientras los aficionados invad¨ªan el campo tras la victoria ante el Barcelona en la final de los postes cuadrados (3-2), Viera de Brito sufri¨® un peque?o infarto. Ten¨ªa 42 a?os. En ese momento, solo el Real Madrid (cinco veces) y el Benfica hab¨ªan ganado la Copa de Europa.
Real Madrid no puede correr, Di St¨¦fano muerto
Unos meses antes de esa final, Guttmann encontr¨® en una barber¨ªa de Lisboa la pieza que le condujo a la segunda. Seg¨²n cuenta Bolchover, se tropez¨® all¨ª con un amigo brasile?o exfutbolista que iba a pasar unas semanas en ?frica. ¡°Si ves un jugador con talento para m¨ª, alguno que haya nacido en Portugal [el Benfica solo alineaba portugueses, tambi¨¦n de sus territorios coloniales], qu¨¦date con su nombre¡±, le dijo. Un mes m¨¢s tarde volvieron a coincidir. ¡°?Me has encontrado a alguien?¡±. ¡°Vi un chico negro en Mozambique... Lo quer¨ªa para m¨ª, pero esos idiotas ped¨ªan 20.000 d¨®lares¡±, contest¨®. Era Eus¨¦bio, que entonces ten¨ªa 18 a?os. La red de contactos de Guttmann, tejida durante d¨¦cadas por el mundo, le permiti¨® adelantarse al Sporting de Lisboa, que quiso contratarlo.
En Lisboa, la Perla Negra deslumbr¨® enseguida, aunque cuando lleg¨® no pudo ser inscrito para la Copa de Europa de 1961. Tambi¨¦n sirvi¨® a Guttmann para uno de sus cl¨¢sicos juegos mentales destinados a espabilar a la plantilla cuando sufr¨ªa un baj¨®n de entrega. Escog¨ªa a uno de los mejores y le montaba una bronca. ¡°Esc¨²chame, Eus¨¦bio, puedes ser la mayor estrella aqu¨ª, pero si vuelves a faltar al respeto a alguno de tus compa?eros, te patear¨¦ el culo y volar¨¢s de vuelta a Mozambique¡±, le dijo despu¨¦s de que reprochara un mal pase a un compa?ero. ¡°Nunca olvid¨® la lecci¨®n¡±.
Guerra psicol¨®gica
El h¨²ngaro consideraba fundamental el manejo psicol¨®gico, tanto de la plantilla como de los medios de comunicaci¨®n. Y de la plantilla a trav¨¦s de los medios. Otro de sus adelantos. Camino de la segunda Orejona, se cruzaron en semifinales con el Tottenham, al que vencieron 3-1 en la ida en Lisboa. Pero Guttmann tem¨ªa que el ambiente de White Hart Lane, con las gradas muy encima del c¨¦sped, los devorara en la vuelta, as¨ª que us¨® a los periodistas, que hac¨ªan guardia a la puerta de su hotel en Londres. ¡°Les dije que me tem¨ªa un ba?o de sangre, y ellos fueron a Poulsen, el ¨¢rbitro dan¨¦s, y le dijeron que Guttmann no cre¨ªa que fuera lo suficientemente fuerte para manejar el partido. Era un truco viejo, pero funcion¨®¡±, cont¨® el t¨¦cnico.
Su manual ten¨ªa ese aroma de sentencias viejas y sencillas. ¡°No pod¨¦is andar regateando y pasando tanto delante de la porter¨ªa. Hay que tirar. Tirar, tirar y volver a tirar. Es como cuando est¨¢s con tu esposa o tu novia y sigues bes¨¢ndola y hablando. Al final tambi¨¦n tienes que marcar un gol¡±, dijo una vez a sus futbolistas.
En la final de ?msterdam de 1962 les esperaba el Madrid, con Di St¨¦fano, Pusk¨¢s y Gento. Guttmann se entreg¨® a convencer a sus hombres de que iban a ser campeones de nuevo. ¡°Real Madrid cansado, Real Madrid cansado. Real Madrid viejo, viejo, viejo. No pueden ganar. Real Madrid no puede correr, Di St¨¦fano muerto¡±, insist¨ªa. Y lo hicieron: 5-3, con dos goles de Eus¨¦bio, que cambi¨® la camiseta con Di St¨¦fano.
Guttmann se fue y despu¨¦s de ¨¦l el Benfica perdi¨® las ocho finales europeas que disput¨®. Dos futbolistas que jugaron la ¨²ltima se encuentran estos d¨ªas en Lisboa, donde se celebra la ins¨®lita fase final de este curso. Jan Oblak, portero del Benfica esa noche, que no detuvo ni un penalti en la tanda tras el 0-0, e Ivan Rakitic, que levant¨® el trofeo de la Europa League para el Sevilla.
Aquello fue el 14 de mayo de 2014. Tres meses antes, en el 110 aniversario del club, el Benfica instal¨® una enorme estatua de bronce en la puerta 18 del Est¨¢dio da Luz, donde el domingo 23 se celebra la final de este a?o. No se trataba de ¡°exorcizar¡± a nadie, sino que era un ¡°homenaje¡±, asegur¨® el vicepresidente del club, Rui Gomes da Silva. ¡°Si de paso rompemos la maldici¨®n, mucho mejor¡±, dijo el artista.
La obra se instal¨® con un error. En el pedestal se le¨ªa: ¡°1900-1981¡±. Guttmann naci¨® el 26 de enero de 1899.
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