Miedo
Toda mi carrera hab¨ªa sido una persecuci¨®n para controlar y eliminar ese temor que se iba haciendo mayor cuando las competiciones eran m¨¢s importantes y que jam¨¢s disminuy¨®
?Les he contado alguna vez lo del miedo?
Ya, ya s¨¦ que hay muchos tipos de miedo y mucha gente que lo sufre de forma f¨ªsica directa cada d¨ªa. No es un asunto menor ni balad¨ª como para entrar en las p¨¢ginas de deportes. De hecho, nadie en las p¨¢ginas de deportes habla de ¨¦l¡ salvo que lo tenga dominado y controlado, siempre presente, pero envuelto en celof¨¢n en alg¨²n lugar del cerebro.
Si por algo admiramos a los deportistas, al menos yo lo hago, es porque los vemos desafiar a todo y a todos sin sentir ese miedo que a todos nos pesa un segundo antes de apagar la luz de la mesilla de noche o justo en esos momentos de duermevela en los que repasamos los asuntos del d¨ªa y de la vida.
Y pensamos que son inmunes, que su capacidad competitiva les ha llevado a pasar esa pantalla y vivir en un nivel superior al nuestro.
Yo, como todos ustedes, pensaba as¨ª cuando empec¨¦ en esto del f¨²tbol y cre¨ªa que ese miedo que sent¨ªa cada mediod¨ªa antes de un partido y que me cerraba el est¨®mago impidiendo que los espaguetis llegasen a buen puerto, yo pensaba que ese miedo se ir¨ªa pasando, que los veteranos controlaban mucho mejor el asunto y que ya ir¨ªa aprendiendo a convertirlo en confianza, y hasta una cierta soberbia que me har¨ªa el mejor de los porteros, el m¨¢s insensible a todas las presiones, a todas las exigencias y hasta a todas las derrotas.
En los 20 minutos de regalo que mi carrera me permiti¨® en el estadio Felix-Bolaert de Lens, mientras gole¨¢bamos a Bulgaria y yo sab¨ªa que nunca volver¨ªa a jugar al f¨²tbol, sent¨ª dos sensaciones contradictorias: ya no tenia miedo (al menos al f¨²tbol) y que toda mi carrera hab¨ªa sido una persecuci¨®n para controlar y eliminar ese miedo que se iba haciendo mayor cuando las competiciones eran m¨¢s importantes y que jam¨¢s disminuy¨®.
Y eso es lo que llevan encima esos modelos de la sociedad: miedos, dudas y abismos (s¨ª, ya s¨¦ que usted prefiere los coches, las casas y las cuentas corrientes, pero eso llegar¨¢ otro d¨ªa).
Imag¨ªnense este mismo texto pero escrito por el mejor jugador del mundo, aquel que lo ha ganado todo y a quien nos encomendamos cuando todo est¨¢ perdido.
Imag¨ªnenselo, si pueden, puesto en escala universal, retransmitido segundo a segundo como la principal noticia de un mundo asolado por una pandemia.
No, no pueden, no puedo, no podemos. Ni debemos.
Pero ustedes y yo sabemos que el miedo nos lleva a hacer cosas irracionales, imprevisibles, inimaginables. Y en eso somos todos absolutamente iguales. Todos.
E imaginen si en el otro lado de la discusi¨®n te encuentras a alguien (tambi¨¦n desolado por el miedo, tal vez hasta por el p¨¢nico) que solo entiende la relaci¨®n como una lucha de poder, como un ¡°s¨¢lvese quien pueda¡±, como un ¡°qu¨¦ hago para que est¨¦ contento¡±, alguien que lo supedita todo a apagar el miedo del otro porque considera que su miedo es mi destrucci¨®n. Y como en las viejas pel¨ªculas del Oeste, ha ido alimentando la locomotora con todos los combustibles que ha tenido a mano hasta que se ha quedado solo con su pala y con la caldera apagada.
Y por supuesto, nada de partir desde ese miedo primero para reconocerlo y, segundo, para encontrar v¨ªas de comunicaci¨®n, hasta de desencuentro para plantear soluciones diferentes; nada de ser capaz de visualizar ese miedo, valorarlo y decidir salir al campo a jugar el partido con tus trabajadas soluciones (?les he dicho ya que el trabajo y la acci¨®n son grandes ant¨ªdotos para el miedo?) y afrontar cara a cara la exigencia y las dudas del mejor.
?Qu¨¦ puede ser m¨¢s apasionante que eso y, a la vez, dar m¨¢s miedo?
A partir de ah¨ª, si uno no reconoce su propio miedo, llegan las excusas, los culpables, las justificaciones, los intereses.
Y si, adem¨¢s, el asunto se da en un momento dif¨ªcil y convulso, con una nueva normalidad que ni es normalidad ni, evidentemente, es nueva, en un momento pol¨ªtico embarrado, emponzo?ado, negro, qu¨¦ mejor que una gran mancha de tinta de f¨²tbol que lo oscurezca todo, que lo disimule todo, que lo tape todo.
Pues eso, chapapote para todos.
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