Despertar del Madrid en San Siro
Muy mermados y sin su columna vertebral, los blancos arrollan al Inter con una exhibici¨®n de juego veloz, preciso y constante en un gran partido de Kroos y Modric
Entre l¨¢grimas, el f¨²tbol sigui¨® adelante con el rumbo de completar su a?o m¨¢s desconcertante. Desamparado por la ausencia de p¨²blico. Con una soledad agudizada por la muerte de un mito gigante, a quien San Siro, como los otros estadios de la Champions, comenz¨® a despedir con un minuto a¨²n m¨¢s silencioso en medio del vac¨ªo. Sin la gente, a la que procur¨® tanta felicidad Maradona. Pero la pelota ni se mancha ni se detiene, y el Real Madrid disfrut¨® con ella como hac¨ªa tiempo que no suced¨ªa. En una noche triste que para ellos adem¨¢s resultaba acuciante, porque tanto los madridistas como el Inter, otro jerarca europeo, se asomaban al precipicio de verse arrojados lejos de la Orejona, a la cuneta de la Liga Europa. Pero el Real transform¨® una versi¨®n que resultaba descafeinada sobre el papel en un recital de noche memorable que dej¨® al Inter a un empuj¨®n del abismo.
El Madrid llegaba tiritando, muy lejos de aquella prestancia de su ¨²ltima visita a San Siro en 2016, para la final de la primera Champions de Zidane, pero despleg¨® un comienzo de una autoridad ya inesperada. La fatalidad le oblig¨® a comparecer sin su columna vertebral, con Ramos y Benzema lesionados, y Casemiro a¨²n no repuesto del todo de su infecci¨®n por coronavirus. Pero el escenario fue suyo desde el comienzo.
La pelota le volaba en un rondo que extendi¨® por todo el campo y desesper¨® al Inter, algo m¨¢s t¨ªmido que en el Di St¨¦fano en su presi¨®n, tambi¨¦n sorprendido por la velocidad del bal¨®n. Kroos y Modric desplegaron un recital con la precisi¨®n y el ritmo de los viejos tiempos felices en los que el Madrid manejaba el juego con el aplomo de quien gobierna con suficiencia. Es noviembre, pero el juego desprend¨ªa aromas de esas noches primaverales en las que el Real corteja las copas. Algo de eso hab¨ªa, con los de Zidane todav¨ªa lejos de certificar su clasificaci¨®n para octavos, a¨²n en el alambre.
El Madrid amasaba el partido sin dormirlo, m¨¢s bien zarandeando de lado a lado al Inter, que no encontraba un sitio donde amarrar los pies al suelo. Y ese mecer al rival iba procurando m¨¢s certezas a los blancos. Tantas, que despu¨¦s de un tr¨¢nsito largu¨ªsimo con la pelota, de minutos, Nacho se aventur¨® al ¨¢rea contraria. Su atrevimiento llevaba mensaje. La mayor¨ªa de las incertidumbres previas se centraban en la pareja que iba a formar con Varane, sin la tutela de Sergio Ramos. Las experiencias anteriores promet¨ªan sobresaltos: siete derrotas en las ¨²ltimas citas europeas sin el capit¨¢n. Si eso era poco, a Nacho le esperaba para bailar Lukaku, que no hab¨ªa podido estar en el Di St¨¦fano, y regresaba a Europa con el cargador suelto: cuatro goles en la ¨²ltima semana. Pero el primero en pegar fue Nacho.
El central hizo lo impensable en su invasi¨®n del ¨¢rea, y el desconcierto arrastr¨® a Odegaard y Hazard a hacer lo que desde siempre se espera de ellos. El noruego mir¨® m¨¢s hacia delante, despu¨¦s de tardes demasiado tibias, y acert¨® con uno de sus pases que eliminan peligros y casi exigen que lo que siga sea un gol. Esa vez fue un penalti a Nacho, arrollado por Barella. Entonces, sin Ramos ni Benzema, apareci¨® la jerarqu¨ªa de Hazard. Mariano, que hab¨ªa agarrado la pelota, se la cedi¨® enseguida al belga para que se hiciera cargo del lanzamiento.
El Madrid se puso en ventaja y la ventaja esta vez no le baj¨® las revoluciones. Kroos y Modric mantuvieron el mando, la fluidez y la precisi¨®n, acompasados con Odegaard, m¨¢s dispuesto a mirar y jugar hacia delante. La exhibici¨®n era coral. Lucas fue amenaza, centinela y pulm¨®n. Carvajal y Mendy terminaron de atornillar una defensa en la que ni Lukaku ni Lautaro provocaron ni un temblor a Varane y Nacho. No se ech¨® de menos a Ramos, y tampoco a Casemiro, que asom¨® un rato al final. La defensa fue total, apretado el equipo hacia el centro cuando recuperaba el Inter, con todas las v¨ªas hacia Lukaku cegadas.
El Inter estaba desaparecido y Vidal, desesperado de perseguir a Kroos. Tanto, que no control¨® sus protestas por lo que crey¨® un penalti y termin¨® expulsado. El partido, hasta entonces siempre lejos del alcance de los italianos, pareci¨® ya para ellos un imposible.
A la vuelta del descanso trataron de reengancharse casi a empellones, intentando llevar el bal¨®n a Lukaku, arrollando por el centro, pero apenas sucedi¨® y la cita la acab¨® matando Rodrygo en la primera pelota que toc¨®. Su idilio con la Champions es ins¨®lito. En nueve partidos europeos ha marcado seis veces y ha dado tres asistencias: ha participado en un gol cada 49 minutos. El brasile?o puso el sello a una victoria de quilates del Madrid en San Siro, la noche que el f¨²tbol despidi¨® a Maradona m¨¢s solitario que nunca.
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