N¨¢poles venera a su santo
Maradona gan¨® dos ligas y una UEFA en siete temporadas como celeste y se convirti¨® en el mayor h¨¦roe moderno de la ciudad a la que devolvi¨® el orgullo
N¨¢poles tiene dos patrones que rivalizan en popularidad y devoci¨®n: san Gennaro y Diego Armando Maradona. El primero obr¨® el milagro en 1389 con la licuaci¨®n de su sangre y protegi¨® luego a la ciudad de una erupci¨®n del Vesubio. Visto con perspectiva, pudo ser poco comparado con lo que har¨ªa el segundo seis siglos despu¨¦s. Los altares, los enormes murales en el centro y la conmoci¨®n generalizada vivida en la calle al conocer la noticia de su muerte lo certificaron la noche del mi¨¦rcoles. ¡°Maradona es N¨¢poles¡±, proclam¨® con toda solemnidad el alcalde Luigi de Magisitris en un mensaje televisado.
El verano de 1984 empez¨® a sonar el nombre del argentino y la ciudad se dio cuenta enseguida de que era el elegido para cambiar la historia. Hubo manifestaciones, cortes de calles e incendio de contenedores frente a la casa del presidente del club. La ciudad estaba en crisis, el banco de N¨¢poles, al borde de la quiebra y la Camorra desataba su mayor tormenta de plomo. El 5 de julio de 1984, puso el primer pie en el San Paolo ¡ªpasar¨¢ ahora a llevar su nombre, seg¨²n anuncio el alcalde el mi¨¦rcoles¡ª, donde aguardaban 70.000 personas. Nunca un jugador hab¨ªa tenido un recibimiento as¨ª. Corrado Ferlaino, el presidente de la sociedad, pag¨® 13.500 millones de liras al Barcelona (hoy siete millones de euros), justo despu¨¦s de haberse roto la pierna, convirti¨¦ndolo en el fichaje m¨¢s caro de la historia del f¨²tbol. Quiz¨¢ tambi¨¦n el m¨¢s rentable.
Maradona fue un santo napolitano a pleno derecho. El d¨ªa de su muerte, en pleno confinamiento de la ciudad, lo anunciaban las tres manifestaciones que recorrieron sus calles para recordarle. Tambi¨¦n la concentraci¨®n con velas debajo de uno de sus murales en Quartieri Spagnoli o el luto ciudadano declarado por el Ayuntamiento. El argentino le dio al equipo sus dos ¨²nicos scudetti, una Copa de la UEFA y una Copa de Italia. El argentino aterriz¨® pocos a?os despu¨¦s del terremoto de Irpinia, que destroz¨® la regi¨®n y subray¨® las desigualdades entre el norte y el sur de Italia. Nadie se identific¨® mejor con esa injusticia que Maradona, que ven¨ªa tambi¨¦n de lo m¨¢s bajo. La historia de N¨¢poles est¨¢ hecha tambi¨¦n de h¨¦roes que supieron cabalgar la brecha meridional y devolver el orgullo a una ciudad despreciada por el norte industrial, que entonces encarnaba futbol¨ªsticamente la Juventus.
Maradona era la ant¨ªtesis perfecta del juventino Michel Platini, el malvado preferido del San Paolo en aquella ¨¦poca. El argentino, tan excesivo como la ciudad que le acogi¨®, les col¨® en 1985 una falta cuya trayectoria nadie ha logrado explicar todav¨ªa. Al a?o siguiente, el 9 de noviembre de 1986, les torci¨® el brazo en Tur¨ªn y 25.000 personas lo celebraron en las calles de N¨¢poles. El 10 fue tan importante para la ciudad que cuando Italia jug¨® contra Argentina en el Mundial de 1990, el p¨²blico del San Paolo, incluido el director de cine Paolo Sorrentino, anim¨® a los albicelestes. Solo porque Maradona se lo hab¨ªa pedido. Pero la ciudad y ¨¦l, 115 goles y 259 partidos despu¨¦s, se consumieron mutuamente.
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Hazlo aqu¨ªMaradona vivi¨® dos vidas en N¨¢poles: una de d¨ªa y otra de noche. Una comenzaba despu¨¦s de cada partido y se sumerg¨ªa en una vor¨¢gine de alcohol, coca¨ªna y mujeres (tuvo un hijo con una de ellas que reconoci¨® a?os m¨¢s tarde). La otra, m¨¢s ordenada, arrancaba a partir del mi¨¦rcoles cuando empezaba a centrarse en el encuentro del fin de semana y se entregaba a su preparador f¨ªsico. La parte luminosa transcurr¨ªa entre su mansi¨®n del lujoso barrio de Posillipo, donde organizaba pachangas de f¨²tbol sala con los amigos y viv¨ªa con su familia, y el campo de entrenamiento Paradiso, en el barrio de Soccavo. La oscura se perd¨ªa en su Ferrari Testarrossa negro por los callejones del c¨¦ntrico Forcella, donde lleg¨® a intimar con la familia Giuliano, los capos de la Camorra de aquel periodo. Una ca¨ªda que certific¨® la famosa fotograf¨ªa dentro de un jacuzzi con forma de concha junto al capo Carmine.
El 17 de marzo de 1991, despu¨¦s del partido que el N¨¢poles gan¨® 1-0 en casa contra el Bari, Maradona dio positivo en el control antidopaje. Comenz¨® a gestarse un adi¨®s que muchos en N¨¢poles consideran todav¨ªa orquestado. Su preparador f¨ªsico y hombre de confianza en aquella ¨¦poca, Fernando Signorini, recordaba as¨ª hace unos meses lo que representaba. ¡°Fue un fen¨®meno sociopol¨ªtico construido a trav¨¦s de la pelota. No hab¨ªa jugadores que hablasen as¨ª o se permitiesen criticar incluso a los periodistas. Su ser contestatario se impon¨ªa, no pod¨ªa evitar rebelarse contra el poder establecido. Aquello fue el inicio de esa aversi¨®n por el personaje. Y todo cristaliz¨® cuando Argentina dej¨® fuera a Italia de su Mundial. Les estrope¨® un negocio archimillonario de un merchandising ya preparado¡±.
La noche que se march¨® de N¨¢poles, agobiado por los esc¨¢ndalos y los paparazis, la mayor¨ªa de amigos ni siquiera pudo despedirse de ¨¦l. Se fue con lo puesto y volvi¨® pocas veces m¨¢s. Era dif¨ªcil. Cuando lo hac¨ªa colapsaba por completo la ciudad. Lo mismo que suceder¨¢ ahora: N¨¢poles se prepara para venerar a su santo en la calle. Los d¨ªas que haga falta.
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