Maradona, genio, leyenda y humano
La cabeza de Diego, que par¨ªa prodigios futbol¨ªsticos a la velocidad de la luz, est¨¢ en un aprieto
El diagn¨®stico clasista
Clasistas como somos, medimos la salud de la Liga por lo que son capaces de hacer los equipos que juegan Champions. As¨ª las cosas, por el impacto de los clubes grandes y aun con marcadores decentes, dan ganas de diagnosticar anemia aguda. Resultados apurados, juego insuficiente, expectativas bajas. Pero si ponemos las luces largas veremos que la clase media, representada por los equipos que juegan la UEFA Europa League, mejoran notablemente la clasificaci¨®n. Tanto el Granada como la Real Sociedad o el Villarreal, nos animan a pensar que el poder¨ªo de la Liga a¨²n est¨¢ vigente. Pero para animarnos, yo mirar¨ªa a¨²n m¨¢s abajo. La revoluci¨®n formativa del f¨²tbol espa?ol est¨¢ creando talentos a muy buen ritmo. A todos los niveles hay decenas de j¨®venes con condiciones admirables que solo necesitan de la confianza de los entrenadores para el ¨²ltimo estir¨®n competitivo. Bien mirado, la Liga goza de buena salud.
Artistas y gregarios
Nos pintan el f¨²tbol actual como met¨®dico y t¨¢cticamente sofisticado. Pero aparecen, reci¨¦n salidos del cascar¨®n, chicos de 18 o 19 a?os (Ansu, Pedri, Rodrygo, Vinicius, Kubo, Yunus¡) que se hacen con un lugar sin mucho adiestramiento previo y, adem¨¢s de desequilibrar partidos adultos, se ganan a los aficionados por su juego desprejuiciado y lleno de atractivo. Ser¨¢ porque para jugar al f¨²tbol, lo ¨²nico realmente adulto es decidir bien, ejecutar con precisi¨®n y no tener dudas. M¨¦todo natural y eficaz desde el principio de los tiempos que se puede mejorar con conceptos que, como la caja de herramientas de un buen artesano, ayuden a construir el juego colectivo. La sistematizaci¨®n y la ense?anza reglada hacen de los gregarios muy buenos gregarios, lo que est¨¢ genial, pero hacen de los artistas tambi¨¦n muy buenos gregarios, lo que es una calamidad.
Dos piernas
He visto jugadores admirables que manejaban las dos piernas a la perfecci¨®n. Lo hac¨ªan indistintamente. El argelino Madjer, aquel que con el Oporto le meti¨® un gol de tac¨®n al Bayern en la final de la Copa de Europa de 1987, le pegaba y hasta regateaba con ambas piernas, prodigio que mi zurda casi ortop¨¦dica envidiaba. Siempre cre¨ª, por ejemplo, que la pierna natural de Andreas Brehme era la izquierda, pero lanzaba los penaltis con la derecha, incluso en el minuto 85 de la Final del Mundial del 90. Valent¨ªa zen en medio de esa tensi¨®n brutal y decisi¨®n, por lo menos, curiosa. Pero el caso de Demb¨¦l¨¦ es a¨²n m¨¢s desconcertante. Volcado hacia la banda derecha, un d¨ªa desborda una y otra vez para acabar en centro y uno no tiene dudas: es derecho. Otro d¨ªa se empe?a en encarar hacia adentro y buscar el tiro y uno se dice: es zurdo. No intentemos entenderlo: es diestro o zurdo seg¨²n se levante ese d¨ªa.
Maradona y sus mil vidas
El cuerpo de Diego, que fue una m¨¢quina de alta precisi¨®n, est¨¢ colapsado. La cabeza de Diego, que par¨ªa prodigios futbol¨ªsticos a la velocidad de la luz, est¨¢ en un aprieto. El ¨¢nimo de Diego, que le daba energ¨ªa a su liderazgo napole¨®nico, entr¨® en depresi¨®n. El contraste descomunal entre aquel y este Diego es coherente con una de las vidas m¨¢s sinuosas que hayamos conocido. Mientras Diego sub¨ªa y bajaba, nosotros lo admir¨¢bamos y lo compadec¨ªamos al ritmo que marcaba su exagerada vida. Nadie atent¨® m¨¢s contra su talento y, sin embargo, no logr¨® desdibujarlo. Fue un genio. Nadie hizo m¨¢s por destruir el mito que construy¨® en la cancha y, sin embargo, no lo consigui¨®. Es leyenda. Nadie hizo m¨¢s por alejarse de sus grandes afectos y, sin embargo, no lo logr¨®. Es querido. Se ha ido una semana triste y preocupante, solo reconfortada por una pasi¨®n popular que no olvida y nunca deja de abrazarlo.
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